Piel, ¿cuáles son los efectos del estrés?

La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo, y como cualquier otra parte del cuerpo, puede verse afectada por el estrés

Por estrés entendemos aquel estado de cansancio psicofísico, inducido en el organismo por estímulos externos (estresores) que pueden ser de distinta naturaleza, incluyendo la física, como una enfermedad o un trauma, pero también psicológica, como una intensa emoción o un estado de ansiedad o preocupación (por ejemplo en relación con el trabajo, la familia, la escuela, las relaciones, etc.).

Un período particularmente intenso de estrés puede afectar la salud y el bienestar de una persona.

En lo que a la piel se refiere, el estrés puede agravar o reactivar algunas enfermedades de la piel.

¿Cuáles son estas patologías? ¿Cómo reacciona la piel al estrés?

Varios estudios han demostrado cómo el estrés afecta a diversas enfermedades dermatológicas contribuyendo a los procesos inflamatorios.

De hecho, el estrés puede actuar sobre el eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal e inducir la liberación de mediadores proinflamatorios del sistema nervioso periférico a las células de la piel.

El estrés en sí mismo no es causa de patologías, pero puede exacerbar síntomas o exacerbar patologías crónicas.

Todas las enfermedades inflamatorias o inmunomediadas que tienen manifestaciones cutáneas pueden agravarse por el estrés.

Por ejemplo, hablemos de:

  • psoriasis
  • Dermatitis atópica
  • alopecia areata
  • enfermedades ampollosas (como el penfigoide)
  • Herpes Simple
  • herpes zoster (o culebrilla)
  • sincero.

Psoriasis y estrés

La psoriasis es una enfermedad inflamatoria caracterizada por la formación de placas elevadas rojas cubiertas de escamas de color blanco plateado.

La formación de estas placas está relacionada con una alteración del proceso de crecimiento de la epidermis.

El estrés es uno de los principales factores ambientales que influyen en el progreso de la psoriasis.

Es bastante habitual que los pacientes informen de un acontecimiento especialmente estresante en su vida (como un luto grave) tras el cual hayan notado la aparición de las primeras placas en la piel o la reaparición de la enfermedad tras un largo periodo de reposo.

Dermatitis atópica y estrés

La dermatitis atópica es la forma más común de eccema.

Quienes padecen dermatitis atópica perciben un picor intenso, tienen la piel enrojecida y, en los casos más graves, pueden notar la presencia de vesículas y costras.

La dermatitis atópica es más común en niños, pero también afecta cada vez más a pacientes adultos.

No solo la enfermedad en sí misma puede empeorar bajo el estrés, sino que también la picazón, uno de los principales síntomas de esta enfermedad, generalmente aumenta en situaciones estresantes y puede desencadenar un círculo vicioso de inducir el rascado y agravar la enfermedad en sí.

Otras formas de dermatitis relacionadas con el eccema (como el eccema numular o el prurigo nodular) también pueden empeorar o “reavivarse” por eventos estresantes.

Piel: dermatitis seborreica y estrés

La dermatitis seborreica se caracteriza por una piel enrojecida y escamosa en las zonas del cuerpo donde hay mayor presencia de glándulas sebáceas, como la cara, el cuero cabelludo y el escote.

La dermatitis seborreica, en la cara, aparece en los costados de la nariz, las cejas y alrededor de las orejas, mientras que en el cuero cabelludo produce una descamación más o menos intensa, comúnmente llamada “caspa”.

La dermatitis seborreica es muy sensible a estados estresantes y puede empeorar en momentos de mayor malestar.

Piel: alopecia y estrés

La alopecia areata se caracteriza por la pérdida de cabello en parches más o menos grandes en el cuero cabelludo.

En ocasiones también puede afectar a la barba y otras zonas pilosas del cuerpo.

En las formas más severas, puede ocurrir pérdida completa del cabello (alopecia totalis) o de todo el vello corporal (alopecia universalis).

Las personas que padecen alopecia areata pueden notar la aparición de nuevos parches de pérdida de cabello junto con períodos de la vida particularmente estresantes.

Rosácea y estrés

La rosácea es una enfermedad benigna de la piel que consiste en enrojecimiento de la piel, primero temporal y luego permanente, de la cara, especialmente las mejillas y el puente de la nariz.

Se produce por una regulación alterada de la vasodilatación de la piel, que puede verse exacerbada por diversos factores, como el paso en dos ambientes a diferente temperatura, la exposición al sol y el estrés.

Acné y estrés

Aunque inducido por causas multifactoriales (hormonales, inflamatorias y microbianas locales), el acné puede verse afectado por eventos estresantes.

Bajo estrés, el cuerpo tiende a producir algunas hormonas que estimulan las glándulas sebáceas y los folículos pilosos e inducen un aumento de la inflamación de la piel.

Además, el rascado inducido por el estrés contribuye a empeorar el acné.

El virus del herpes y el estrés

Quienes padecen herpes simplex (herpes labial) saben muy bien que la enfermedad se “reaviva” con la aparición de dolorosas ampollas.

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Fuente

Humanitas

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