Tricotilomanía: síntomas y tratamiento

La tricotilomanía es una condición caracterizada por la necesidad recurrente de arrancarse el pelo o el pelo. Depilarse las pestañas o las cejas también forma parte de este trastorno

Así como repetidos intentos de disminuir o dejar de depilarse y trabajo significativo, malestar social e interpersonal o mal funcionamiento debido al síntoma.

Características de la tricotilomanía

La fenomenología del trastorno parece muy simple (arrancamiento de cabello, pestañas o cabello), pero investigaciones recientes han revelado una heterogeneidad conductual y sintomatológica.

El comportamiento de rasgado, por ejemplo, se puede realizar con los dedos, pinzas u otras técnicas cosméticas.

Arrancando así uno o dos pelos, pestañas o pelos a la vez.

Las zonas desgarradas con mayor frecuencia son el cuero cabelludo, las cejas, las pestañas y el pubis.

El desgarro a menudo se anticipa mediante un comportamiento ritual, como peinarse el cabello, sentir el cabello individual entre los dedos, tirar de él e investigar visualmente el área. El cabello o los cabellos no se rasgan al azar, sino que a menudo se eligen en función de las características táctiles o visuales.

El comportamiento posterior al desgarro también es clínicamente relevante.

Mientras que algunos simplemente tiran el cabello desgarrado, otros lo pellizcan entre los dedos, lo inspeccionan, muerden el cabello o llegan a ingerirlo (comportamiento conocido como tricofagia).

Contexto ambiental y emocional de la tricotilomanía

También se está investigando el contexto ambiental y emocional dentro del cual se produce el comportamiento de desgarro.

Contexto ambiental

Las variables situacionales que pueden alimentar el impulso suelen ser situaciones sedentarias, como ver la televisión, leer un libro o arreglarse frente al espejo.

El acto de depilarse el cabello, las cejas, etc., también puede ocurrir durante las actividades contemplativas.

Por último, puede haber momentos del día en los que el riesgo de tirarse del pelo sea mayor, por ejemplo por la tarde, durante la noche, cuando uno está solo, cansado o antes de dormirse.

Contexto emocional

El contexto emocional que puede inducir el llanto se caracteriza por emociones perturbadoras como ansiedad/tensión, aburrimiento, ira y tristeza. Suele estar asociado a una sensación de tensión creciente en la persona.

El lagrimeo puede traer una sensación momentánea de alivio de la tensión: algunas personas informan hormigueo o picazón en el cuero cabelludo que se alivia solo como resultado del comportamiento de lagrimeo.

Por último, las personas con tricotilomanía intentan repetidamente reducir o evitar depilarse las cejas, el cabello o el cabello debido a las considerables molestias asociadas a tal conducta.

Estilos de tricotilomanía

Estudios recientes también han distinguido varios estilos de tricotilomanía, que pueden corresponder a diferentes factores desencadenantes.

Se han identificado dos estilos de lagrimeo, automático y consciente.

Rasgado automático

El desgarro automático se realiza de forma inconsciente, a menudo en momentos de sedentarismo.

No se vuelve consciente hasta que uno nota las consecuencias (por ejemplo, un montón de cabello enrollado).

lagrimeo consciente

En cambio, el desgarro consciente parece ser un proceso con varios fines, como el placer que se deriva del desgarro.

Puede servir para reducir las emociones negativas, para eliminar el vello que parece fuera de lugar o tiene ciertas características.

Algunas investigaciones nos muestran que el lagrimeo consciente puede ser un intento de regular emociones o pensamientos negativos.

Debido a la gran heterogeneidad de esta condición sintomatológica, se debe tener mucho cuidado al realizar un diagnóstico.

Tricotilomanía y diagnóstico diferencial

Desorden obsesivo compulsivo

Las características repetitivas del comportamiento y la posición dentro del DSM-5 pueden llevar a confundir esta condición con el Trastorno Obsesivo-Compulsivo.

Sin embargo, son fenomenológicamente muy diferentes entre sí, principalmente por el placer derivado del comportamiento de desgarramiento.

De hecho, esto está ausente en los rituales compulsivos.

También por la ausencia tanto de pensamientos intrusivos como por la multiplicidad de conductas ritualistas, también muy diferentes entre sí, que podemos encontrar en el Trastorno Obsesivo-Compulsivo.

Trastorno dismórfico (dismorfofobia)

Otra característica a tener en cuenta es la presencia de vergüenza e insatisfacción con la propia apariencia.

Esto podría conducir al Trastorno de Dismorfia, que, sin embargo, lleva a centrar la atención y el posible desgarro sólo en corregir un supuesto defecto estético.

Trastorno límite de la personalidad

Finalmente, algunos sugieren similitudes con aquellos trastornos que involucran la regulación emocional y el comportamiento auto agresivo.

En el trastorno límite, por ejemplo, las conductas llorosas o autolesivas pueden regular el estado emocional.

Sin embargo, están explícitamente dirigidos a experimentar dolor, mientras que en la tricotilomanía esta intencionalidad no está presente.

Sin embargo, se sabe que los pacientes con tricotilomanía a menudo informan una reducción de la ansiedad, la tensión y el aburrimiento después de los episodios de llanto.

El papel de la rigidez psicológica en la tricotilomanía

Un factor psicológico que puede mediar en la relación entre el llanto y las emociones se ha encontrado en el concepto de inflexibilidad psicológica.

Esto ha sido conceptualizado en ACT (Terapia de Aceptación y Compromiso), que identifica un conjunto de estrategias generalizadas y desadaptativas para regular las emociones perturbadoras y los pensamientos no deseados.

Varios estudios muestran que la inflexibilidad psicológica juega un papel en el control del comportamiento desadaptativo desencadenado por emociones y cogniciones negativas.

El intento de controlar las experiencias internas perturbadoras facilita el comportamiento lloroso.

Terapia cognitivo conductual de la tricotilomanía

Esta conceptualización del trastorno puede fortalecer las estrategias terapéuticas disponibles para la terapia cognitiva conductual.

La evidencia empírica ya ha demostrado la buena eficacia de ciertas técnicas, como el Entrenamiento de Reversión de Hábitos y las intervenciones de control de estímulos.

Estos se han utilizado con éxito para el manejo del comportamiento repetitivo, junto con técnicas cognitivas para identificar pensamientos disfuncionales.

Las intervenciones han mostrado una muy buena efectividad en el manejo del comportamiento de lagrimeo y en el aprendizaje de comportamientos alternativos y más adaptativos.

Fomentan la toma de conciencia de los pensamientos automáticos que pueden preceder al llanto para afrontar adecuadamente la situación.

Terapia Dialéctica Conductual (DBT) y Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT)

Un cierto porcentaje de pacientes, a pesar de haber aprendido buenas estrategias de manejo conductual, permanece parcialmente perturbado por las experiencias emocionales que desencadenan el comportamiento problemático.

En estos casos, la Terapia Dialéctica Conductual (DBT) y la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) vienen en nuestra ayuda y han demostrado una excelente efectividad en el aprendizaje de nuevas estrategias de gestión emocional.

Terapia dialéctica conductual (DBT)

DBT facilita la conciencia de emociones como la ira, el aburrimiento y la frustración.

Aborda estrategias de regulación emocional desadaptativas que refuerzan y mantienen el comportamiento lloroso.

Ayuda a reemplazarlos con nuevas habilidades de regulación más adaptativas.

Los ejercicios de atención plena entrenan la conciencia emocional y cognitiva y reducen el nivel de reactividad a las emociones perturbadoras.

Terapia de compromiso de aceptación (ACT)

ACT asume que el comportamiento de afrontamiento se origina en la 'evitación experiencial', es decir, la falta de voluntad para experimentar ciertos estados emocionales.

Por medio de ejercicios experienciales y aprendizaje de habilidades de atención plena, ACT enfatiza el concepto de que el problema no radica en el impulso de desgarrarse en sí mismo, sino en la reacción al impulso y la lucha en la que la persona se involucra con sus propias experiencias emocionales perturbadoras.

También dentro de los enfoques terapéuticos cognitivo-conductuales, las técnicas ACT, junto con las técnicas DBT, pueden ampliar el campo terapéutico.

Ayudan a los pacientes a desarrollar una visión diferente de sus experiencias internas.

Esto reduce la necesidad de evitarlos, flexibilizando el sistema y orientándolo hacia la aceptación, las habilidades de mindfulness y la acción comprometida hacia áreas funcionales de la vida.

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Fuente:

IPSICO

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