Angina de pecho: reconocimiento, diagnóstico y tratamiento

La angina de pecho puede ser la expresión de un estrechamiento de las arterias coronarias y la señal de advertencia de un infarto de miocardio.

La angina de pecho es un síndrome que, como indican las palabras latinas, se manifiesta con un dolor opresivo en el pecho o que se irradia hacia la espalda, el brazo izquierdo, cuello y mandíbula.

Esto puede ir acompañado de una serie de reacciones neurovegetativas, como sudores fríos y náuseas.

Las causas de la angina de pecho

El dolor de pecho, o angina de pecho, es el resultado de un suministro reducido de sangre y oxígeno al corazón, en la mayoría de los casos debido al estrechamiento de una o más arterias coronarias (los vasos arteriales que llevan sangre y nutrientes al corazón).

Estas estenosis, que son significativas cuando superan el 70% del vaso sanguíneo, son provocadas por la aterosclerosis, la acumulación de lípidos dentro de las paredes de las arterias coronarias.

Angina de pecho estable e inestable

Hay dos tipos principales de angina de pecho que pueden ocurrir:

  • angina estable: ocurre cuando un paciente, que tiene una estenosis significativa (estrechamiento) de una de las arterias coronarias, camina, corre o se esfuerza, es decir, cuando aumenta la demanda de oxígeno del corazón;
  • angina inestable: síntomas que comienzan en reposo o con una disminución gradual del esfuerzo. Esta es una condición clínica más grave que requiere una intervención más urgente que la angina estable.

Cuando preocuparse

La angina de pecho puede provocar un infarto de miocardio, es decir, la muerte de una parte del tejido cardíaco debido a la ausencia o un aporte de sangre excesivamente bajo a esa zona.

El dolor de pecho es un síntoma que siempre debe ponernos en alerta, especialmente en las personas de mayor riesgo: hombres (afectados más que mujeres, que no están exentos), de mediana edad o mayores, que tienen los principales factores de riesgo.

  • hipertensión;
  • niveles altos de colesterol;
  • diabetes;
  • antecedentes familiares de cardiopatía isquémica (familiares de primer grado que han tenido ataques cardíacos o enfermedades cardíacas a una edad temprana);
  • fumar cigarrillos;
  • sobrepeso

Qué hacer si tiene un infarto

Los pacientes que presenten uno o más factores de riesgo y que experimenten dolor torácico de tipo opresivo, central en el pecho, quizás irradiado y asociado a sudoración álgida, deben llamar a su médico de cabecera y, en caso de dolor persistente y prolongado, llamar al número de emergencia. .

Esto activa la llamada red de infartos, un proceso que permite

  • un diagnóstico inicial directamente en el domicilio del paciente,
  • la realización de un ECG enviado a las unidades coronarias locales, que son alertados para realizar una angioplastia primaria para revascularizar la arteria bloqueada en muy poco tiempo.

Pruebas de diagnóstico necesarias si se sospecha angina de pecho

Si ha tenido episodios de dolor en el pecho, debe informarlos a su médico de cabecera, quien puede recetarle un examen cardiológico.

Las pruebas recomendadas son

  • ECG en reposo
  • ecocardiograma (ultrasonido del corazón);
  • pruebas provocativas, como la prueba de esfuerzo.

Estos exámenes buscan cualquier signo indirecto de isquemia cardíaca, representado por alteraciones específicas en el electrocardiograma o la ecografía.

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Exámenes de segundo nivel

Si la prueba de esfuerzo da un resultado dudoso o no concluyente, hay exámenes de segundo nivel, como

  • gammagrafía miocárdica, para el estudio de la función cardíaca, con administración de un radiofármaco;
  • resonancia magnética de esfuerzo cardíaco (con inyección de fármaco y medio de contraste);
  • coronaroTAC, un examen tomográfico que evalúa la anatomía, útil para ver el estrechamiento de las arterias coronarias.

Si una de estas pruebas es positiva, el paciente se somete a una coronariografía, el estándar de oro para detectar el estrechamiento de las arterias coronarias.

Tratamiento de la angina de pecho

Cuando se diagnostica insuficiencia coronaria se debe iniciar una terapia médica consistente en antiagregantes plaquetarios, betabloqueantes, inhibidores de la ECA y estatinas y luego, según el cuadro clínico, se debe realizar cardiología intervencionista y posiblemente cirugía cardíaca.

Mediante el procedimiento de cardiología intervencionista, la coronariografía, se puede comprobar si las arterias coronarias están limpias: se trata de un examen mínimamente invasivo que consiste en introducir un catéter a través de la arteria radial o femoral y, mediante la inyección de un medio de contraste, valorar cualquier estrechamiento.

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Angioplastia y colocación de stent

Dependiendo del número y ubicación, se puede optar por tratarlos en el mismo procedimiento, dilatando el vaso con balón, angioplastia y aplicando un stent, una malla metálica medicada con fármacos que tienden a dificultar la hiperproliferación del endotelio vascular. .

El by-pass

En pacientes cuya enfermedad es muy extensa e involucra varias ramas coronarias, o cuya anatomía es desfavorable para el tratamiento percutáneo, se utiliza la cirugía para crear un by-pass, un conducto creado al tomar la vena safena o utilizando la arteria mamaria del paciente.

Infarto silencioso

La angina de pecho es uno de los síntomas previos al infarto, pero también hay casos en los que el infarto se produce de forma asintomática.

Son los denominados infartos silenciosos, los que se detectan tras el suceso: durante un chequeo ocasional, o por fatiga respiratoria, se descubre una cicatriz en el corazón, signo de una arteria coronaria previamente cerrada, sin ningún síntoma .

Este caso es más frecuente en pacientes diabéticos, que a menudo no sienten dolor cardíaco.

Prevención de angina de pecho

La enfermedad aterosclerótica es una enfermedad progresiva que nunca retrocede: o se estabiliza o, con el tiempo, tenderá a progresar.

Por tanto, es fundamental prestar mucha atención al estilo de vida y al tratamiento de los factores de riesgo, que deben tenerse en cuenta a la hora de gestionar la terapia:

  • reducir el peso corporal;
  • niveles moderados de actividad física aeróbica;
  • tomar la terapia prescrita con regularidad;
  • abstenerse por completo de fumar;
  • tratar la diabetes con cuidado.

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Fuente:

GSD

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