Tos ferina: cómo reconocer la tos ferina e identificar el mejor tratamiento

La tos ferina, también conocida como 'tos convulsa', se debe a una infección de las vías respiratorias y es causada por la bacteria Bordetella pertussis

La tos ferina es una enfermedad altamente contagiosa, de comienzo generalmente benigno, que afecta principalmente, aunque no exclusivamente, al grupo de edad de 0 a 5 años y que aparece principalmente en la época estival-otoñal.

Con un período de incubación de unos 10 días, la enfermedad suele durar entre 6 y 10 semanas.

La tos ferina (Pertussis) provoca diferentes síntomas según sus diferentes etapas:

Etapa catarral: en la etapa inicial de la enfermedad, generalmente las dos primeras semanas, los síntomas que se presentan son similares a los de un resfriado:

  • enrojecimiento de los ojos;
  • lagrimeo;
  • Dolor de garganta;
  • tos leve;
  • posible fiebre.

Etapa paroxística: solo en una segunda etapa, con una duración aproximada de 6 semanas, la sintomatología se vuelve más específica:

  • tos paroxística, intensa e incontrolable;
  • dificultad para respirar;
  • grito inspiratorio (sonido típico emitido para tomar aire)
  • expulsión de flema muy espesa y viscosa;
  • posibles arcadas.

En niños muy pequeños, puede aparecer lo siguiente

  • ausencia de respiración
  • coloración azul;
  • asfixia.

Convalecencia: después de la fase paroxística, comienza la fase de convalecencia, caracterizada por el alivio de los síntomas y la mejora del estado general.

Diagnóstico de la tos ferina

Los signos y síntomas de la tos ferina son tales que a menudo es difícil de diagnosticar: de hecho, se trata de síntomas inespecíficos, muy similares, como era de esperar, a los de otras enfermedades respiratorias comunes, como resfriados, gripe o bronquitis.

Es el grito inspiratorio, propio de la fase paroxística, el que facilita el reconocimiento.

Se pueden realizar varias investigaciones:

  • examen de cultivo de la flema para buscar la presencia de la bacteria de la tos ferina
  • análisis de sangre para anticuerpos específicos, producidos por el sistema inmunitario tras el contacto con la bacteria;
  • reacción en cadena de la polimerasa (PCR): una prueba sofisticada, siempre realizada en las secreciones del paciente.

Menos específicos para el diagnóstico, por otro lado, son los análisis de sangre comunes y una radiografía de tórax, útiles para detectar si la tos ferina posiblemente haya causado neumonía.

Cómo tratar la tos ferina

Para tratar la tos ferina, acortar el tiempo de contagio y su duración, los especialistas recurren a antibióticos, como la eritromicina.

Para aliviar los síntomas, también se pueden recetar sedantes para la tos y medicamentos antiespasmódicos.

Si los bebés y los niños muestran síntomas graves, puede ser necesaria la hospitalización.

Además de antibióticos, medicación y hospitalización, en caso necesario, conviene tomar algunas precauciones:

  • beba muchos líquidos para evitar la deshidratación debido a la respiración frecuente;
  • comer comidas pequeñas y frecuentes, para evitar vómitos después de la tos;
  • cubrirse la boca, lavarse las manos con frecuencia y usar mascarilla en presencia de otras personas para prevenir el contagio.

Complicaciones de la tos ferina

Si bien la tos ferina puede ser grave en bebés e infantes, los adolescentes y adultos a menudo se recuperan sin problemas.

Las complicaciones pueden deberse a una tos excesiva, lo que a veces resulta en:

  • costillas rotas;
  • hernias abdominales;
  • vasos sanguíneos rotos en la piel o el blanco de los ojos;
  • hemorragias nasales

Las complicaciones más graves son:

  • otitis
  • bronquitis
  • neumonía;
  • Complicaciones neurológicas, como convulsiones y encefalitis.

La vacuna

Sin embargo, la mejor manera de prevenir la tos ferina sigue siendo la vacunación.

Esta última, recordemos, es obligatoria y se realiza en lactantes junto con el virus hexavalente, con un posterior refuerzo en la adolescencia.

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Fuente:

GSD

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