Esófago de Barrett: diagnóstico precoz y tratamiento

El esófago de Barrett es una enfermedad del esófago que implica la alteración de la mucosa esofágica, más a menudo relacionada con el reflujo del jugo ácido gástrico (enfermedad por reflujo gastroesofágico - ERGE)

Esta alteración, también llamada metaplasia intestinal ('metaplasia' del griego 'transformación'), es un estado reversible, pero, si no se trata, puede convertirse en una proporción afortunadamente modesta de pacientes en una condición precancerosa (primero de bajo grado y luego displasia de alto grado) y con el paso de los años se convierte en una neoplasia maligna.

Esófago de Barrett, ¿en quién se encuentra la enfermedad?

El esófago de Barrett tiene una prevalencia de entre el 0.5% y el 2% de la población mundial adulta.

En particular, se encuentra con frecuencia en:

  • hombres de etnia caucásica;
  • edad entre 50 y 60 años;
  • pacientes con reflujo gastroesofágico de larga evolución (a menudo inconscientes y/o sintomáticos de dicho reflujo).

Para dar algunas cifras, basta mencionar que entre el 5 y el 15% de los pacientes con reflujo gastroesofágico sintomático tienen esófago de Barrett y que esto, a su vez, aumenta el riesgo de desarrollar neoplasia esofágica entre 30 y 120 veces más que en la población general. población.

La manifestación de la enfermedad por reflujo es vaga y con un pobre cuadro clínico de síntomas.

Estos cuando están presentes son los llamados síntomas típicos.

  • acidez estomacal retroesternal (ardor);
  • malestar epigástrico (a veces después de comer, a veces con el estómago vacío);
  • pesadez posprandial;
  • sensación de reflujo ácido que a veces regresa directamente a la boca.

A veces, la sintomatología incluye los llamados síntomas atípicos, que a menudo el propio paciente pasa por alto, como:

  • tos;
  • ronquera
  • dolor de garganta por la mañana.

Es precisamente por estos signos indirectos e imprecisos de la enfermedad por reflujo gastroesofágico que los pacientes a menudo obtienen un diagnóstico tardío, con el riesgo de que el cuadro, de no ser conocido, se presente en una etapa avanzada.

Para un diagnóstico inicial de esófago de Barrett, el paciente debe someterse a

  • gastroscopia (EGDS);
  • biopsias de la mucosa displásica y, si está presente, de las lesiones.

Es conveniente derivar a un centro con un alto nivel de especialización, tanto en endoscopia como en anatomía patológica, para que no se confunda el cuadro con esofagitis u otras enfermedades más raras del esófago.

Clasificación y tratamiento del esófago de Barrett

La clasificación del esófago de Barrett se basa en la denominada clasificación de Praga.

Se trata de una clasificación endoscópica, por tanto realizada durante la EGDS, que permite cuantificar su extensión, tanto en términos de su circunferencia (C) como de la distancia de su borde superior (M).

Ante tal sospecha, el endoscopista experto deberá tomar biopsias de mucosas según un protocolo muy preciso (protocolo de Seattle con un gran número de muestras tomadas en los 4 cuadrantes a diferentes niveles del esófago) para obtener la confirmación histológica de la sospecha de Barrett', continúan los especialistas.

Estas biopsias serán analizadas por un anatomopatólogo, experto en el manejo de estos casos, quien formulará un diagnóstico preciso del estado de la mucosa.

Así, se puede confirmar solo la metaplasia intestinal o se pueden destacar lesiones cada vez más sospechosas en un sentido degenerativo, que van desde displasia de bajo a alto grado hasta adenocarcinoma de esófago.

La transformación de tales lesiones de metaplasia intestinal a adenocarcinoma de esófago puede ser un proceso muy lento a lo largo de los años, pero debe ser interceptado, diagnosticado y tratado.

Por ello es fundamental un abordaje multidisciplinar de la enfermedad, en el que participen junto al cirujano el gastroenterólogo, el endoscopista y el anatomopatólogo.

Este último es también el especialista central en el tratamiento del paciente que ha evolucionado de esófago de Barrett a cáncer de esófago, y en esta vía de tratamiento también participan otras figuras profesionales, a saber, el oncólogo, el radioterapeuta, el radiólogo, el médico nuclear y el enfermero orientador.

Dependiendo de la clasificación, el esófago de Barrett se puede tratar con múltiples enfoques:

  • terapia farmacológica con inhibidores de bomba y seguimiento endoscópico;
  • tratamiento quirúrgico con plástico antirreflujo: la enfermedad de Barrett está asociada con la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) y el plástico antirreflujo disminuye/cierra el efecto dañino del ácido gástrico en el esófago;
  • tratamiento endoscópico, mediante ablación (quemadura superficial) o extirpación (EMR – ESD) de la parte lesionada de la mucosa.

Nutrición y esófago de Barrett

No existe una dieta específica para la prevención o el tratamiento del esófago de Barrett.

Nos referimos por tanto a una dieta/dieta que contrarresta el reflujo gastroesofágico y por tanto la inflamación del esófago.

También es necesario tener hábitos dietéticos-conductuales que ayuden a controlar el reflujo.

Éstos incluyen:

  • evitando las comidas copiosas
  • comer una dieta baja en grasas;
  • comer despacio, masticar bien;
  • no acostarse después de comer;
  • evitar alimentos demasiado calientes o fríos;
  • no fume y no beba alcohol.

Desarrollo neoplásico: diagnóstico y tratamiento

Una vez realizado el diagnóstico de sospecha de esófago de Barrett, las biopsias destacan la presencia o no de lesiones neoplásicas y, en caso afirmativo, estratifican el riesgo de evolución.

Si se confirma el diagnóstico de adenocarcinoma de esófago, el paciente debe ser atendido por el equipo multidisciplinario, que elabora un algoritmo de tratamiento personalizado.

Se llevarán a cabo una serie de investigaciones exhaustivas, como ecoendoscopia, tomografía computarizada de tórax y abdomen, resonancia magnética y tomografía por emisión de positrones, y en función de la estadificación preoperatoria, se decidirá el curso del tratamiento.

La creación de Equipos Multidisciplinarios dedicados a la patología ha permitido compartir ideas, conocimientos científicos y por ende decisiones, lo que sin duda redunda en una mejor oportunidad de tratamiento para el paciente.

La tarea del equipo multidisciplinar es también llevar al paciente al quirófano en las mejores condiciones posibles, tanto desde el punto de vista nutricional como de rendimiento físico, por lo que la responsabilidad del paciente por parte del fisioterapeuta y nutricionista es fundamental.

Una vez que se han completado todas las investigaciones preoperatorias, el paciente puede ser un candidato directo para la cirugía de esofagectomía o, en la mayoría de los casos, para el tratamiento de quimioterapia o quimiorradioterapia antes de la cirugía.

La intención de dicho tratamiento, si está indicado, es reducir el tamaño de la lesión neoplásica y los ganglios linfáticos agrandados que puedan estar presentes, para tener un mejor control de la enfermedad y disminuir el riesgo de recurrencia a distancia.

Cirugía de esofagectomía

La cirugía de esofagectomía es una de las operaciones más complejas del sistema digestivo.

Implica la extirpación de parte del estómago y parte del esófago junto con los ganglios linfáticos regionales, y la parte restante del esófago y la parte del estómago que se ha conservado se "tubulan" y se transponen al tórax.

Debido a la ubicación anatómica del estómago y el esófago, esta operación requiere una fase abdominal y una torácica y puede realizarse por la vía tradicional en cirugía abierta, pero hoy en día principalmente por la vía mínimamente invasiva, es decir, por laparoscopia (en tiempo abdominal) y toracoscopia (en tiempo torácico).

Tras la operación, el paciente, tras unos días en los que la nutrición artificial garantiza el aporte calórico, puede volver a comer por la boca modificando un poco sus hábitos.

La dieta debe fraccionarse en comidas pequeñas y frecuentes, 5/6 veces con varias meriendas intercaladas a lo largo del día y comidas principales menos abundantes.

Después de unos meses, la calidad de vida del paciente es excelente y no hay limitaciones.

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Fuente

GSD

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