¿Qué es un nevus displásico y cómo se ve?

El nevus displásico, también llamado nevus atípico, es una lesión pigmentada melanocítica que puede estar presente hasta en un 60-90% de la población

Es importante recalcar que este tipo de nevus no es necesariamente sinónimo de cáncer de piel, por lo que es mejor no alarmarse prematuramente.

Según la Skin Cancer Foundation, es preferible utilizar el término 'nevus atípico' y reservar el término 'nevus displásico' solo después de la verificación por examen histológico.

La formación de estos nevus depende de varios factores, entre ellos la familiaridad y la predisposición a tener numerosos por todo el cuerpo. ¿Cómo reconocerlos?

Las características del nevus atípico (displásico)

Como se mencionó, el nevus atípico es una pequeña lesión que podría, en un pequeño porcentaje de casos, convertirse en un melanoma.

Estos nevos suelen ser congénitos y varían en tamaño: en la mayoría de los casos no superan los 8 mm en su eje mayor y se localizan preferentemente en el tronco.

Pueden aparecer a lo largo de la vida en circunstancias particulares, como por ejemplo durante la post-exposición solar, y especialmente en personas con determinadas características, como

  • mujeres durante el embarazo
  • personas con fototipo claro (2A/2B);
  • personas que tienen dificultad para broncearse de manera uniforme;
  • personas que tienen pecas.

Otras personas en riesgo son aquellas que han tenido repetidas quemaduras solares intermitentes a lo largo de su vida.

Dadas estas características, si hay antecedentes familiares y/o si hay más de 100 nevus, se hace necesario programar inmediatamente revisiones periódicas para detectar posibles cambios en el nevus que puedan preludiar su transformación en melanoma.

Cómo detectar un nevus displásico

Para detectar un nevo displásico es sin duda de gran ayuda el examen de epiluminiscencia de los nevos y, en particular, la llamada regla de A, B, C, D, E, que permite hacer un seguimiento de la lesión a lo largo del tiempo y detectar de forma inmediata una posible transformación en melanoma maligno.

Cómo funciona la regla A, B, C, D, E y qué buscar

Esta regla tiene en cuenta cinco características de los nevos:

A, posible asimetría del nevus: un nevus siempre debe tener una forma aproximadamente redondeada u ovalada. El dermatólogo que idealmente divide el nevus por la mitad durante el examen de epiluminiscencia debe evaluar si existe asimetría del propio nevus, es decir, si una mitad no es exactamente como un espejo a la otra;

B, los bordes del nevo: deben ser nítidos y regulares, mientras que en el nevo displásico suelen ser irregulares y se parecen mucho a un mapa;

C, el Color del nevus: este viene dado por la cantidad de melanina presente en el mismo. Por lo general, es un tono de ladrillo claro y se distribuye uniformemente. En los nevos atípicos, muy a menudo puede haber tonos de marrón (de claro a oscuro, hasta un color negro) y una posible presencia simultánea de varios colores (por ejemplo, blanco, rojo, azul) que indican que el nevo se ha convertido en un melanoma;

D, el tamaño del nevus: como se mencionó, los nevus generalmente no deben exceder los 8 mm en su eje más largo. Lo importante es, al evaluar los nevos del paciente, comprobar la cantidad, la familiaridad y la presencia del llamado síndrome de melanoma familiar con múltiples nevos atípicos (FAMMM).

Y, la evolución del nevus a lo largo del tiempo: este parámetro se evalúa comparando los datos del examen dermatológico anterior con el actual, con el fin de detectar cambios morfológicos, estructurales y colorimétricos del nevus.

Cuidado con los rayos ultravioleta: cómo defenderse

Los rayos ultravioleta son perjudiciales para nuestros nevos', concluye la especialista.

Particularmente durante el período estival, para evitar que empeoren aún más las posibles atipias de cualquier nevus, es necesario y fundamental tomar medidas de protección sencillas mediante el uso de buenos filtros solares con un alto grado de protección:

  • para los adultos, el factor de protección solar (SPF) debe ser de al menos 30;
  • para los niños, la máxima protección (50+) es mejor.

Las cremas y lociones son mejores porque brindan una cobertura más uniforme que los aerosoles, con aplicaciones cada 3-4 horas en el caso de una exposición prolongada al sol.

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Fuente:

GSD

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