Ampollas en los pies, ¿qué remedios?

Entre las causas más comunes de ampollas, especialmente en los pies, se encuentran el roce continuo entre la piel y el calzado y las quemaduras solares.

Ampollas en los pies, ¿de qué hablamos?

En ambos casos, como consecuencia del daño entre la dermis y la epidermis, se forma una acumulación de líquido (suero), lo que hace que se forme la ampolla o vesícula.

Si la ampolla es todavía pequeña (<5 mm) y poco o ningún dolor, es recomendable mantenerla intacta: la piel constituye una barrera natural contra las bacterias y reduce el riesgo de infección.

Por ello, es recomendable cubrirlo con un pequeño apósito para protegerlo y esperar a la reabsorción espontánea, que puede tardar unos dos o tres días.

Si, por el contrario, la ampolla o forúnculo es grande y doloroso, ¿qué se debe hacer?

En ese caso, es necesario drenar el líquido acumulado debajo de la piel haciendo un pequeño orificio con una aguja estéril y teniendo cuidado de desinfectar la piel antes y después del procedimiento.

Sin embargo, es importante dejar intacto el techo de la ampolla (la piel que la recubre) para acelerar el proceso de curación.

¿Cómo se pueden quitar las ampollas?

El procedimiento para drenar el líquido de la vejiga es muy sencillo:

  • Desinfectar el blíster con un desinfectante (solución acuosa de cloruro de benzalconio)
  • Equípate con una jeringa desechable como las de la insulina.
  • Haga uno o más pequeños agujeros en el borde de la vejiga o ampolla (la operación no causa dolor)
  • Usando una gasa, aplique una presión suave pero constante en el techo de la ampolla o ampolla hasta que todo el líquido haya salido y la ampolla se adhiera a la piel.
  • Desinfecte nuevamente y cubra con un apósito medicado.

La piel que forma el techo de la ampolla permanecerá como un vendaje natural hasta que cicatrice.

Posteriormente, si se desprende espontáneamente, la piel subyacente se puede cubrir con un ungüento curativo y protegerla de más traumatismos.

¿Cómo se pueden prevenir las ampollas?

Lo primero que debe hacer si está planeando una caminata larga, correr u otra actividad es medicar la piel.

Las cremas de óxido de zinc micronizado y silicato de magnesio son buenas para esto.

Estas cremas realizan dos acciones importantes: suavizan la piel y reducen el roce con los calcetines o el calzado.

Además, los polvos de zinc y magnesio mantienen el pie más seco y absorben el sudor.

En cuanto a los calcetines, opta por calcetines finos, preferiblemente sin costuras como los de microfibra.

Los calcetines también deben ser del tamaño exacto del pie, ni demasiado grandes ni demasiado pequeños.

Evidentemente, es fundamental elegir un calzado adecuado al tipo de actividad.

¿Qué cuidado se debe tener al comprar un nuevo par de zapatos?

Los zapatos difieren según la actividad a realizar, ya sea para caminar, trotar o hacer trekking.

El denominador común para que no salgan ampollas es que se ajusten perfectamente.

Es decir, cuando los calcemos por primera vez, nuestro pie debe sentirse perfectamente contenido y sujeto y no debe presentar arrugas ni costuras.

Cuando damos los primeros pasos hay que tener cuidado de que el antepié no resbale hacia adelante y luego hacia atrás y que cuando levantemos el talón del suelo el zapato siga el movimiento y no haya holgura entre zapato y pie.

Cuando flexionamos el pie, la parte superior no debe rozar con la parte posterior del pie y no debemos sentir la presión de los cordones.

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Fuente:

Humanitas

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