Diabetes tipo 1 y tipo 2: ¿cuáles son las diferencias?
La diabetes es una enfermedad en crecimiento en todo el mundo y, en Italia, afecta a más de 3.5 millones de pacientes (5.9% de la población total)
La propagación de la diabetes mellitus se produce por la suma de varios factores, particularmente en los países occidentales.
Estos incluyen, por un lado, el envejecimiento progresivo de la población, los hábitos alimentarios poco saludables y el consiguiente aumento de personas obesas; por otro lado, el aumento del diagnóstico precoz y, por el contrario, la disminución de la tasa de mortalidad de los pacientes diabéticos.
¿Qué es la diabetes y cuáles son sus causas?
La diabetes es una enfermedad crónica caracterizada por un aumento de la glucosa en sangre (la cantidad de glucosa en la sangre) debido a un defecto en la secreción o acción inadecuada de la insulina, la hormona producida por las células del páncreas y encargada de controlar los niveles de azúcar.
Existen dos tipos diferentes de diabetes mellitus: la diabetes tipo 1, que afecta entre el 5% y el 10% de los diabéticos, y la diabetes tipo 2, que es más común y afecta a más del 90% de los pacientes diabéticos.
Se trata de dos enfermedades muy diferentes, tanto por su modo de aparición y tratamiento como por su impacto en la vida de los pacientes.
Aunque la diabetes mellitus es una enfermedad a veces insidiosa, que puede presentarse sin síntomas manifiestos y permanecer en silencio durante algún tiempo, en los casos agudos, los síntomas de presentación incluyen
- fatiga
- aumento del volumen urinario (poliuria), lo que resulta en aumento de la sed (polidipsia)
- descenso del peso corporal;
- dolor abdominal;
- aumento del hambre (polifagia);
- náuseas y vómitos;
- visión borrosa;
- aliento acetonémico (olor a fruta madura).
Las consecuencias a largo plazo de la hiperglucemia conducen a la aparición de las temidas complicaciones de la diabetes: retinopatía, nefropatía, neuropatía y enfermedades cardiovasculares (enfermedad coronaria, ictus, arteriopatía de miembros inferiores).
Para hacer un diagnóstico de diabetes mellitus es suficiente una simple prueba de glucosa en sangre con una muestra de sangre normal.
¿Qué es diabetes tipo 1?
La diabetes tipo 1 tiende a ocurrir particularmente durante la niñez y la adolescencia (pero más raramente también en pacientes que ya son adultos) y es causada por una falta total de insulina, provocada por la destrucción de las células beta del páncreas debido a la aparición de autoanticuerpos .
Todavía no conocemos las causas reales de esta respuesta inmunitaria anómala, pero parecería estar asociada a factores hereditarios sobre los que actúan determinantes ambientales (por ejemplo, ciertas infecciones víricas).
Diabetes tipo 2: qué es
La diabetes tipo 2 es una enfermedad multifactorial que tiende a presentarse después de los 30-40 años.
Varios mecanismos están implicados en la génesis de esta enfermedad metabólica, pero clásicamente el defecto inicial es la resistencia a la insulina, es decir, la acción reducida de la insulina en los órganos diana conduce, por un lado, a un exceso de producción de glucosa hepática y, por el otro, a su utilización reducida. por los músculos.
Entre los factores de riesgo más relevantes para la aparición de diabetes tipo 2 se encuentran los antecedentes familiares de la enfermedad, el sedentarismo, una dieta demasiado rica en grasas y azúcares y el sobrepeso.
La hiperglucemia en la diabetes tipo 2 puede tener un inicio gradual, por lo que la enfermedad puede comportarse de forma silenciosa durante varios años antes de dar lugar a la aparición de síntomas y, a menudo, las complicaciones típicas de la enfermedad ya pueden estar presentes desde el inicio.
¿Cómo puede ser prevenido?
Lamentablemente, actualmente no es posible prevenir la aparición de la diabetes tipo 1, aunque se están realizando estudios sobre la posibilidad de intervenir en las primeras etapas de la enfermedad.
En cambio, la diabetes tipo 2 se puede prevenir mediante la adopción de una dieta saludable, baja en grasas y baja en calorías, realizando actividad física regular y evitando el sobrepeso.
Estas precauciones en el caso de la diabetes tipo 2 son especialmente eficaces: hay estudios que confirman que un estilo de vida adecuado es más eficaz que la intervención farmacológica para reducir la glucosa en sangre.
Insulina: la cura para la diabetes tipo 1
La diabetes tipo 1 solo se puede curar con insulina.
La insulina se puede administrar con inyecciones subcutáneas clásicas o con sistemas de infusión continua (la bomba).
Con este tratamiento, que debe ser continuo y durar toda la vida, los pacientes pueden llevar una vida diaria normal.
Es muy importante, sin embargo, la derivación a centros especializados y multidisciplinares, tanto para el tratamiento de la propia diabetes como para el tratamiento de las complicaciones que puedan surgir asociadas a esta enfermedad.
¿Cómo tratar la diabetes tipo 2?
Para el tratamiento de la diabetes tipo 2, por otro lado, tenemos varias opciones terapéuticas a nuestra disposición y, de hecho, en los últimos años se ha producido la introducción en el mercado de numerosos nuevos fármacos 'innovadores' que ahora son ampliamente recomendados por los principales directrices, habiendo demostrado también tener un beneficio significativo sobre el riesgo cardiovascular, que es la principal causa de mortalidad en la diabetes tipo 2.
En particular, la referencia es a los análogos de GLP-1 (Glucagon-like peptide-1), una hormona que tiene la función de facilitar la secreción de insulina, producida por las células intestinales tras la ingestión de alimentos; ya las gliflozinas, o inhibidores del cotransportador sodio glucosa 2 (SGLT2), que favorecen la eliminación de glucosa a través de la orina, a través de su acción sobre un receptor renal.
La investigación no se detiene: ya se están estudiando nuevos fármacos muy prometedores, como el agonista dual GLP-1/GIP.
Sin embargo, hay que señalar que no existe un tratamiento farmacológico único que sea válido para todos los pacientes con diabetes tipo 2: los tratamientos deben adaptarse a las necesidades de cada paciente en particular, en función de sus características y su historia clínica.
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