Trastornos alimentarios en niños: ¿culpa de la familia?

En los últimos años estamos asistiendo a un importante descenso de la edad de aparición de los TCA, presentando niños y niñas incluso a partir de los 9 años síntomas propios de la expresión de la psicopatología del adolescente y del adulto.

Cuanto menor es la edad de inicio, más matizadas y diversas pueden ser las manifestaciones de los trastornos alimentarios

Algunas niñas aumentan significativamente su actividad física o se pueden notar cambios significativos en la forma en que comen (por ejemplo, trocean la comida, remueven y diseccionan la comida, eliminan ciertos alimentos por completo...).

Estos cambios a menudo son subestimados por los pediatras y los padres y etiquetados como "eventos transitorios" que se resuelven espontáneamente.

Sin duda, es cierto que la edad del desarrollo se caracteriza por 'crisis' fisiológicas transitorias, pero es igualmente importante realizar una evaluación temprana que pueda descartar una estructuración inicial de un problema alimentario.

En la evaluación, especialmente cuando hablamos de niños, no podemos dejar de tener en cuenta el contexto o el sistema interactivo en el que se inserta.

La ardua tarea del clínico será tratar de comprender si las hay y cuáles son las dificultades de ese niño, en ese momento específico de la vida y dentro de ese contexto familiar específico.

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Trastornos de la alimentación, características familiares

En el pasado hubo una tendencia a estudiar las características de la familia, buscando los déficits y dinámicas disfuncionales responsables del origen del trastorno alimentario.

Gull (1874) y Lasegue (1873) consideraron a las familias como un obstáculo para el tratamiento.

Minuchin (1978) había identificado un funcionamiento particular de las familias anoréxicas. Según este autor se podría destacar

  • enredo profundo (participación excesiva y pobre diferenciación de límites);
  • sobreprotección (los miembros muestran un alto grado de preocupación e interés mutuo y falta de autonomía)
  • evitación de conflictos (la familia tiene una baja tolerancia al conflicto, que permanece latente o evitado)
  • rigidez (la familia es particularmente resistente al cambio, especialmente a los intentos individuales de diferenciación).

Mara Selvini Palazzoli (1998) habla de estancamiento de pareja para indicar una insatisfacción de la pareja que lleva a los padres a ser especialmente sobreprotectores con su hija a la que implícitamente se le pide que permanezca eternamente pequeña.

A la hija se le asignaría entonces la tarea de llenar el vacío afectivo y la insatisfacción de la pareja, al verse incapaz de liberarse de la familia.

La patología del trastorno alimentario surgiría cuando la niña se dé cuenta de que está siendo utilizada como una herramienta en lugar de ser considerada como un individuo.

Dadas las características y dinámicas familiares identificadas, debemos hacernos una pregunta: ¿el funcionamiento y las características destacadas tienen certeza de ser preexistentes y ser la causa del trastorno alimentario, o en algunos casos pueden ser la consecuencia?

Las causas de los trastornos alimentarios en los niños.

Hasta la fecha sabemos que la etiología de los trastornos alimentarios es compleja y no es posible identificar un único factor causal.

Las teorías que reivindicaban la centralidad de la familia como causa de la anorexia nerviosa, por ejemplo, llevaron a la acuñación de términos despectivos como el de madre 'anorexógena', que lamentablemente aún persisten en la actualidad.

Los estereotipos sobre las causas familiares de los trastornos alimentarios pueden llevar a culpabilizar excesivamente a los padres y al deterioro de las relaciones.

Datos recientes indican que la implicación de los padres en el tratamiento favorece la reducción de la morbilidad psicológica y médica, especialmente en pacientes con un trastorno alimentario de corta duración.

Además, no parece posible identificar una estructura o patrón de funcionamiento específico de la familia con un niño con un trastorno alimentario.

Con el tiempo y en base a los estudios más recientes, se ha ido pasando de una visión de la familia centrada principalmente en la presencia de patología y factores de riesgo, a una centrada en sus recursos.

En la era del desarrollo, ahora hablamos de un enfoque de resiliencia familiar, un enfoque orientado hacia los recursos y el potencial de recuperación y cambio (Walsh, 2008).

La familia es un sistema dinámico (el cambio de un miembro influye en todo el sistema y viceversa), pero que tiende a mantener su homeostasis, su equilibrio. Los cambios evolutivos en los niños, requieren una constante adaptación de todo el sistema familiar, al igual que los momentos críticos.

Aquí, cambiar el paradigma de la familia y centrarse en sus recursos puede ser fundamental para apoyar la creación de un nuevo equilibrio que sea útil para tratar el problema alimentario del niño.

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Fuente:

IPSICO

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