Dolor meteorológico y cambio de hora: los efectos sobre el estado de ánimo

Meteoropatía y cambio de hora: suena como un dicho simple, pero es realmente cierto: el clima y el tiempo pueden afectar el estado de ánimo, así como el cambio de hora causa incomodidad a algunas personas.

Algunas condiciones clínicas, como la depresión, tienen sus raíces biológicas en los ritmos hormonales circadianos alterados relacionados con la humedad, la exposición a la luz y la luz solar, la lluvia y el calor.

Entonces, no es solo una actitud cultural lo que hace que algunas personas digan cuando se enfrentan a un fin de semana lluvioso 'No tengo ganas de hacer nada con este clima': es una verdadera inclinación biológica.

Los cambios de temperatura, en general, pueden generar ansiedad: el grisáceo de los días de lluvia, la oscuridad que se vuelve cada vez más envolvente en invierno son depresores, al igual que los descensos de la presión arterial.

Sin embargo, no todos se ven afectados de la misma manera por la meteoropatía, y varios ejemplos en la literatura sugieren que algunas personas necesitan sol y calor más que otras, o que otras no pueden tolerar los cambios de temperatura y el grisáceo de un cielo plomizo, o que incluso otras no puede sentirse bien en verano y prefiere el frío y el invierno.

La incomodidad del "cambio de hora"

Se estima que hasta 12 millones de italianos sufren un malestar significativo cuando cambia la hora.

El cambio horario, con el paso del horario de verano al horario solar, se produce en otoño, estación que para muchas personas representa una época difícil de afrontar debido a una sensibilidad individual que en ocasiones define un trastorno real, denominado por los especialistas SAD: "trastorno afectivo estacional".

Existen estudios que documentan un cambio en la calidad del sueño, tanto en términos de duración como de percepción de bienestar durante el día.

Estas consecuencias pueden explicarse por la cronobiología de ciertos procesos físicos y mentales.

Las actividades hormonales y cerebrales que regulan los trastornos del sueño y del estado de ánimo tienen un ritmo diario, mensual y anual.

De hecho, parece que la depresión es precisamente la enfermedad de los ritmos biológicos: una alteración de estos ritmos precipitaría los mecanismos que generan el síndrome depresivo, compuesto no solo por una sensación de pérdida de la vida, pesimismo, culpa y apatía, sino también de síntomas más "físicos" que están vinculados de manera más intuitiva a los ritmos circadianos, como el insomnio o la falta de apetito.

Estos efectos están parcialmente modulados por la cantidad de luz que podemos recolectar durante el día. Los síntomas más frecuentes son:

  • irritabilidad,
  • cansancio
  • fatiga en la concentración,
  • una caída en el estado de ánimo.

El efecto del cambio de horario puede diferir mucho de una persona a otra, especialmente dependiendo de si son constitucionalmente más madrugadores (las llamadas "alondras", que tienen una propensión a "trabajar" más en las primeras horas del día) o más noctámbulos (que prefieren trabajar y estar activos por la noche): por regla general, los madrugadores se ven más afectados por el cambio de horario de verano.

Cambiar la hora: algunos consejos que le ayudarán a sobrellevar la situación de la mejor manera

  • Cuando se acerca el cambio de hora, es mejor estar preparado. A continuación, se ofrecen pequeños consejos que le ayudarán a afrontar este evento:
  • compruebe si en realidad es un madrugador o un noctámbulo, ya que los madrugadores generalmente se ven más afectados por el cambio de hora;
  • ayudar a resincronizar los ritmos circadianos intentando acostarse más tarde en los días inmediatamente anteriores al cambio de hora, y levantándose un poco más tarde el fin de semana del cambio de hora, aprovechando la hora extra y así entrenando gradualmente para el cambio;
  • los efectos hormonales de estos cambios se mitigan con la actividad física aeróbica, que se recomienda durante este período para quienes no presentan factores de riesgo cardiovascular;
  • mantener un estilo de alimentación de comidas ligeras, tratando de no ceder a la hiperfagia natural que puede presentarse como elemento ligado a este síndrome, inducido por un mecanismo de compensación neurobiológico;
  • Las personas especialmente sensibles a estos cambios pueden beneficiarse de una terapia natural específica consistente en resincronizar los ritmos circadianos exponiéndose, en determinados momentos de la madrugada, a una luz intensa inducida por lámparas específicas, con el efecto de generar un amanecer artificial.

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Fuente:

Humanitas

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