Infecciones del tracto urinario: síntomas y diagnóstico de la cistitis

Hablemos de cistitis: las infecciones urinarias son un importante problema de salud por su prevalencia y morbilidad

Representan un proceso inflamatorio de carácter infeccioso que afecta a una parte del tracto urinario inferior, la vejiga, caracterizado por la presencia de una importante carga bacteriana.

En los Estados Unidos, son responsables de aproximadamente siete millones de visitas ambulatorias y más de un millón de ingresos hospitalarios cada año.

En 1863, el gran Luis Pasteur demostró que la orina puede permitir el crecimiento bacteriano. El crecimiento y posterior desarrollo de bacterias puede ocurrir en los riñones (pielonefritis), en la vejiga (cistitis), en la uretra (uretritis) y en la próstata (prostatitis).

La cistitis no es más que una inflamación de la vejiga urinaria

Es causada por una infección ascendente y puede variar desde un simple proceso flogístico hasta una patología grave que en ocasiones puede migrar para afectar el tracto urinario superior, es decir, los riñones, llegando a la muerte por uremia.

Afortunadamente, este escenario ocurre muy raramente.

Además de ocurrir debido a una infección ascendente, puede desarrollarse a partir de una infección renal, como tuberculosis, esquistosomiasis u otras infecciones renales primarias.

En la mujer adulta, esta patología, especialmente cuando se limita al trígono, se debe principalmente a la uretritis ascendente.

En niños, niñas y hombres adultos, la presencia de episodios recurrentes de cistitis indica una anomalía fisiológica o anatómica cuya patología debe investigarse mediante pruebas diagnósticas específicas.

El proceso inflamatorio de la mucosa vesical puede variar mucho en grado y depende tanto de la virulencia del agente infeccioso como de la resistencia del huésped.

La cistitis bacteriana aguda es una enfermedad común en las mujeres

Aproximadamente del 25 al 30 % de las mujeres entre 20 y 50 años de edad reportan antecedentes de infección del tracto urinario en el examen.

Las personas que han tenido un episodio agudo de cistitis conocen los síntomas dolorosos y, sobre todo, las consecuencias que dichos síntomas pueden tener en su vida diaria y sexual.

No podemos considerarla como una sola enfermedad sino como un grupo de enfermedades.

De hecho, por un lado encontramos mujeres con infecciones aisladas o poco frecuentes, y por otro, mujeres con infecciones recurrentes e intolerablemente recurrentes.

Esta patología también puede ocasionar graves complicaciones infecciosas a nivel renal y no despreciables problemas a nivel vesical o presentar coexistencia con Candida Albicans, que surge tras la antibioticoterapia como manifestación de un descenso de las defensas inmunitarias y alteraciones metabólicas.

Las infecciones crónicas de la vejiga también pueden ser causas predisponentes para el cáncer de vejiga, hoy en día la cuarta causa de muerte en todo el mundo.

La cistitis puede ser de varios tipos:

  • cistitis ampollosa o polipoide: caracterizada por la presencia de edema inflamatorio que eleva la mucosa vesical, condición patológica que podría repercutir en una infección de órganos adyacentes;
  • cistitis ulcerosa y hemorrágica: ambas representan un estado patológico de infección masiva;
  • cistitis glandular: vesículas con un contenido líquido claro o turbio cubren la pared de la vejiga;
  • Cistitis quística: cuando las vesículas mencionadas son de gran tamaño. En este caso tanto los uréteres como los riñones pueden verse afectados por la patología.
  • Cistitis intersticial crónica o úlcera de Hummer: representada por una inflamación crónica de todas las capas de la pared de la vejiga. Este tipo de cistitis se desarrolla más en el sexo femenino y si no se trata correctamente ya tiempo puede derivar en una disminución severa y progresiva de la capacidad vesical.

La aparición de cistitis es mayor en niñas y mujeres debido a su conformidad anatómica: una uretra mucho más corta que en los hombres y su proximidad al orificio anal.

De hecho, la infección normalmente asciende desde la uretra hasta la vejiga.

La bacteriuria inicial resulta principalmente y generalmente de la flora fecal ascendente a lo largo de la uretra hacia la vejiga.

En las mujeres, la colonización de la mucosa del vestíbulo vaginal es un paso clave en la patogenia de las infecciones urinarias.

Este patrón de infección del tracto urinario inferior ascendente se ve favorecido por:

  • factores predisponentes introducción involuntaria de materia fecal en el meato uretral (contaminación fecal del perineo);
  • por vaciamiento incompleto de la vejiga, estasis urinaria (esclerosis de la vejiga cuello – cistocele – prolapso vesical – cervical-trigonitis – vejiga neurológica

Hipertrofia prostática, en hombres:

por medios iatrogénicos que superan las líneas de defensa funcionales frente a gérmenes (cateterismo intermitente o permanente).

La cistitis, sin embargo, también puede afectar el tracto urinario superior (riñones), causando pielonefritis, causada por

  • por alteraciones funcionales de la unión uretero-vesical, por trastornos del desarrollo (reflujo vesicoureteral);
  • por reflujo vesicoureteral transitorio asociado con edema tisular por cistitis bacteriana.

Las otras vías de invasión del parénquima, linfática y hematógena, no son comunes en sujetos normales: de hecho, la diseminación linfática puede ocurrir solo en casos de infecciones intestinales mayores, mientras que la diseminación hematógena puede ocurrir en pacientes con bacteriemia causada por Staf. Aureus o Candida fungemia.

Las infecciones urinarias, que predisponen a la cistitis bacteriana, se pueden dividir en 4 categorías:

  • Las infecciones aisladas ocurren en 30 a 40% de las mujeres, entre 27 y 42 años de edad. Representan el primer episodio de infección urinaria o infecciones que recurren después de un intervalo de al menos 6 meses;
  • infecciones no resueltas cuando el tratamiento farmacológico no ha logrado esterilizar la orina;
  • las reinfecciones son las que representan el 90% de las infecciones urinarias recurrentes;
  • infecciones persistentes cuando hay una recurrencia de la infección urinaria, causada por el mismo microorganismo infeccioso, a partir de un brote dentro del tracto urinario.

Esta enfermedad también es muy común en mujeres embarazadas y ancianos.

Sintomatología de la cistitis

El cuadro clínico se manifiesta con síntomas irritativos como:

  • malestar
  • dolor suprapúbico o intestinal inferior;
  • dolor durante el acto sexual, resultando en disminución del deseo sexual;
  • nicturia;
  • micción imperativa;
  • ardor al orinar;
  • disuria, deseo de vaciar la vejiga con frecuencia, incluso si la micción es dolorosa y baja en cantidad;
  • la orina a menudo es un poco más oscura; presencia de microhematuria (sangre en la orina);
  • a menudo orina maloliente.

La cistitis bacteriana en mujeres jóvenes está causada por agentes etiológicos, con perfiles de susceptibilidad antimicrobiana predecibles

Escherichia coli (80%);

Saprofítico (5 – 15 %);

Klebsiella (10 – 15 %);

Proteus Mirabilis y otros microorganismos intestinales.

Como puede verse, la bacteria más responsable de la cistitis bautismal es Escherichia coli, denominada 'supermutante'.

Parece tener una gran capacidad para sobrevivir en el cuerpo humano y mutar rápidamente de tal manera que puede resistir el tratamiento con antibióticos durante un período de tiempo.

Escherichia coli puede sobrevivir en un ambiente ácido, se multiplica a gran velocidad y se adapta a cualquier ambiente.

Como uno de los patógenos más peligrosos para vivir, está recubierto y cubierto con micro-cilios que consisten en lectinas que se unen a la manosa presente en la vejiga y la mucosa del tracto urinario.

Diagnóstico de cistitis

El urólogo, tras recoger con precisión los antecedentes familiares remotos y próximos del paciente o de la patología del paciente, debe someterlo a un examen médico completo para valorar la presencia de patología actual, la posibilidad de presencia de un cistocele o prolapso vesical (en mujeres) o hipertrofia prostática y esclerosis del cuello de la vejiga (en hombres).

  • Pruebas de laboratorio y diagnósticas a realizar
  • el hemograma puede mostrar una leucocitosis modesta;
  • examen de orina con urocultivo y antibiograma; se identificarán los gérmenes patógenos responsables de la infección en curso, los cuales podrán ser erradicados con una terapia antibiótica adecuada y dirigida;
  • Ultrasonografía vesical con evaluación de residuos posmiccionales para excluir la presencia de esclerosis del cuello vesical, vejiga de estrés, cistocele, prolapso vesical y otras patologías vesicales;
  • uretrocistografía miccional (para evaluar residuo posmiccional, esclerosis del cuello vesical, estenosis uretral);

Uretrocistoscopia de control, cuando se presentan episodios de cistitis periódicamente a lo largo del año (posible cistitis intersticial).

Existen dos tipos de terapia, que no deben confundirse, la supresiva y la sarmacológica

Supresivo, se refiere y se implementa ante un foco persistente de infección. Por ejemplo, un paciente con litiasis vesical o renal, con episodios de infecciones recurrentes persistentes, tras profilaxis antimicrobiana dirigida, se le eliminará el patógeno.

La profilaxis antimicrobiana se implementa en pacientes que tienen episodios recurrentes de infecciones urinarias y cistitis. La base biológica de la profilaxis antimicrobiana es la erradicación de las bacterias patógenas de los reservorios anatómicos (vestíbulo vaginal – heces) y no debe existir resistencia bacteriana.

Se basa principalmente, tras examen de orina con Urinoc y ABG, en la administración de ciclos de antibióticos específicos en pequeñas dosis y se administra, antes de acostarse, durante un periodo continuo de 3 meses, tras los cuales se puede suspender.

Si se desarrollan infecciones durante este período, se deben tratar con el mismo fármaco, pero en dosis terapéuticas y durante unos 10 a 14 días, luego de lo cual se debe reanudar el ciclo de profilaxis, tomando también enzimas de la leche y suplementos multivitamínicos.

Con el uso de la profilaxis bacteriana, los estudios han demostrado que hay una reducción considerable en la tasa de reinfección, de 2 a 3 por paciente-año, a 0.1 a 0.4 por paciente-año.

Si las relaciones sexuales tienen una correlación temporal con las infecciones del tracto urinario, se debe realizar una terapia antimicrobiana poscoital con agentes como Nitrofurantoína, Sulfametoxazol-Trimetoprina y Ciprofloxacina, Levofloxacina, moléculas farmacológicas que reducen la tasa de reinfección.

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