Ataques de pánico: ¿pueden aumentar en los meses de verano?

Los ataques de pánico se manifiestan con la aparición repentina de un miedo intenso o una sensación de malestar y se caracterizan por una serie de síntomas tanto físicos como cognitivos.

Su etiología es multifactorial; pueden ocurrir en individuos con temperamento ansioso, que presentan 'familiaridad', luego de eventos estresantes, pero también de forma repentina y sin motivo aparente.

Los ataques de pánico, especialmente cuando se estructuran como un trastorno de pánico, pueden intensificarse en los meses de verano debido al aumento de las temperaturas y al cambio de rutina de los periodos vacacionales.

Ataques de pánico: qué son y qué los provoca

'El primer AP nunca desaparece'.

Esta es una triste verdad conocida por todos aquellos que las padecen o las han padecido.

Este evento, en el que los pacientes experimentan un miedo intenso a morir, o a perder el control de su cuerpo y mente, puede llevar a las personas a desarrollar un estado de alerta y angustia constante ligado al miedo a que tal evento pueda volver a ocurrir, el llamado 'Miedo al miedo'.

Cómo se siente durante un ataque de pánico

El denominador común de los PA es el miedo a perder el control, ya sea del cuerpo o de la mente.

Las manifestaciones que se desarrollan durante un ataque de pánico son tanto somáticas como cognitivas.

Así, los síntomas psíquicos de un ataque de pánico incluyen miedo injustificado; nerviosismo; sensación de entumecimiento mental y percepción de irrealidad en relación con el mundo que lo rodea; dificultad para percibir el propio cuerpo normalmente; y miedo a morir o volverse loco.

Sin embargo, el más común de los síntomas somáticos es la sensación de falta de aire, que alimenta el temor del paciente de que su vida está en peligro.

La falta de aire puede ir acompañada de taquicardia, dolor torácico, dolor de cabeza, dolor gástrico, disentería, sensación de mareo, escalofríos o sudoración acelerada.

Ataques de pánico y agorafobia: ¿Cuál es el vínculo?

Los sujetos después de experimentar un PA tienden a poner en marcha una serie de conductas idealmente protectoras, encaminadas a evitar estar en los lugares o situaciones en las que experimentaron el primer PA, pero esta estrategia es altamente patológica y se traduce en una grave privación de libertad.

El comportamiento agorafóbico (evitación) es precisamente el resultado de la 'Marcha de Pánico'.

Aunque la etimología sugiere que la agorafobia es el miedo a los espacios abiertos, el término generalmente también se usa para describir el miedo relacionado con el miedo de no poder 'escapar' si ocurre un ataque o de no poder ser rescatado.

En particular, la soledad total, ya sea en casa o al aire libre, pero también estar en lugares demasiado concurridos, por ejemplo, el transporte público o un concierto, puede causar incomodidad.

Incluso los lugares cerrados desde los que no es posible moverse, como un avión, un tren o un ascensor, pueden causar ansiedad en el paciente agorafóbico.

Por qué aumenta el comportamiento agorafóbico en verano

Aquellos que sufren ataques de pánico y se involucran en conductas de evitación pueden experimentar un empeoramiento de los síntomas en los meses de verano.

Viajar en medios como transbordadores, aviones, trenes, además de no tener rutas de escape durante la duración del viaje, también suele ser muy concurrido.

Todas situaciones, éstas, que los agorafóbicos normalmente evitarían y que, en cambio, muchas veces se ven obligados a afrontar por necesidades familiares, o para sentirse 'normales'.

El miedo a estar lejos de casa, de las propias referencias, de los hospitales de la propia ciudad, es también una ansiedad que experimentan muchos enfermos de estos problemas cuando se empieza a hablar de vacaciones.

Las vacaciones para los que sufren pánico pueden convertirse en una auténtica pesadilla

Añádase a esto las altas temperaturas: otro factor que podría conducir a un aumento de los síntomas de ansiedad, ya que el calor a menudo provoca sensaciones físicas de fatiga, debilidad y la percepción de 'falta de aire', todas sensaciones que provocan pánico.

Cómo comportarse en presencia de ataques de pánico

Es fundamental que las personas que sufren ataques de pánico consulten con especialistas. Aprender sobre el pánico y cómo gestionarlo, con ejercicios de respiración y técnicas de relajación, es el primer paso para recuperar la libertad y la posibilidad de disfrutar realmente de las vacaciones.

Se necesita un poco de paciencia, pero es absolutamente posible.

Trastorno de pánico y agorafobia: ¿Cómo tratarlo?

La investigación sugiere que un enfoque combinado, es decir, psicológico y farmacológico, es la estrategia de tratamiento preferida.

La terapia cognitiva conductual (TCC) es el enfoque psicoterapéutico reconocido como más efectivo hasta la fecha.

En pocas palabras, es un tipo de curso específico en el que el paciente, con la ayuda del terapeuta, aprende una serie de técnicas para cambiar sus patrones disfuncionales de pensamiento y comportamiento.

Es una terapia que suele durar un tiempo relativamente corto, de 4 meses a un año.

Pero lo realmente crucial es que haya una evaluación precisa y oportuna del caso individual.

Si nota que tiene síntomas que pueden atribuirse al trastorno de pánico o agorafobia, debe buscar ayuda especializada lo antes posible.

De hecho, a menudo existe la creencia errónea de que basta con evitar situaciones o contextos que favorezcan la aparición de ataques de pánico para resolverlos. En realidad, como hemos dicho, los trastornos de ansiedad se ven reforzados por estas conductas y eso de 'mantener a raya el pánico' es solo una ilusión.

Es necesario reconocer el problema y, con el apoyo de un terapeuta, aprender a gestionarlo y afrontarlo para superarlo.

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Fuente:

Humanitas

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