Aborto espontáneo: aspectos médicos y psicológicos en el abordaje de la paciente

El aborto espontáneo temprano ocurre dentro de los primeros tres meses de gestación y, lamentablemente, ocurre con frecuencia y afecta aproximadamente al 15-20 % de los embarazos reconocidos clínicamente.

Lo que estamos viendo, sin embargo, es solo la punta del iceberg de este fenómeno, ya que se estima que 2 de cada 3 concepciones pasan desapercibidas y pasan por menstruaciones tardías.

Hoy en día, estos llamados embarazos bioquímicos se reconocen más fácilmente gracias a las pruebas de embarazo ultraprecoces y deben informarse al médico, ya que, especialmente si se repiten, esto es una indicación para una mayor investigación.

A la mujer le cuesta mucho darse cuenta de que ha habido un aborto espontáneo

De hecho, los síntomas del embarazo no son indicativos (náuseas, dolor en los senos), es posible que ni siquiera estén presentes o que cambien con el tiempo.

La mujer puede darse cuenta de que ha tenido un aborto espontáneo por la presencia de las más mínimas manchas de sangre (en estos casos siempre es bueno acudir al médico) o por una ecografía de rutina.

La primera ecografía en el embarazo debe realizarse a partir de la séptima semana de gestación (es decir, a partir de la 6+0), o antes en presencia de síntomas anormales (pérdida de sangre, dolor pélvico intenso).

Causa del aborto espontáneo: no siempre fácil de descubrir

En el 65% de los casos, la causa del aborto es cromosómico, que se produce cuando el ovocito lleva un cromosoma extra y el embrión que se forma tiene una anomalía incompatible con la vida.

Esta es la razón principal por la que la probabilidad de aborto espontáneo aumenta con la edad materna.

En el otro 35% de los casos pensamos en factores relacionados con la madre como la deficiencia de progesterona, alteraciones en las hormonas tiroideas, anomalías del útero, por ejemplo, malformaciones como el tabique uterino, endometritis (inflamación de la pared del útero), factores inmunológicos, como anticuerpos antifosfolípidos, enfermedad celíaca, anticuerpos antitiroideos.

¿El aborto espontáneo es un síntoma de un problema?

Se dice que un aborto espontáneo es una ocurrencia común, pero cuando se repite puede ser un síntoma de problemas de salud subyacentes.

Las sociedades científicas internacionales recomiendan investigar a partir del segundo aborto precoz o incluso del primero si se produce durante el período de desarrollo fetal, es decir, a partir del tercer mes.

Las pruebas en casos de poliaborto incluyen pruebas hormonales y otras relativas al sistema de coagulación y autoanticuerpos.

Otros exámenes que se evalúan caso por caso son el cariotipo de la pareja y la histeroscopia, una prueba utilizada para evaluar la cavidad uterina y excluir, por ejemplo, el tabique uterino, la endometritis.

¿Cuándo se puede buscar un embarazo después de un aborto?

Después de un aborto espontáneo temprano se puede buscar un nuevo embarazo después de uno o dos meses.

En todos los casos es útil consultar con el médico.

Sin embargo, el momento también varía según cómo se sienta la pareja.

Algunas deciden buscar rápidamente un nuevo embarazo, otras prefieren darse más tiempo para el duelo.

El riesgo de aborto espontáneo se puede reducir

Primero se recomienda a una mujer que busca un embarazo que visite a un ginecólogo con un examen y una ecografía pélvica.

El médico hará un balance de tu salud y valorará la presencia de factores de riesgo, como el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol, que repercuten en la fertilidad.

Se prescribirán las llamadas pruebas previas a la concepción para ver si se requieren vacunas (por ejemplo, contra la rubéola, la varicela y la influenza para quienes buscan un embarazo en los meses de invierno), si la glándula tiroides funciona correctamente, si hay una deficiencia de vitamina D.

El médico le administrará ácido fólico, que es una vitamina que ayuda a prevenir ciertas malformaciones del feto y mejora la fertilidad femenina.

Aspectos psicológicos del aborto espontáneo

La pérdida en el embarazo, particularmente durante el primer trimestre, es una ocurrencia común y, como tal, tiende a normalizarse en la cultura y la práctica de la atención médica, y su impacto emocional a menudo se minimiza.

Como un evento repentino e inesperado que amenaza el sentido de control y previsibilidad sobre un aspecto tan importante de la vida, el aborto es una gran fuente de estrés.

Desde el comienzo del embarazo, las mujeres a menudo imaginan su futuro con un hijo; el niño es representado tempranamente en sus fantasías, ganando representación mental, diálogo interno y preparación para su llegada.

Cuando las mujeres se enteran de la noticia de la pérdida, no es un coágulo de sangre, un conjunto de células, un embrión que han perdido, es su hijo, temen haber causado su muerte, sienten el abandono y realmente están de luto por esta profunda pérdida.

Aunque se desarrolla de manera similar a un duelo convencional, su procesamiento puede ser más difícil porque la pérdida es fácilmente subestimada por muchas personas significativas para la mujer, como familiares, amigos, personal médico y también el contexto sociocultural más amplio.

No hay un niño visible y reconocible por quien llorar, no hay recuerdos compartidos y hay poco reconocimiento del apego al niño perdido.

Como resultado, las reacciones de duelo, en lugar de ser vistas como respuestas apropiadas a la pérdida, se niegan o se malinterpretan y, cuando se notan, se las identifica incorrectamente como patológicas.

Se minimiza la pérdida, con la expectativa de que se resuelva en poco tiempo, ignorando sus posibles consecuencias traumáticas. Las experiencias dolorosas a veces se ven acentuadas por juicios negativos sobre la calidad de la atención, falta de información y apoyo, y actitudes por parte de los cuidadores.

A nivel social y cultural, el evento está rodeado de silencio

El aborto espontáneo, como cualquier otro duelo, requiere tiempo para procesarse y varía de persona a persona, pero si esto no sucede de forma natural, es recomendable consultar a un psicólogo o psicoterapeuta.

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Fuente

medicitalia

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