Lesiones de ligamentos: síntomas, diagnóstico y tratamiento

Los ligamentos son las fibras que unen los huesos entre sí. Están formados por fibras muy fuertes, pero si se someten a una carga demasiado alta, pueden lesionarse.

¿Cómo se pueden conservar los ligamentos y cuáles son los síntomas de una lesión de ligamentos?

Los ligamentos esqueléticos son fuertes cintas fibrosas, estiradas como puentes entre huesos adyacentes, que 'unen' los huesos entre sí, siendo así, como la cápsula articular, uno de los medios de fijación de las articulaciones móviles.

Esto significa que guían y limitan nuestros movimientos, evitando que los traumatismos y el estrés excesivo dañen las articulaciones y hagan que pierdan su conexión normal entre sí.

Por lo tanto, realizan una función estabilizadora primaria muy importante, pero también tienen un papel propioceptivo considerable.

De hecho, a nivel ligamentario existen numerosos receptores nerviosos que, junto con las estructuras propioceptivas presentes a nivel de músculos, tendones y cápsulas, informan constantemente al sistema nervioso central (SNC) sobre el estado del aparato locomotor, para que éste puede intervenir regulando el tono muscular, la postura, el equilibrio, la coordinación y la actividad de los diferentes grupos musculares según las distintas situaciones en las que nos encontremos.

Cuando realizamos un movimiento fisiológico, por tanto, los músculos al activarse mueven los huesos, pero sólo pueden hacerlo dentro de los límites permitidos por la articulación y los medios de fijación que tienden a preservar la integridad de las diferentes estructuras anatómicas no sólo mecánicamente sino también gracias al control del SNC.

¿Por qué se pueden lesionar los ligamentos?

Como todas las demás estructuras del aparato locomotor, los ligamentos también tienen sus propias características de resistencia al trauma y al estrés, pudiendo oponerse a las fuerzas aplicadas solo dentro de ciertos límites.

Límites dictados, en particular, por su estructura fibrosa que los hace muy resistentes pero poco elásticos y por tanto poco deformables bajo la acción de cargas elevadas.

De hecho, están formados en un 70/80% por fibras de colágeno tipo 1, extraordinariamente resistentes a la tracción frente a un alargamiento completamente despreciable (5%), mientras que sólo un pequeño porcentaje de ellas están formadas por fibras elásticas muy extensibles. pero no muy resistente.

De hecho, su longitud puede aumentar hasta un 150% bajo una carga particularmente baja (lo que explica por qué los ligamentos reaccionan bien al estiramiento), pero con cargas altas, estas fibras se rompen repentinamente, ya que su fuerza es aproximadamente 5 veces menor que la de fibras de colágeno

Cómo se lesionan los ligamentos

Al ser estructuras muy fuertes pero poco elásticas, los ligamentos, cuando se someten a un estiramiento rápido provocado por fuerzas que superan la resistencia máxima a la tracción de sus fibras, primero se estiran, luego se desgarran y finalmente se rompen.

Las lesiones pueden ser de diferentes grados dependiendo de la extensión del trauma:

Grado 0: existe un traumatismo articular en el que no se observa daño anatómico en los ligamentos.

Grado 1: hay un traumatismo menor que provoca distracción del ligamento (daño a nivel microscópico, sin interrupción de la continuidad).

Grado 2: hay traumatismo medio que provoca rotura parcial del ligamento con disrupción de algunas fibras.

Grado 3: hay un trauma severo que causa la ruptura completa del ligamento.

¿Cuáles son los mecanismos de lesión?

Las fuerzas lesionales capaces de dañar los ligamentos suelen desarrollarse en traumatismos articulares, como esguinces y dislocaciones, en los que la articulación se somete a esfuerzos más allá del límite normal de movimiento o en planos distintos a los del movimiento fisiológico.

Por ejemplo, en la articulación de la rodilla, el ligamento que se lesiona con más frecuencia es el ligamento cruzado anterior, que se rompe fundamentalmente por un traumatismo de tipo distorsión en la flexión de la rodilla.

Puede ocurrir, por tanto, que el pie quede pegado al suelo mientras la rodilla realiza un movimiento de rotación en el que la tibia gira hacia el exterior, o que un traumatismo directo en el lateral de la rodilla provoque una tensión en valgo.

A nivel del tobillo, en cambio, los ligamentos que se lesionan con más frecuencia son los del compartimento lateral y más concretamente el ligamento peroneo-astragálico anterior.

E incluso en este caso, es esencialmente un trauma distorsionador lo que causa la lesión del ligamento.

Puede ocurrir, en efecto, que a causa de un bache o de un resbalón, o de un impacto tras un salto o en cambios bruscos de dirección, el pie en su contacto con el suelo sufra un trauma brusco de inversión, realizando así un movimiento en varo, supinación y flexión plantar que excede los límites fisiológicos permitidos por la articulación.

En estos traumatismos, el primer ligamento afectado es el ligamento peroneo-astragálico anterior, pero en traumatismos más violentos también pueden verse afectados los ligamentos peroneo-calcáneo y peroneo-astragálico posterior.

En el hombro, en cambio, son mucho más frecuentes las luxaciones tanto de la articulación escapulohumeral como de la articulación acromioclavicular.

En estas lesiones, la rotura de los medios de fijación provoca la pérdida completa y permanente de la relación entre las dos cabezas articulares.

Los traumatismos de baja energía, como las caídas accidentales, o los traumatismos de alta energía, como los accidentes de motocicleta, en los que la cabeza humeral es forzada hacia afuera por la acción de una palanca o de otro modo es forzada al grado máximo de movimiento para que los ligamentos fallen, pueden provocar la luxación del hombro.

La luxación de la articulación acromioclavicular, por otro lado, es causada principalmente por caídas sobre el hombro en aducción, durante las cuales el acromion es empujado hacia abajo.

En este caso, dependiendo de la extensión del traumatismo, puede haber una distracción de los ligamentos acromioclaviculares en traumatismos leves, rotura de ligamentos acromioclaviculares con subluxación acromioclavicular en traumatismos graves y luxación con rotura completa de todos los ligamentos acromioclaviculares y coracoclaviculares. ligamentos en traumas severos.

Otras lesiones pueden ser causadas por esfuerzos submáximos repetitivos que resultan en micro-rupturas del ligamento seguidas de reacciones inflamatorias y, a veces, calcificaciones en los tejidos del ligamento afectado.

¿Cuáles son los síntomas de una lesión de ligamentos?

Si el trauma que causó la lesión del ligamento fue un esguince medio o severo, uno se quejará de dolor, evocado por la palpación en el sitio de la lesión del ligamento capsular.

La articulación comenzará a hincharse por derrame intrarticular o extravasación hemorrágica extraarticular y se puede percibir una sensación de laxitud e inestabilidad si la lesión ligamentosa es completa.

Si, por el contrario, la lesión fue provocada por una luxación, entonces el dolor irá acompañado de una actitud defensiva del miembro con incapacidad casi total para realizar cualquier tipo de movimiento activo o pasivo.

Y si la articulación afectada es superficial, también se puede notar una alteración de su perfil anatómico normal.

¿Cómo se diagnostica una lesión ligamentosa?

La recopilación anamnésica y el examen objetivo por sí solos pueden hacer sospechar una lesión ligamentosa que, sin embargo, puede confirmarse, si es necesario, mediante el uso de otras investigaciones instrumentales como la TC o la RM.

Las radiografías, por otro lado, deben tomarse siempre para excluir la concomitancia de posibles fracturas o alteraciones de las relaciones articulares normales.

¿Cuál es el tratamiento más adecuado?

Por lo general, las lesiones de ligamentos se tratan de forma conservadora.

Esto se debe a que los ligamentos están bastante vascularizados y tienen una capacidad reparadora bastante buena, por lo que sólo se recurre a la cirugía en situaciones especiales.

Por ejemplo, el tratamiento del ligamento cruzado anterior es quirúrgico porque este ligamento nunca cura espontáneamente sino que tiende progresivamente a morir y atrofiarse.

Por ello se recurre a la reconstrucción del ligamento una vez resuelta la fase aguda, pudiendo utilizarse para ello el tercio medio del tendón rotuliano, los tendones gracilis y semitendinoso, injertos de cadáver y ligamentos artificiales.

Para el tratamiento de los ligamentos del compartimento lateral del tobillo se prefiere un abordaje conservador, siguiendo el protocolo PRICE (protección, reposo, hielo, compresión, elevación) inmediatamente después de la lesión en fase aguda.

Actualmente, se prefiere la inmovilización de la articulación con aparatos ortopédicos o vendajes funcionales frente a la inmovilización total. inmovilización con una bota de yeso para reducir el riesgo de complicaciones como la rigidez articular y promover una mejor reparación de los tejidos.

La solución quirúrgica sólo es necesaria en el caso de que la lesión sea a nivel de la inserción del ligamento con desprendimiento de un fragmento óseo que deba ser reinsertado si la fractura tiene indicación quirúrgica o si existe una diástasis importante de la sindesmosis tibioperonea distal.

El tratamiento de las lesiones acromioclaviculares también es mayoritariamente conservador con protección de la extremidad en la bolsa del brazo durante 2-3 semanas, mientras que solo las luxaciones más graves requieren cirugía.

E incluso para el hombro, una vez reducida la luxación, se sigue un tratamiento conservador en el que se inmoviliza la articulación para favorecer la cicatrización de las estructuras ligamentarias lesionadas.

¿Por qué es importante la fisioterapia?

En el caso de una lesión de ligamento, la rehabilitación es sumamente importante y esto se debe a que el fisioterapeuta, conociendo los procesos reparadores y utilizando las herramientas adecuadas, puede influir positivamente en el proceso de curación del ligamento lesionado, que suele requerir tiempos de recuperación bastante prolongados que van desde 4 -6 semanas para lesiones moderadas a 6 o más meses para roturas completas tratadas con cirugía.

En la fase aguda, que es la fase inmediatamente posterior a la lesión del ligamento, se desencadena una reacción inflamatoria que se manifiesta externamente, como ya hemos comentado, con dolor, hinchazón e impotencia funcional, pero que corresponde internamente a la activación de células, procesos químicos y vasculares.

De hecho, hay una vasodilatación que lleva las células inflamatorias al sitio de la lesión con la tarea de eliminar el tejido muerto, al tiempo que estimula la síntesis de tejido de reparación.

Se trata pues de una fase muy delicada en la que el fisioterapeuta debe intervenir con el objetivo de controlar la inflamación y facilitar la cicatrización y puede hacerlo aplicando el protocolo PRICE, manteniendo la integridad de los tejidos blandos y articulares mediante una adecuada dosificación de movimientos pasivos en la umbral del dolor y haciendo uso de fisioterapia antiinflamatoria y analgésica como Tecar, laserterapia, hipertermia, ultrasonido, etc.

En la fase subaguda de reparación y cicatrización, por el contrario, los signos de inflamación van disminuyendo progresivamente hasta cesar, mientras que la síntesis y depósito de colágeno se intensifica, aunque todavía es inmaduro y frágil y, por tanto, fácilmente dañado.

En esta fase, el fisioterapeuta sabe que aplicando los esfuerzos mecánicos adecuados puede promover la correcta alineación funcional de las fibras recién formadas, por lo que deberá dosificar los ejercicios y movimientos estimulando la cicatrización del tejido aún débil, sin lesionarlo. .

Para evitar la formación de adherencias y favorecer la movilización del ligamento, el fisioterapeuta tiene a su disposición diversas técnicas de masaje apoyadas también por el uso de HERRAMIENTAS DA.MA que permiten la movilización del tejido en todas las direcciones dosificando la fuerza.

En la fase crónica, por otro lado, ya no hay ningún signo de inflamación, el tejido cicatricial recién formado continúa reforzándose y reestructurándose, las fibras de colágeno se vuelven más gruesas y se reorientan en respuesta al estrés mecánico.

En esta fase, el fisioterapeuta debe elaborar un programa de ejercicio progresivo, no sólo en términos de fuerza y ​​resistencia, sino también desde el punto de vista propioceptivo, con el fin de restablecer las funciones estabilizadoras y propioceptivas del ligamento y permitir que el paciente reanude su actividad. actividades funcionales y laborales.

¿Cuál es el consejo para las personas con lesiones de ligamentos?

Por lo tanto, las lesiones de ligamentos, como muchos otros tipos de lesiones, deben tratarse con prudencia, sin dejar nada al azar.

Por ello, se hace imprescindible contar con las manos expertas de un fisioterapeuta para ayudar a restablecer las funciones específicas del ligamento evitando la aparición de otras complicaciones.

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