Síncope: síntomas, diagnóstico y tratamiento

El síncope consiste en una pérdida transitoria de la conciencia, a menudo relacionada con condiciones sin importancia. Es fundamental diagnosticar síncopes de origen cardíaco que, si no se tratan, pueden conducir a la muerte súbita

El término colapso para definir una pérdida transitoria de la conciencia ha caído en desuso.

El término síncope ahora se usa para definir una pérdida de conciencia:

  • Transitorio;
  • Con incapacidad para mantener el tono de los músculos que nos permiten mantener una posición erguida (tono postural);
  • Con recuperación espontánea de la conciencia;
  • Que no requiere cardioversión eléctrica ni farmacológica.

Si por el contrario se trata de una sensación de inminente pérdida de conciencia, acompañada de visión borrosa y debilidad generalizada, habitualmente de corta duración, podemos hablar de presíncope.

La incidencia de síncope en la infancia es de aproximadamente 126 casos por 100,000

El 15% de los sujetos pediátricos tienen al menos un episodio antes de los 18 años.

El síncope y el presíncope representan del 0.4 al 1% de los hospitales pediátricos sala de emergencias ingresos y el 3-4% de las consultas hospitalarias de cardiología.

Los pacientes que ingresan tienen una estancia hospitalaria media de unos 3 días, con un total de unos 12,000 días de hospitalización al año.

Los episodios sincopales tienen un gran impacto clínico, con riesgo de traumatismo grave dependiendo tanto de la actividad del niño como de las características del propio síncope.

Las investigaciones diagnósticas son muy costosas ya que necesariamente se debe demostrar la ausencia de enfermedades cardiológicas, neurológicas y/o metabólicas subyacentes.

Además, no debe subestimarse ni el impacto psicosocial, que muchas veces se manifiesta en marcados rasgos de ansiedad por parte de los padres y personas con las que el niño comparte experiencias (maestros, familiares, etc.), ni el aspecto médico-legal.

En cuanto a las causas, el síncope puede ser de origen cardíaco, neurológico (neuromediado) u ortostático, es decir, ligado simplemente a la bipedestación.

El 14% de los síncopes son causados ​​por enfermedades cardíacas.

El síncope cardíaco es el más peligroso y puede tener causas mecánicas (cardiopatías congénitas o adquiridas) o arrítmicas.

El síncope neuromediado representa alrededor del 70 % de los síncopes y se caracteriza por una caída repentina de la presión arterial y, a veces, de la frecuencia cardíaca, lo que conduce a una reducción del suministro de sangre al cerebro y la consiguiente pérdida del conocimiento.

Este síncope suele desencadenarse por situaciones que provocan un reflejo cardiovascular inverso que, en lugar de provocar un aumento de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial, provoca exactamente lo contrario.

Las situaciones que con mayor frecuencia desencadenan el síncope neuromediado son las emociones, los estímulos dolorosos, permanecer mucho tiempo de pie (postura ortostática prolongada), ambientes calurosos y concurridos, fiebre, deshidratación, baño o ducha caliente, acceso de tos, orinar, etc.

El síncope neuromediado tiene un pico de incidencia entre los 15 y los 19 años de edad y ocurre particularmente en niñas.

Aunque la tendencia a tener síncope está en cierta medida relacionada con la constitución individual, una persona predispuesta no necesariamente tiene que sufrirla toda la vida.

En general, se reconocen periodos con mayor número de episodios y largos periodos en los que no se presentan síntomas.

A menudo, los períodos más difíciles son causados ​​por ciertas deficiencias en la dieta y un estilo de vida poco saludable.

El síncope a veces se confunde con eventos similares al síncope, que no conducen a la pérdida de la conciencia sino que la imitan.

Esto sucede, por ejemplo, en ciertos eventos neuropsiquiátricos como la migraña, la epilepsia, el síndrome vestibular, caracterizados por la aparición repentina de vértigo intenso, depresión y ataques de histeria.

Ciertas alteraciones metabólicas, como anomalías electrolíticas, ciertas enfermedades endocrinas e hipoglucemia, también pueden simular un síncope.

En casos de síncope, es importante recopilar un historial detallado de cada evento

En los niños en edad preescolar, a menudo es la madre quien es la persona más confiable para recopilar información sobre el evento.

Una vez recopilada la anamnesis y examinado al niño, suele ser necesaria una exploración electrocardiográfica, cardiológica, neuropsiquiátrica y metabólica. El objetivo principal es descartar o diagnosticar causas cardíacas que también pueden conducir a la muerte súbita.

En conclusión, el manejo del síncope en la edad pediátrica, si bien no difiere del de la edad adulta, debe tener en cuenta factores relacionados con la edad, como la dificultad del niño para explicar los síntomas y el fuerte componente de ansiedad de los padres, que dificultan el encuadre diagnóstico y tratamiento mucho más difícil.

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Gesù Bambino

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