Crisis epilépticas: cómo reconocerlas y qué hacer

Qué es la epilepsia y las crisis epilépticas: las crisis epilépticas son manifestaciones clínicas que aparecen de manera incidental

El inicio puede ser a cualquier edad y en la mayoría de los casos la repetición en el tiempo es impredecible: las crisis pueden ser incluso una manifestación clínica esporádica o única.

La enfermedad que los provoca es variable y controlarla puede conducir a su desaparición.

Si por crisis epiléptica nos referimos al episodio único, el término epilepsia se refiere al riesgo comprobado de que las crisis vuelvan a aparecer con el tiempo.

En muchos pacientes, las convulsiones tienen un curso crónico, independiente del curso de la causa de la convulsión, y pueden requerir un tratamiento a largo plazo, generalmente con terapia con medicamentos.

La crisis epiléptica debe por tanto ser considerada un síntoma, entendiendo por epilepsia una enfermedad crónica.

Se estima que hay alrededor de 60 casos por cada 100,000 2017 habitantes en Italia (Fiest 6,200) y el número de nuevos casos de epilepsia esperados cada año es de unos XNUMX.

Síntomas de un ataque epiléptico

La Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE) utiliza como definición de crisis epiléptica: "La aparición transitoria de signos o síntomas debido a una actividad neuronal anormal, excesiva o sincrónica en el cerebro" (Fisher 2017).

En otras palabras, las convulsiones son la manifestación clínica de una descarga excesiva y patológica de las neuronas cerebrales.

Hay convulsiones con:

  • manifestaciones convulsivas, es decir, movimientos involuntarios, diseminados por todo el cuerpo;
  • varios trastornos neurológicos, si la descarga patológica afecta solo una parte del cerebro.

En las crisis sin manifestaciones convulsivas generalizadas, se distingue entre episodios con alteración de la conciencia y episodios en los que el paciente mantiene una adecuada relación con el medio que le rodea.

Qué hacer en caso de un primer ataque epiléptico

Ante un paciente con una primera crisis epiléptica, el problema clínico es establecer si se trata de la primera evidencia de un cuadro crónico caracterizado por la repetición de crisis o si se trata de un hecho puntual que no se repetirá en su caso. o su vida futura.

En este último caso, la indicación de tratamiento profiláctico crónico es esencialmente inútil.

Por lo general, el ataque epiléptico dura solo unos minutos, pero en algunas ocasiones llamadas estados epilépticos, los ataques duran mucho tiempo sin interrupción: en este caso, el cerebro puede dañarse.

Esta es la razón por la cual el estado epiléptico requiere un tratamiento urgente, a diferencia de las convulsiones únicas de duración normal.

El primer ataque epiléptico en la vida de una persona requiere hospitalización, lo cual es indispensable para identificar la causa y asegurar el tratamiento adecuado.

Para ello, son indispensables las investigaciones hematológicas, neurorradiológicas y electroencefalográficas.

Por otro lado, si las convulsiones ya estaban presentes en la historia clínica del paciente, las investigaciones instrumentales son generalmente menores y pueden realizarse incluso de forma ambulatoria, sin necesidad de hospitalización.

En el caso de un episodio que repita hechos ya ocurridos en el pasado, la hospitalización sólo debe estar indicada en el caso de lesiones traumáticas durante el curso de la crisis o, como se indicó anteriormente, en el caso de crisis convulsivas demasiado prolongadas.

Causas de un ataque epiléptico

Para los pacientes con convulsiones de nueva aparición, el diagnóstico etiológico es crucial.

Casi todas las patologías con lesiones focales o difusas del sistema nervioso central, como accidentes cerebrovasculares, tumores y malformaciones, pueden dar lugar a una manifestación epiléptica, ya sea de forma aislada o expresada como un estado epiléptico.

Es importante tener en cuenta que los trastornos metabólicos sistémicos, como, por ejemplo, las disminuciones severas de azúcar en la sangre, también pueden causar manifestaciones epilépticas.

Luego están:

  • factores desencadenantes de las convulsiones, como en el caso de estímulos específicos para algunos pacientes: por ejemplo, estímulos luminosos intermitentes;
  • factores que favorecen las convulsiones, como la falta de sueño o la temperatura alta. Uno de los principales factores favorables es la falta de tratamiento.

Terapia

La terapia es generalmente farmacológica y está indicada en pacientes en los que se demuestra un riesgo de recurrencia de las convulsiones.

Se basa en el uso de fármacos que pueden controlar las convulsiones o al menos reducir su número o intensidad.

Estos fármacos no curan definitivamente el problema: la eventual desaparición de las crisis, que se produce en el 30-40% de los casos, es en realidad un acontecimiento ligado a la evolución espontánea de la enfermedad.

Como se ha escrito anteriormente, sólo el estado epiléptico tiene indicación de tratamiento farmacológico en caso de urgencia, mientras que para las convulsiones "normales" la estrategia óptima suele ser la modificación del programa habitual de tratamiento.

En pacientes con convulsiones que no responden a la terapia (resistentes a los medicamentos), puede haber una indicación de evaluación neuroquirúrgica para una estrategia de tratamiento diferente.

Actualmente existen alrededor de 14 medicamentos diferentes que pueden controlar o reducir las crisis epilépticas.

Su ingesta regular es el criterio básico para una correcta evaluación de la eficacia.

Las dosis, y no solo los tipos de medicamentos, pueden diferir en pacientes individuales, pero el criterio básico sigue siendo que un buen medicamento debe controlar las convulsiones y no producir efectos secundarios.

Las modalidades de introducción, continuación del tratamiento y posible interrupción varían de un paciente a otro; estos aspectos a menudo requieren experiencia médica específica.

Qué hacer y qué no hacer en caso de una convulsión

Debe recordarse que en caso de un ataque epiléptico, rara vez se requiere la intervención específica de testigos.

En primer lugar:

  • no se debe intentar abrir la boca ni tragar líquidos;
  • limitarse a tratar de evitar caídas traumáticas;
  • Haga que el paciente se acueste de lado hasta que recupere la conciencia. Esto casi siempre ocurre espontáneamente sin necesidad de estimulación por parte de los presentes.

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Fuente:

GSD

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