Salud ocular y trastornos oculares: signos que no deben subestimarse

La vista es uno de los sentidos que más utilizamos y es bien conocida la importancia de los ojos en nuestro día a día.

El mecanismo que nos permite ver lo que nos rodea es muy complejo: nuestra vista, de hecho, funciona gracias a la sinergia entre el ojo y determinadas partes del cerebro, que juntas nos proporcionan información visual.

Los estímulos luminosos que inciden en los ojos, antes de llegar a la retina, atraviesan los diferentes componentes transparentes que componen el ojo (córnea, humor acuoso, cristalino y vítreo), paso fundamental para que el cerebro pueda interpretar correctamente los estímulos visuales.

Cuidar nuestros ojos es importante, ya sea a través de un estilo de vida saludable (que ayuda a mantenerlos saludables), exámenes oculares regulares durante la infancia o no subestimar ningún signo que indique trastornos oculares.

Ojos: signos que no deben subestimarse

Incluso de niño, los ojos deben ser monitoreados a través de exámenes oculares regulares.

En función de la edad y necesidades de cada persona, el oftalmólogo dará las indicaciones más adecuadas.

Sin embargo, hay ciertos signos que merecen atención y ante su presencia es buena idea consultar al oftalmólogo.

Ejemplos son:

A) Miodesopías o cuerpos en movimiento:

Imágenes de pequeños corpúsculos que parecen flotar frente a nosotros dentro del campo visual.

Estas son opacidades del cuerpo vítreo, la masa que llena el interior del ojo; cuando la luz atraviesa el cuerpo vítreo y se encuentra con estos engrosamientos, proyecta sombras en la retina, perturbando la visión.

También se les llama 'moscas voladoras' porque se mueven y oscilan en nuestro campo visual cuando desviamos la mirada.

Están relacionados con una alteración del cuerpo vítreo del ojo y pueden tener varias causas, desde la degeneración por el avance de la edad, a la miopía alta, a un traumatismo, a la deshidratación.

Son un fenómeno bastante común, sin embargo, es mejor no subestimarlos porque también podrían indicar un desprendimiento del vítreo de la retina y, por lo tanto, merecen una investigación especializada.

B) Ojos rojos, también conocidos como hiperemia conjuntival:

Estos son un trastorno muy común causado por la dilatación de los vasos sanguíneos debido a una irritación o infección.

En la mayoría de los casos, las causas de los ojos rojos son fácilmente identificables y el trastorno se resuelve en un tiempo relativamente corto; en otros casos, el enrojecimiento del ojo puede depender de lesiones, traumatismos o cuerpos extraños presentes en el ojo; más raramente, los ojos rojos se asocian con la presencia de patologías incluso graves, como un ataque agudo de glaucoma, uveítis, queratitis, escleritis.

También en este caso, si el síntoma persiste, es buena idea consultar a un oftalmólogo.

C) Lagrimeo excesivo:

En presencia de irritación o inflamación en la superficie del ojo por infección, alergias, cuerpos extraños u otras sustancias, el ojo produce más lágrimas.

El lagrimeo excesivo puede afectar uno o ambos ojos y puede causar visión borrosa, trastornos de los párpados y la formación de escamas de secreciones.

D) Visión doble (o diplopía):

Al mirar un objeto uno ve dos imágenes.

Puede afectar a un solo ojo (diplopía monocular) y en este caso suele deberse a irregularidades de la superficie corneal o problemas en la córnea o la retina o afectar a ambos ojos (diplopía binocular), siendo la causa más frecuente el estrabismo, pero también puede ser causado por problemas neurológicos o musculares.

E) Pupilas de diferentes tamaños (o anicosoria):

Las pupilas cambian de tamaño fisiológicamente para regular la cantidad de luz que entra en el ojo: en la oscuridad son más grandes, mientras que si hay mucha luz tienden a contraerse.

La dilatación y la constricción ocurren simultáneamente en ambas pupilas.

Sin embargo, si las pupilas difieren en tamaño, esto podría indicar anisocoria fisiológica o daño físico en el ojo (trauma, infección) o la presencia de enfermedad del iris o de la pupila.

F) Dolor en el ojo:

Solo o en asociación con otros síntomas como ojos rojos, lagrimeo, hinchazón de los párpados (ojo hinchado).

Podría ser atribuible a enfermedades oculares como conjuntivitis, uveítis, glaucoma, alergias, pero también (sobre todo si se presenta sola) estar relacionado con otras condiciones médicas (como inflamación del nervio trigémino);

G) Discapacidad visual:

Puede manifestarse de diferentes formas: se puede ver peor, ver sombras o ver como si se tuviera una cortina sobre el ojo.

Puede afectar solo un ojo, ambos o incluso solo una parte del campo visual.

Ojos: los trastornos más comunes

Defectos refractivos: miopía, hipermetropía y astigmatismo

Por defectos de refracción entendemos patologías visuales que nos impiden enfocar correctamente los objetos que nos rodean y por tanto requieren el uso de gafas graduadas o lentillas.

La miopía, la hipermetropía y el astigmatismo son defectos refractivos.

Miopía y cirugía refractiva

La miopía es un defecto de refracción que impide que los objetos distantes se enfoquen.

Esto ocurre porque la imagen, en lugar de formarse sobre la retina, se forma frente a ella.

La miopía puede ser leve de 0 a 3 dioptrías y media cuando el déficit visual oscila entre 3 y -6 dioptrías, o grave o patológica cuando el déficit supera las -6 dioptrías.

Existe una predisposición familiar a la miopía, pero quienes leen durante largos períodos de tiempo o realizan trabajos de precisión, quizás de manera profesional, también pueden alcanzar altos grados de miopía.

La miopía se puede corregir con anteojos o lentes de contacto, o se puede considerar la cirugía refractiva con láser excimer o femtosegundo, que remodela la córnea y corrige el defecto visual a largo plazo.

Qué es la hipermetropía y cómo se trata

La hipermetropía es un defecto de refracción que provoca dificultad para ver objetos más cercanos, que están borrosos.

Visión borrosa, dolor y ardor en los ojos, fatiga ocular, hipersensibilidad a la luz y dolores de cabeza son los síntomas característicos de la hipermetropía.

La hipermetropía también se puede corregir con anteojos y lentes de contacto; las lentes utilizadas son convexas, con un grosor que se estrecha hacia los bordes, y están estructuradas para enfocar la convergencia de la luz en un solo punto de enfoque. En algunos casos, se puede considerar la cirugía refractiva con un láser excimer.

Qué es el astigmatismo y cómo se corrige

El astigmatismo es un defecto refractivo que provoca una visión distorsionada, borrosa y poco clara.

También se puede asociar a miopía, hipermetropía y presbicia.

El trastorno se produce independientemente de la proximidad de lo observado, ya que es causado por la propia morfología de la córnea; de hecho, la córnea de los astigmáticos tiene una forma más elíptica, que recuerda a una pelota de rugby (y no redondeada), lo que afecta el enfoque de lo que se observa.

El astigmatismo se puede corregir con anteojos y lentes de contacto, pero también se puede considerar la cirugía refractiva con láser excimer.

Presbicia: ¿cuándo aparece este defecto ocular?

La presbicia es un defecto refractivo en el que el cristalino pierde su capacidad de cambiar su forma para permitir enfocar a corta distancia.

Este defecto está relacionado con la edad y suele aparecer entre los 40 y los 46 años.

Trastornos de lagrimeo

Las glándulas lagrimales secretan un líquido, las lágrimas (o película lagrimal), compuesto principalmente de agua, aceites, sales y proteínas y mucinas.

Las lágrimas no solo están relacionadas con estados emocionales, sino que sobre todo permiten la lubricación del ojo, permitiendo que el párpado fluya y el ojo se nutra.

El lagrimeo también protege los ojos del polvo, las bacterias y los cuerpos extraños.

Los trastornos del lagrimeo pueden manifestarse como lagrimeo excesivo, ojos secos y obstrucción de los conductos lagrimales.

Ante la presencia de alguno de estos síntomas, es una buena idea evitar el bricolaje (por ejemplo, con gotas para los ojos o lágrimas artificiales) y consultar a un oftalmólogo.

Lagrimeo excesivo: se produce en presencia de una irritación o inflamación de la superficie ocular (por ejemplo, por infección, alergias, cuerpos extraños u otras sustancias) y es un mecanismo de protección ocular.

Puede ocurrir en todas las edades, puede afectar uno o ambos ojos y puede causar visión borrosa, lesiones en los párpados y formación de secreciones.

La posible fuga de lágrimas del saco conjuntival a la piel del párpado (epífora) podría deberse a varias causas, como disminución u obstrucción del flujo de lágrimas hacia la nariz, mala posición del párpado, inflamación, sobreproducción de lágrimas (más raras). En algunos de estos casos, la solución es quirúrgica.

Ojos secos: en este caso, el lagrimeo es insuficiente y los ojos no están correctamente lubricados

Los ojos secos pueden deberse a la disminución de la secreción de lágrimas, un ambiente demasiado seco, tomar medicamentos para el resfriado o la alergia, fumar (incluido el tabaquismo pasivo), trauma ocular, envejecimiento.

Obstrucción del conducto lagrimal: es la inflamación de los conductos lagrimales causada por un estrechamiento (estenosis) de la mucosa que los recubre.

La estenosis impide la salida adecuada de las lágrimas y puede causar infecciones debido al estancamiento de las lágrimas.

La obstrucción puede ser congénita (presente desde el nacimiento) o adquirida, en el caso de una enfermedad inflamatoria crónica que afecta a las vías lagrimales.

¿Qué es la conjuntivitis y qué la causa?

La conjuntivitis es uno de los trastornos oculares más comunes; es la inflamación de la conjuntiva, la membrana delgada que recubre la mayor parte del ojo y le proporciona humedad.

La conjuntivitis puede ser alérgica, bacteriana o viral, de hecho puede ser causada por una alergia o por la presencia de microorganismos (bacterias, micetos o virus), pero también por un cuerpo extraño (como arena o polvo), sustancias tóxicas o medicamentos. .

¿Cuáles son los síntomas de la conjuntivitis?

La conjuntivitis bacteriana se presenta con pus en el ojo.

La conjuntivitis viral se manifiesta con síntomas como:

  • malestar ocular
  • hinchazón del párpado y la conjuntiva;
  • lagrimeo copioso;
  • malestar por la luz (fotofobia);
  • alteraciones visuales

Los síntomas de la conjuntivitis alérgica son:

  • Comezón;
  • sensación de cuerpo extraño;
  • desgarro
  • hinchazón del párpado;
  • fotofobia

Cómo tratar la conjuntivitis

Ante la presencia de conjuntivitis, es buena idea consultar a un oftalmólogo, quien durante el examen del especialista identifica el tipo de conjuntivitis e indica la terapia adecuada, que puede incluir colirio antiviral, antibiótico o antifúngico, o colirio con antihistamínico o cortisona. .

Cabe recalcar que la conjuntivitis viral (por ejemplo, relacionada con los virus de la influenza) es la más contagiosa y puede transmitirse por el uso de almohadas o toallas comunes, por contacto directo o por una mala higiene de manos.

Trastornos oculares relacionados con la edad.

Los ojos, al igual que el resto del cuerpo, sufren el proceso de envejecimiento y el consiguiente aumento del riesgo de ciertas enfermedades relacionadas con la edad, como las cataratas, la degeneración macular asociada a la edad y el glaucoma.

Catarata: qué es y cómo funciona

Una enfermedad ocular muy común, particularmente después de los 60 años, las cataratas son la opacificación del cristalino, el lente ocular que enfoca las imágenes para ser proyectadas en la retina.

La opacificación provoca una importante reducción de la visión tanto en términos cuantitativos como cualitativos.

Para tratar las cataratas se requiere cirugía, la cual se puede realizar con un láser de femtosegundo.

Este es un procedimiento muy delicado que requiere una adecuada equipo combinado con la habilidad y experiencia del cirujano.

Previo a la cirugía se requiere un correcto cribado, con exploraciones diagnósticas para valorar el cuadro de forma integral.

Qué es la degeneración macular relacionada con la edad y cómo se trata

Entre las enfermedades oculares más comunes después de los 55 años se encuentra la degeneración macular relacionada con la edad.

Este es un trastorno de la mácula, el área central de la retina.

La degeneración macular asociada a la edad produce la pérdida progresiva de la visión central, con importantes repercusiones en la autonomía de quien la padece.

Se hace una distinción entre una forma no exudativa o 'seca' y una forma exudativa o 'húmeda'.

La primera presenta la aparición de lesiones denominadas drusas (acumulación de restos celulares) y zonas de atrofia, mientras que la forma húmeda -además de las lesiones- se caracteriza por la formación de nuevos vasos debajo de la retina.

Inicialmente, tomar suplementos de vitaminas y minerales antioxidantes puede ser útil para retrasar la progresión de la enfermedad.

La forma húmeda requiere inyecciones intravítreas de medicamentos que inhiben el VEGF, el factor de crecimiento que estimula la formación de nuevos vasos y promueve la liberación de líquido de los vasos.

Glaucoma: cuáles son los síntomas y cuáles son los tratamientos

El glaucoma provoca el deterioro del nervio óptico, que es el encargado de transmitir la información desde la retina al cerebro.

Es la segunda causa más común de discapacidad visual y se debe principalmente a las consecuencias del aumento de la presión dentro del ojo.

El glaucoma es muy peligroso ya que su presencia suele ser asintomática y los pacientes acuden al oftalmólogo en estadios terminales de la enfermedad.

Los exámenes regulares de los ojos son esenciales.

El principal síntoma del glaucoma es la reducción del campo visual, especialmente de la visión periférica, y los primeros signos suelen encontrarse al conducir o al leer.

Las dificultades visuales causadas por el glaucoma son permanentes, por lo que es crucial detectar la enfermedad en sus primeras etapas. El tratamiento consiste en farmacoterapia o tratamiento quirúrgico, según el estadio de la enfermedad y el estado de la persona.

Síndrome de visión por computadora

Se estima que alrededor del 70-90% de las personas que trabajan diariamente frente a pantallas electrónicas (PC, tabletas, teléfonos inteligentes, etc.) sufren el síndrome de visión de computadora (o CVS), una combinación de varios síntomas (visuales, neurológico y motor) que se ve exacerbado por el teletrabajo.

La primera investigación sobre este síndrome se realizó hace más de 65 años y, con el tiempo, los investigadores han descubierto varios factores que conducen a su aparición.

Además de una predisposición personal, también intervienen otros factores, como por ejemplo:

  • Emisión de luz azul por pantallas electrónicas, que fatiga la vista.
  • Mala resolución de los monitores utilizados.
  • Movimientos de párpados menos frecuentes. De hecho, pensemos que normalmente parpadeamos entre 17 y 20 veces por minuto, mientras que frente a una pantalla experimentamos una reducción considerable, con movimientos de apertura y cierre de los ojos limitados a 12 a 15 veces por minuto, con evidentes repercusiones en visión.

La salud de los ojos no debe ser descuidada

Por eso es necesario tomar las precauciones necesarias para protegerlo y reducir el riesgo de falla visual, que se acentúa aún más con la edad.

De hecho, el cristalino (la parte del ojo que enfoca los objetos cercanos) pierde parte de su elasticidad natural con la edad, por lo que se vuelve menos capaz de volver rápidamente a su estado de reposo y enfocar a través del movimiento de los músculos ciliares.

¿Cuáles son los síntomas del síndrome de visión por computadora?

Los síntomas pueden ser de naturaleza temporal y generalmente ocurren después de trabajar de 2 a 3 horas frente a una pantalla e incluyen:

  • Ojos irritados
  • Fatiga visual
  • Dolores de cabeza frecuentes
  • Cuello dolor
  • Visión borrosa o doble
  • Picazón en los ojos
  • Ojos secos
  • Disminución de la concentración
  • Sensación de malestar.

¿Cómo prevenir el síndrome de visión por computadora?

El síndrome, aunque molesto, no es peligroso en sí mismo, sin embargo, la prevención sigue siendo importante para garantizar la salud ocular.

Por lo tanto, es recomendable:

  • Regularmente aparta la vista de la pantalla y dirige tu mirada hacia un punto a mayor distancia. Por ejemplo, se sugiere que, por cada hora que pase frente a una pantalla, haga esto durante diez minutos. Levantarse y moverse un poco también beneficia al cuello.
  • Utilice gafas filtrantes que protejan contra la luz azul si la pantalla emite radiación ultravioleta, que es dañina para la visión. Las pantallas modernas, sin embargo, ya no suelen emitir esta radiación;
  • Utilice gafas si es necesario.
  • Tome descansos durante las sesiones de trabajo.
  • Tener una iluminación adecuada para ayudar a la vista. Específicamente, la pantalla debe ser un poco más brillante que su entorno, que idealmente debería estar libre de reflejos.
  • Usa pantallas de alta definición.
  • Sostenga el monitor a una distancia de 50 a 70 centímetros para que el borde superior quede a la altura de los ojos. La cabeza debe estar ligeramente inclinada hacia abajo.
  • Si es necesario, utilice un software especial que haga que la luz emitida por los monitores se vea más amarilla.
  • Mejora tu postura, por ejemplo, manteniendo los hombros y la cabeza hacia atrás cuando usas smartphones y evitando acercar la cara a la pantalla para favorecer el movimiento contrario.

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Fuente:

Humanitas

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