Bulimia: cómo reconocerla y cómo curarla

La bulimia nerviosa cae dentro de la categoría de trastornos alimentarios (DCA). La etimología de la palabra deriva del griego antiguo y significa “hambre como un buey”, pero la definición es mucho más amplia

¿Qué es la bulimia?

Se manifiesta a través de la búsqueda y la ingesta espasmódica e incontrolada de alimentos seguida de la puesta en marcha de conductas compensatorias como por ejemplo la inducción de vómitos o el uso de laxantes debido a una preocupación excesiva por la forma física y el peso corporal.

El mecanismo es cíclico y continúa en el tiempo.

Sin embargo, esta condición subyace a estados de profundo malestar psíquico por muchos aspectos y es fundamental reconocer los síntomas para poder emprender un viaje de sanación.

¿Cuándo hablamos de bulimia y cómo podemos reconocerla?

La bulimia nerviosa puede manifestarse en la adolescencia o primera juventud y es más frecuente en mujeres, suele coincidir con fases vitales muy delicadas que implican una serie de transformaciones tanto a nivel físico como biológico.

Esta condición se mantiene oculta, surgen emociones de profunda vergüenza, se daña la autoestima, se deprime el estado de ánimo y las interacciones sociales son muy limitadas.

La preocupación por la comida es constante y el mecanismo hambre-saciedad se ve comprometido ya que la dieta estricta genera un aumento del hambre y del apetito, con la consecuente modificación de algunos neurotransmisores, entre ellos la serotonina y los electrolitos, por lo que las repercusiones fisiológicas se hacen inevitables.

Los sujetos bulímicos generalmente tienen un peso normal y saben enmascarar cuánto tiempo viven; esto hace que el trastorno sea difícil de reconocer.

Síntomas de la bulimia nerviosa

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V) clasifica la bulimia nerviosa en la categoría de alimentación y trastornos alimentarios.

Los síntomas característicos son:

Episodios recurrentes de atracones que se manifiestan a través de dos aspectos:

  1. comer, en un período de tiempo determinado (por ejemplo, un período de dos horas) una cantidad de alimentos significativamente mayor que la que la mayoría de las personas ingerirían al mismo tiempo y en circunstancias similares;
  1. Perder el control durante el episodio (p. ej., sentir que no puede dejar de comer o controlar qué y cuánto come).

Conductas compensatorias recurrentes e inapropiadas encaminadas a evitar cualquier aumento de peso, tales como vómitos autoinducidos, abuso de laxantes, diuréticos u otras drogas, ayuno o actividad física excesiva.

Niveles de autoestima afectados por la forma y el peso del cuerpo.

En promedio, los atracones y las conductas compensatorias inapropiadas ocurren al menos una vez a la semana durante 3 meses.

La gravedad del trastorno se basa en la frecuencia de las conductas compensatorias implementadas durante una semana: leve (alrededor de 1 a 3 episodios); moderado (alrededor de 4-7 episodios); severo (8-13 episodios); extremo (alrededor de 14 o más episodios).

Las crisis bulímicas ocurren en soledad y los episodios pueden ser más o menos planificados

Estos patrones de comportamiento pueden aparecer solos o en paralelo con múltiples adicciones al alcohol, drogas, medicamentos o compras compulsivas, así como comportamientos autolesivos.

Diferencias entre la bulimia y los atracones

Es importante no confundir la bulimia nerviosa con el trastorno por atracón, ya que ambos se incluyen en los trastornos de la alimentación y la nutrición descritos en el DSM-5, pero con pequeñas diferencias.

El trastorno por atracón se caracteriza por atracones al menos una vez a la semana durante 3 meses, pero a diferencia de la bulimia nerviosa, no presenta conductas compensatorias inapropiadas.

Además, el interés mostrado por el control del peso y la forma corporal es menor que en la Bulimia.

¿Cuales son las causas?

La investigación científica concuerda en un modelo multifactorial biopsicosocial que identifica un conjunto de factores cuya interacción diversificada y variada determina su aparición y perpetuación.

Por tanto, es necesario distinguir factores predisponentes, factores desencadenantes y factores perpetuantes.

Factores predisponentes, es decir, vulnerabilidades biológicas y psicológicas que pueden favorecer la aparición del trastorno:

  • la edad de inicio, que suele coincidir con el período adolescente durante el cual se producen una serie de rápidas transformaciones corporales;
  • las características de personalidad, es decir, baja autoestima, tendencia a cambios bruscos de humor e intolerancia a la frustración, con predisposición al perfeccionismo muchas veces ligado al pensamiento dicotómico de 'todo o nada';
  • la presencia de posible sobrepeso y/u obesidad leve en la infancia, asociado a experiencias de escarnio por parte de los compañeros;
  • la idealización de la delgadez por modelos estéticos y estereotipos que inciden totalmente negativamente en la autoestima, induciendo a emprender un régimen dietético;
  • la herencia familiar ligada tanto a las características genéticas como a una forma particular de adaptación al medio.

Factores desencadenantes que indican la transición al trastorno debido a un evento vivido como traumático

  • relaciones con pares por comparaciones, desvalorizaciones y burlas de la imagen corporal;
  • la presencia de un estado depresivo y baja autoestima vinculado a las relaciones interpersonales;
  • separación de la familia, ruptura de una relación sentimental, cambio de hogar y escuela con la consiguiente pérdida de amistades;
  • situaciones vinculadas a momentos difíciles y dolorosos como la muerte de una persona significativa, una enfermedad o una crisis familiar;
  • eventos que tienden a aumentar las dificultades del sujeto en cuanto a sus habilidades relacionales y su autonomía y autoestima.

Factores perpetuadores que permiten que se desarrolle un círculo vicioso que favorece y mantiene el trastorno:

  • apreciación inicial de la apariencia física, atención especial de los familiares;
  • empobrecimiento progresivo de las relaciones afectivas y sociales.

¿A qué conduce la bulimia?

Las personas con este trastorno tienden a juzgarse a sí mismas en exceso y constantemente controlando su peso, forma corporal y dieta según reglas muy estrictas que requieren constancia y compromiso.

En consecuencia, la aparición de los llamados atracones supone un descontrol momentáneo.

Inicialmente, pueden generar placer al aliviar la tensión, pero con el tiempo conducen a la aparición de emociones negativas como el miedo a engordar, la culpa, la vergüenza, el asco, que a su vez pueden desencadenar nuevos atracones.

Las conductas compensatorias como el vómito y otras técnicas para evitar el aumento de peso son, por otro lado, formas de dar la impresión de tener la propia vida bajo control aliviando temporalmente el estado de profundo malestar emocional.

A menudo existe un ideal perfeccionista y el miedo a aumentar de peso se manifiesta de forma intensa y generalizada.

La evaluación del yo se centra principalmente en el peso corporal, la forma del cuerpo y la propia capacidad para controlarlos.

Así, se genera un mecanismo cíclico que mantiene vivos los síntomas.

El recurso frecuente a tal conducta genera diversos efectos secundarios en el organismo: desequilibrios electrolíticos o deshidratación, con importantes problemas fisiológicos, desequilibrios renales por abuso de diuréticos y abrasiones manifiestas de los nudillos de las manos y sequedad de la piel.

El uso de laxantes puede provocar disfunción cardíaca con pérdida de minerales vitales como potasio, magnesio y sodio.

Además, en las mujeres, el ciclo menstrual puede detenerse, el cabello puede caerse, el sueño o la concentración pueden verse interrumpidos.

Desde un punto de vista psicológico, la disminución del estado de ánimo, que se traduce en un malestar general acompañado de sentimientos de vergüenza, conduce a la negación de la existencia del problema.

El estado de salud psicofísico está completamente comprometido y un marco de diagnóstico adecuado para un curso de tratamiento es complejo.

Cómo se trata la bulimia

Como ocurre con muchas enfermedades, el tratamiento de la bulimia nerviosa implica la integración de diferentes intervenciones en función de la gravedad con la que se manifieste el trastorno.

Psicoterapia

Dado que este trastorno es causado por múltiples factores bio-psico-sociales, el tratamiento psicoterapéutico es ciertamente fundamental.

A través de la psicoterapia, de hecho, es posible abordar y desentrañar las cuestiones profundas que vinculan a la persona con el síntoma y los estados de malestar, para poder romper el mecanismo.

En particular, los enfoques mente-cuerpo resultan efectivos.

Terapia farmacológica

En casos severos, luego de una consulta médica completa, se pueden usar medicamentos antidepresivos para tratar la bulimia nerviosa.

La bulimia nerviosa es un trastorno multifacético, el malestar psicológico que subyace a la conducta disfuncional genera un profundo sufrimiento, pero es posible emprender el camino del cambio a través de la conciencia y la valentía apoyándose en un profesional.

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Fuente:

Páginas médicas

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