Cadera: ¿Qué es el conflicto femoral-acetabular y cuáles son los síntomas?

El conflicto fémoro-acetabular es una anomalía ósea en la articulación de la cadera que, con el tiempo, puede conducir al desarrollo de artrosis y, por tanto, a un proceso degenerativo especialmente grave

¿Cuáles son las causas del conflicto femoral-acetabular?

El conflicto fémoro-acetabular se crea cuando, por una malformación del acetábulo de la cadera o una malformación de la cabeza femoral, los dos huesos, que en condiciones normales no se tocan, se rozan provocando con el tiempo una artrosis.

Hay dos tipos de conflicto fémoro-acetabular: hablamos de tipo leva cuando la malformación afecta a la cabeza femoral, que, en lugar de la típica forma de bola, se parece más a un huevo; mientras que hablamos del tipo pinza cuando el acetábulo es más ancho de lo normal y por lo tanto toca el cuello del fémur.

La artrosis es un proceso degenerativo crónico, que afecta al cartílago, es decir, a la membrana que protege al hueso.

Cuando se ve afectado por la artrosis, el cartílago se reduce de espesor hasta desaparecer: como resultado, los huesos que se dividen se tocan entre sí.

La artrosis de cadera, en alrededor del 70% de los casos, es secundaria al conflicto fémoro-acetabular

Las anomalías que subyacen al conflicto femoroacetabular no son congénitas, sino que se desarrollan durante la maduración del hueso: por lo tanto, la morfología definitiva de la cadera puede evaluarse después del período de la adolescencia.

El conflicto fémoro-acetabular es una patología bastante frecuente, que afecta al 30% de la población mundial.

Sin embargo, no siempre evoluciona hacia la artrosis.

Conflicto femoral-acetabular y artrosis: ¿Cuáles son los síntomas?

Los síntomas del conflicto fémoro-acetabular son similares a los de la artrosis, pero con menor intensidad, siendo en un caso la aparición de la enfermedad y en el otro su degeneración.

El síntoma principal en ambos casos es el dolor, que en el conflicto femoroacetabular será más leve y se manifestará especialmente tras la actividad deportiva.

El sitio de este dolor puede variar: puede ocurrir en la ingle, lateralmente o en la nalga.

En el caso de una rotura del labrum acetabular, una especie de 'sello' que protege la cadera, el dolor irá desde la parte anterior del cuerpo hasta la nalga.

Otro síntoma es una limitación funcional de ciertos movimientos de flexión e intrarotación.

En el proceso artrósico propiamente dicho, en cambio, el dolor es más significativo y se desarrolla en varias etapas.

Inicialmente, el paciente tiene dolor en las primeras etapas del movimiento, por ejemplo al ponerse de pie, pero si comienza a caminar, la cadera se afloja.

Sin embargo, el dolor reaparece al final del día, cuando el paciente se relaja y deja de moverse.

En las etapas más avanzadas del proceso de artrosis, el dolor se vuelve continuo y también puede ocurrir durante el sueño, dificultando el sueño.

Además, en el caso de la artrosis, el paciente tiene serias limitaciones de movimiento: no puede doblar la pierna y esto provoca dificultades en los movimientos habituales, como ponerse los calcetines y los zapatos, o subir y bajar del coche.

Artroscopia para tratar el conflicto femoral-acetabular

El primer examen para diagnosticar el conflicto femoral-acetabular es la radiografía, a la que pueden seguir investigaciones de segundo nivel, como una tomografía computarizada o una resonancia magnética con medio de contraste en la articulación.

Después de confirmar la presencia de conflicto femoro-acetabular, examinar al paciente y realizar pruebas para evaluar el nivel de sintomatología que afecta al paciente, el especialista puede considerar necesario recurrir a la cirugía.

El conflicto femoro-acetabular se trata mediante artroscopia, una técnica quirúrgica mínimamente invasiva en la que se accede a la articulación del paciente a través de unos orificios milimétricos y, con la ayuda de una cámara que permite a los cirujanos seguir la operación desde un visor, los defectos se lima y corrige con un instrumento especial y, cuando es necesario, se repara el labrum acetabular con pequeñas anclas.

A menudo, el paciente con un conflicto femoral-acetabular desarrolla síntomas que se malinterpretan, por ejemplo, confundiendo este trastorno con una pubalgia.

En cambio, es importante intervenir a tiempo sobre un conflicto femoroacetabular sintomático, para evitar que la articulación se degenere.

En definitiva, cuanto antes se intervenga, mayores serán las posibilidades de salvar la articulación, de lo contrario ya no será posible intervenir artroscópicamente sino que será necesario sustituir toda la articulación por una prótesis: un tratamiento quirúrgico mucho más exigente.

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Fuente:

Humanitas

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