Depresión en el anciano: causas, síntomas y tratamiento

La depresión mayor en el anciano es una patología grave que debe ser abordada precozmente con las terapias más adecuadas

Qué es la depresión en los ancianos y por qué es difícil reconocerla

Se trata de un trastorno del estado de ánimo que puede convertirse en una condición incapacitante si no se trata a tiempo, pero que a la propia persona muchas veces le cuesta reconocer.

El anciano deprimido a menudo se queja de síntomas físicos (somatizaciones del estado psíquico o empeoramiento de enfermedades físicas conocidas) y dificultades cognitivas: minimiza la tristeza que siente, pensando que es 'normal' después de cierta edad o por vergüenza de experimentar este sentimiento tal vez después de una vida de gratificación (cuando trabajaba y no era 'solo un pensionista', etc.).

Síntomas y campanas de alarma de la depresión en el anciano

Los síntomas más evidentes de la depresión mayor en los ancianos son los trastornos del apetito y digestivos.

Otros síntomas frecuentes son:

  • insomnio;
  • cansancio;
  • dolor;
  • problemas de atención y memoria;
  • ansiedad;
  • tendencia a aislarse.

Una fuerte señal de alarma es la ideación suicida: este síntoma es más difícil de investigar y requiere un alto nivel de confianza entre el médico y el paciente para poder confiar en él.

Posibles desencadenantes de la depresión

La depresión tiene un origen incierto y las causas varían de persona a persona.

A menudo, la causa es multifactorial.

Veamos con el psiquiatra cuáles son los posibles desencadenantes.

Desde un punto de vista bio-psico-social, la familiaridad es importante: durante la primera psiquiátrico examen es útil informar previamente al especialista, así como al médico tratante, si ha habido otros familiares directos en la familia del paciente (abuelos, padres, etc.) con diagnóstico de depresión u otras enfermedades en el área del estado de ánimo trastornos en el pasado.

Las posibles causas de depresión en los ancianos incluyen eventos estresantes y enfermedades crónicas.

También entre las causas de esta patología están los cambios que se experimentan típicamente a partir de los 65 años, es decir, a partir de la vejez, como la jubilación, preocupaciones económicas, duelos en la familia, pérdida de autonomía, problemas de memoria y otros eventos.

Estos eventos de la vida tienen un efecto desestabilizador en la salud mental y física del paciente.

Diagnóstico: el papel de los familiares y médicos de cabecera en la detección de esta condición

El paciente evita ser examinado por vergüenza o busca continuamente una causa 'física', llegando tarde al psiquiatra.

Típicamente, las mujeres se sienten culpables por estar enfermas y los hombres sienten vergüenza y por lo tanto gran dificultad para buscar ayuda por temor al juicio de los demás.

Hay que escuchar con empatía al paciente y recordar que la salud mental es tan importante como la salud física, incluso en la vejez.

Diagnóstico clínico por el psiquiatra

La primera herramienta diagnóstica es la historia clínica, familiar y general del paciente, que se recoge durante la entrevista del primer examen psiquiátrico.

Después de la visita para refinar el diagnóstico, el especialista puede prescribir una resonancia magnética nuclear (RMN) o una tomografía computarizada del cerebro.

Estos exámenes diagnósticos investigarán cambios fisiológicos relacionados con la edad o signos de atrofia o microvasculopatía, frecuentes en la depresión de inicio senil (a partir de los 65 años o incluso antes, a partir de los 50 años).

Las pruebas neuropsicológicas investigan las funciones cognitivas actuales y pueden repetirse a lo largo del tiempo a modo de seguimiento.

Depresión, aceptación del diagnóstico y tratamiento

La comunicación entre el médico y el paciente en la aceptación del diagnóstico y la adherencia a la terapia (cumplimiento, ed.) por parte de los pacientes y sus familias y cuidadores es crucial.

Los ancianos a menudo piensan que son demasiado mayores para cuidar, que son 'débiles': esto corre el riesgo de cronificar sus síntomas, con repercusiones negativas en su salud y autonomía.

Es por esto que durante el examen psiquiátrico tenemos que transmitir diagnóstico, tratamiento y pronóstico con el debido optimismo.

Se necesitan algunas semanas de terapia para ver los efectos, y luego debe continuarse como mantenimiento: el paciente y los cuidadores deben conocer estos tiempos de tratamiento, para garantizar el cumplimiento regular y las visitas de seguimiento.

Cómo se trata la depresión en los ancianos

Existen diversas estrategias y terapias para el tratamiento de esta patología, que afecta cada vez a más personas mayores de 65 años.

Van desde la terapia farmacológica y psicoterapéutica hasta técnicas innovadoras de estimulación transcraneal para casos específicos.

Tratamiento psiquiátrico: entre la farmacología, la cronoterapia y la estimulación transcraneal

Se prefieren los fármacos antidepresivos con menos interacciones farmacológicas (los inhibidores de la recaptación de serotonina son la primera opción): los ancianos a menudo toman muchos fármacos para varias enfermedades concomitantes.

Gracias a estas terapias se consigue una tasa de recuperación del 50-85%, aunque los fármacos por sí solos no siempre son suficientes para restablecer el equilibrio psicofísico del anciano deprimido.

En algunos casos concretos, se proponen cronoterapias como, por ejemplo, la Terapia de Luz: estas técnicas actúan sobre el reloj biológico del ser humano poniendo a cero los sistemas implicados en los síntomas depresivos.

O bien, se proponen técnicas somáticas como, por ejemplo, la Estimulación Magnética Transcraneal o la Estimulación Transcraneal de Corriente Directa: técnicas que 'despiertan' áreas cerebrales adormecidas para potenciar la respuesta del paciente a la medicación.

En casos severos o muy resistentes, la terapia electroconvulsiva es bien tolerada y da buenos resultados (60-80%).

En nuestro hospital para esta terapia, contamos con un equipo dedicado que sigue al paciente deprimido durante todo el curso de las investigaciones y el tratamiento.

Tratamiento psicoterapéutico

A menudo, en los ancianos, los patrones cognitivos y relacionales son más difíciles de cambiar, pero se puede proponer apoyo psicológico para afrontar mejor la enfermedad y los acontecimientos de la vida, especialmente en casos leves o cuando la medicación está contraindicada, quizás acompañada de ejercicios de entrenamiento neurocognitivo ( ej., recordar la lista de la compra, hacer crucigramas u otros juegos de rompecabezas, leer libros con muchos personajes, etc.).

Dieta y estilo de vida

La pérdida de apetito y de peso o los trastornos alimentarios afectan al físico, estableciendo un círculo vicioso: una dieta equilibrada puede ayudar a recuperar la energía y apoyar el estado de ánimo.

El movimiento beneficia el estado físico, los síntomas depresivos y la autoestima. Además, animamos al paciente a retomar la sociabilidad y los intereses que ayuden a mantener ejercitadas las facultades cognitivas.

Depresión versus demencia senil: ¿qué las une y qué las diferencia?

En la depresión del anciano, los contornos entre las fases de enfermedad y bienestar, típicos de la depresión mayor, son más borrosos, con el riesgo de estados depresivos crónicos 'menores' pero incapacitantes.

En la demencia senil se produce un deterioro cognitivo progresivo, con alteraciones variables del estado de ánimo.

En el medio, estos se influyen entre sí: la depresión es un factor de riesgo para la demencia y en los ancianos con demencia es más frecuente observar depresión también.

Por estos motivos, es importante que el paciente, o más frecuentemente el familiar conviviente y/o el cuidador profesional (p. ej. cuidador), detecte los primeros signos de cambios de humor y busque el consejo del médico de cabecera y luego del especialista en psiquiatría si la disminución del estado de ánimo y otros síntomas persisten durante más de dos semanas.

Depresión y ansiedad en el anciano: ¿qué las une y qué las distingue?

La comorbilidad de depresión y ansiedad es muy alta en general, incluso en los ancianos.

A menudo en los ancianos la depresión es ansiosa con miedos, inseguridades, hipocondría, pero también puede ocurrir lo contrario: si el paciente desarrolla una ansiedad duradera, puede desarrollar una depresión secundaria al agotamiento de los recursos internos, por lo que es importante tratarlo temprano.

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