Infecciones de la mucosa vesical: cistitis

La cistitis es una inflamación de la mucosa de la vejiga, aguda o crónica, que afecta a muchas personas, especialmente a las mujeres

Esta condición se caracteriza por la sensación de tener que orinar con frecuencia y una sensación de incomodidad en la zona íntima.

Las mujeres en particular sufren de cistitis y existen muchos factores de riesgo para el desarrollo de esta inflamación.

Esta patología puede ser muy desagradable para el paciente y los síntomas son distintos según el nivel de gravedad y varían de persona a persona.

Ciertamente, la cistitis puede empeorar la calidad de vida de una persona, pero por lo general no es una afección potencialmente mortal.

En casos más extremos, cuando la afección no se trata adecuadamente, puede haber complicaciones, como la propagación a los riñones o sistémicamente, pero si se reconoce y trata a tiempo, el cuadro avanza rápidamente hacia una resolución sin complicaciones.

Es una buena idea informar al médico si aparecen molestias que se pueden atribuir a la cistitis, para evitar que empeoren.

La cistitis tiende a curarse en unos pocos días con tratamiento antibiótico.

formas de cistitis

La cistitis no suele ser una condición peligrosa, pero puede ser muy molesta.

Es posible clasificar la cistitis en dos categorías: simple o compleja (esta última también conocida como 'complicada').

La cistitis simple es la forma más común y también la más conocida, caracterizada por los síntomas más tradicionales, como la necesidad de orinar con frecuencia, ardor y dolor en el bajo vientre.

La cistitis complicada, en cambio, es la forma más grave, presentando síntomas adicionales a los tradicionales, como la presencia de sangre en la orina, aumento de la temperatura corporal (fiebre) e infecciones de otras estructuras del tracto urinario.

Si se sospecha de una cistitis de este tipo, es necesario que un especialista la examine para encontrar rápidamente el tratamiento más adecuado.

En los hombres, la cistitis puede provocar dificultad para vaciar la vejiga y, en consecuencia, estancamiento de la orina, lo que predispone a nuevos procesos infecciosos en el tracto urinario.

La cistitis también se puede dividir en infecciosa y no infecciosa.

La cistitis infecciosa es la más común y representa el 90% de todas las formas de cistitis. Un ejemplo de estas cistitis son las infecciones bacterianas por Escherichia coli.

Las cistitis no infecciosas son aquellas causadas por una reacción a un insulto no infeccioso.

Las más comunes son las cistitis radioinducidas (o actínicas), causadas por el daño inducido en la vejiga por las radiaciones ionizantes que se utilizan habitualmente en radioterapia para tratar tumores de estructuras vecinas o de la propia vejiga.

¿Cuáles son las causas de la cistitis?

Las causas de la cistitis son diferentes ya menudo combinadas.

Aunque la vejiga es especialmente resistente a las infecciones, gracias a las propiedades desinfectantes de la orina, ciertas condiciones pueden provocar una disminución de los mecanismos de defensa del organismo ante un ataque bacteriano.

Hay varios factores que pueden causar cistitis

Entre los más comunes se encuentran:

  • el uso de antibióticos, que pueden promover el crecimiento de bacterias resistentes,
  • carga de tensión excesiva,
  • dieta irregular e incorrecta,
  • problemas de higiene íntima, como higiene excesiva o deficiente,
  • el uso de tampones,
  • uso de productos como un diafragma o cremas espermicidas que alteran la acidez vaginal y disminuyen su capacidad de defensa,
  • relaciones sexuales sin protección,
  • el catéter,
  • piedras o tumores,
  • hipertrofia prostática,
  • divertículos,
  • la presencia de glucosa en la orina, que puede causar un crecimiento bacteriano significativo (la diabetes también puede considerarse un factor de riesgo para la cistitis).

Diagnóstico de cistitis

La forma más fácil de diagnosticar la cistitis es hablar con su médico, informándole de los diversos síntomas.

Las características de la cistitis facilitan la sospecha, ya que los síntomas suelen presentarse simultáneamente y son específicos de esta afección.

Incluso cuando está claro que se trata de una cistitis, el médico puede requerir pruebas específicas para confirmar la sospecha diagnóstica.

Para diagnosticar la cistitis puede ser necesario un urocultivo, es decir, el análisis de bacterias en la orina a partir de una muestra proporcionada por el paciente.

Crucial para el éxito de esta prueba es el uso de un recipiente estéril, que se proporciona en el hospital o farmacia

En el laboratorio también se comprueba la presencia de diversos elementos en la muestra biológica recogida como proteínas, sangre, glucosa y cetonas.

Para conocer el estado de salud del paciente, se analizan las reacciones de estos componentes con determinados productos químicos.

Una prueba físico-química de la orina también puede ser útil, ya que permite evaluar características importantes como el color y la densidad.

Si estas pruebas resultaran negativas o se produjeran valores particularmente alterados, es posible que se requieran más pruebas.

Curas para la cistitis

No existe una cura única y universal para la cistitis.

Habitualmente, si la causa es bacteriana, se administra antibioterapia empírica para resolver el problema.

Gracias al uso de estos antibióticos, es posible curar esta inflamación.

Es bueno recordar que un primer episodio de cistitis es un factor de riesgo para el desarrollo de un nuevo episodio más adelante en la vida.

Con la terapia antibiótica correcta, los síntomas desaparecen.

Una correcta terapia antibiótica reequilibra la flora bacteriana vesical, reduciendo el riesgo de desarrollar nuevos episodios.

Aquellos que sufren de cistitis recurrente deben tomar terapia antibiótica profiláctica para prevenir recaídas.

Sin embargo, para que esta terapia funcione, debe estar dirigida para que actúe sobre la bacteria que causa la infección.

Por ello, es importante identificar primero el tipo de bacteria responsable mediante la realización de un antibiograma, para poder entender qué antibiótico puede ser más efectivo, ya que no todos son iguales.

En ocasiones el antibiótico puede ir acompañado de un suplemento que lo haga más efectivo, ayudando a eliminar las bacterias de las paredes de la vejiga.

Un ejemplo es la D-manosa, que se puede administrar en combinación con el antibiótico para eliminar E. coli.

Cuando se sufre de cistitis, es recomendable hidratar el cuerpo bebiendo al menos dos litros de agua al día.

De esta manera, el cuerpo puede expulsar las bacterias más fácilmente.

La hidratación adecuada hace que la curación sea más rápida y el tratamiento más eficaz.

Existe un tipo de cistitis, conocida como cistitis coital, que ocurre después de la relación sexual y, en este caso, la abstinencia sexual puede ser indispensable para no irritar más la mucosa vaginal, vía de entrada frecuente de patógenos.

Cistitis en el embarazo

La cistitis puede estar relacionada con el embarazo debido a los constantes cambios en el cuerpo de una mujer en este delicado momento.

Durante el embarazo, una mujer experimenta muchos cambios fisiológicos, incluidos cambios hormonales que pueden hacer que la vejiga sea más susceptible a desarrollar infecciones.

En particular, el aumento de la progesterona puede provocar una disminución del tono uretral y una alteración del flujo urinario.

Esto da como resultado una mayor probabilidad de reflujo, lo que predispone al desarrollo de infecciones.

La compresión que ejerce el útero en crecimiento también puede dificultar el vaciado completo de la vejiga.

En el caso de la cistitis en el embarazo, es recomendable seguir un tratamiento antibiótico que asegure el menor riesgo posible para la madre y el feto, curando así la infección y previniendo complicaciones, como infecciones renales, que pueden derivar en un parto prematuro.

En cualquier caso, es recomendable consultar al médico de cabecera y al ginecólogo para obtener el tratamiento adecuado.

Prevención de la cistitis

Para prevenir la cistitis, es fundamental adoptar un estilo de vida saludable, prestando especial atención a la alimentación.

Puede ser útil mantener una flora intestinal saludable para prevenir enfermedades de la vejiga, por ejemplo, tomando yogur y alimentos a base de miso, que son ricos en probióticos.

Los alimentos para prevenir la cistitis también son aquellos ricos en fibra como los cereales integrales, que evitan desequilibrios en la flora bacteriana.

Las frutas y verduras deben consumirse en temporada y frescas, para evitar los aditivos utilizados en la agricultura. De esta forma, el intestino se fortalece y se hidrata correctamente.

Varios estudios han demostrado la eficacia de las frutas, especialmente de los frutos rojos como los arándanos y las moras, en la prevención de episodios de cistitis.

Los alimentos que debe evitar son aquellos que pueden aumentar la inflamación, como los que son picantes, picantes o altos en azúcar. Los alimentos excesivamente picantes o condimentados pueden causar inflamación del tracto urinario, lo que puede predisponer a la colonización por bacterias patógenas.

Un consumo elevado de azúcar podría dar lugar a una proliferación de bacterias en la vejiga que dificultaría su eliminación.

Finalmente, una forma de prevenir la cistitis es, sin duda, consumir la cantidad de agua recomendada al día, que, en adultos, corresponde a al menos 2 litros por día.

Si uno practica deporte, esta cantidad puede aumentar, ya que el cuerpo puede necesitar hidratación adicional

La hidratación favorece la eliminación de las bacterias de la vejiga, lo que dificulta su proliferación.

Es importante reconocer los síntomas de la cistitis en una etapa temprana y buscar una consulta con su médico, para que pueda obtener más información sobre cómo tratar el trastorno y prevenir nuevos episodios. De esta forma, puede obtener asesoramiento profesional sobre qué solución se adapta mejor a sus necesidades.

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