Parasitosis y zoonosis: Equinococosis e Hidatidosis Quística

La equinococosis es una enfermedad parasitaria causada por el equinococo (Echinococcus granulosus), un pequeño gusano plano perteneciente a la familia tenidae

El parásito adulto ataca el intestino de los perros y, más en general, de los cánidos, que son los principales portadores de la enfermedad y, por tanto, se denominan "huéspedes definitivos".

Los huéspedes intermediarios se definen en cambio como el hombre y otras especies animales (ovejas, vacas, cerdos, otros mamíferos salvajes, etc.) que son particularmente susceptibles a contraer esta infección.

La mayor propagación de esta enfermedad se ha encontrado en áreas dedicadas al pastoreo.

De hecho, para que la infección se propague, es necesario que un huésped definitivo, en el que la enfermedad es en su mayoría asintomática, se alimente de un huésped intermedio (piense en perros que cuidan rebaños y entran fácilmente en contacto con los restos de otros animales), reactivando el ciclo de vida del parásito.

Equinococosis e Hidatidosis Quística: el parásito y su ciclo de vida

El equinococo tiene una cabeza cubierta con muchos ganchos, mientras que las tres partes restantes del cuerpo, de tamaño variable, crecen con el tiempo.

Los ganchos de la cabeza son utilizados por el parásito para anclarse a las paredes del intestino del perro.

Una vez anclado, este gusano se divide en un período de tiempo relativamente corto, dejando la última parte de su cuerpo, la que está llena de huevos, para ser excretada por el huésped a través de la defecación.

Los huevos se esparcen en el ambiente circundante, agua o suelo, y son bastante resistentes.

Una vez ingeridos por un huésped intermediario, inician el ciclo de vida del parásito: eclosionan y liberan una larva en el estómago del organismo huésped que ingresa al torrente sanguíneo, desde donde puede llegar potencialmente a cualquiera de los órganos.

Sin embargo, generalmente la larva se detiene en el hígado o los pulmones, más raramente afecta el cerebro o los riñones.

Es precisamente esta etapa de la vida del parásito la que da nombre a la enfermedad que afecta a humanos y animales: la hidatidosis quística.

La larva, en efecto, al llegar a un órgano se asienta allí y forma un quiste, cuyo tamaño aumenta gradualmente con el tiempo, en el que se formarán y multiplicarán muchas otras larvas del parásito (el tamaño y la posición de los quistes en el organismo determinan El peligro).

Equinococosis e hidatidosis quística, cómo se transmite el equinococo

El hombre, como ya se ha dicho, es un organismo huésped intermedio, es decir, un organismo en el que la infección provoca la formación de estos quistes (que pueden alcanzar un tamaño considerable).

La contaminación de los humanos se produce por la ingestión de los huevos del parásito excretados por el perro: por comer alimentos contaminados, usar agua contaminada o por contacto directo con el perro infectado (la saliva o el pelo del animal podrían propagar la enfermedad).

Por lo tanto, las reglas elementales de higiene siguen siendo de suma importancia:

  • lávese bien las manos después de entrar en contacto con un perro (especialmente tenga cuidado con los perros callejeros)
  • prestar atención a la higiene de los niños (que con mucha facilidad se llevan las manos a la boca)
  • lavar bien los alimentos como las verduras y las frutas
  • evitar el contacto con agua contaminada
  • haga que su perro sea revisado regularmente (en el que la infección es en la mayoría de los casos asintomática o se manifiesta como irritación intestinal)

Cómo se manifiestan la equinococosis y la hidatidosis quística

La equinococosis no se presenta con ningún síntoma particular en humanos.

En una etapa temprana, la hidatidosis quística puede ser asintomática y continuar así durante varios años.

Sólo cuando su tamaño aumenta, en ocasiones se denuncia su presencia por dolor abdominal, obstrucción de una vía biliar o, cuando su tamaño es considerable, se palpa al palpar la zona afectada.

Si el quiste se ha formado en el pulmón, puede ocurrir tos y/o dolor en el pecho.

Un quiste grande (puede alcanzar el tamaño de un feto) puede ejercer presión sobre los órganos y tejidos circundantes, dañándolos o provocando su mal funcionamiento.

La integridad del quiste también es un factor determinante.

Si se rompiera, el derrame del líquido que contiene podría causar una reacción anafiláctica en el organismo huésped, lo que provocaría su muerte, o propagar las larvas y, por lo tanto, provocar el nacimiento de muchos otros quistes.

Terapia

No existe tratamiento para esta parasitosis.

En caso de infección, sería recomendable diagnosticar la presencia de quistes en el cuerpo lo antes posible y controlar su desarrollo.

Si se trata de un quiste único, se puede realizar un tratamiento percutáneo, es decir, vaciar el quiste e introducir sustancias desinfectantes y cicatrizantes.

Este tratamiento puede ir seguido de quimioterapia para prevenir la propagación de la infección.

Sin embargo, el tratamiento quirúrgico es peligroso. De hecho, la ruptura accidental o quirúrgica de un quiste puede, como se mencionó anteriormente, provocar la muerte.

La prevención primaria es, por tanto, la terapia más eficaz.

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