Actinomicina D: una esperanza contra el cáncer

Bajo el foco: un antibiótico convertido en quimioterapéutico

Actinomicina D, también conocida como dactinomicina, se erige como uno de los aliados más antiguos en la lucha contra el cáncer. Aprobado para uso médico en los Estados Unidos en 1964, esta sustancia ha mostrado potente antibacteriano y antitumoral actividad, encontrando aplicación en el tratamiento de varios tipos de cáncer, incluido el tumor de Wilms, el rabdomiosarcoma, el sarcoma de Ewing, la neoplasia trofoblástica, el cáncer testicular y ciertos tipos de cáncer de ovario. Su eficacia también se extiende como radiosensibilizador en combinación con radioterapia, mejorando la sensibilidad de las células tumorales a la radiación.

Mecanismos de acción de la actinomicina D

La actinomicina D actúa por interrumpir el proceso de transcripción del ADN, inhibiendo así la síntesis de ARN y, en consecuencia, la producción de proteínas esenciales para la supervivencia de las células tumorales. Este efecto se debe principalmente a su capacidad para unirse al ADN, particularmente entre pares de bases gpce interfieren con la acción de la ARN polimerasa. Su acción se caracteriza por una lenta disociación de Complejos ADN-actinomicina D, mejorando la eficacia del fármaco. Además, su actividad fotodinámica y generación de radicales libres contribuyen aún más a su acción antitumoral.

Manejo de efectos secundarios

A pesar de su eficacia, el uso de actinomicina D no está exento de efectos secundarios, incluida la supresión de la médula ósea, vómitos, úlceras orales, caída del cabello, problemas hepáticos, infecciones, dolores musculares, reacciones alérgicas y necrosis tisular en caso de extravasación. Es crucial seguir las pautas médicas para controlar estos efectos, incluido el uso de medicamentos antieméticos y antidiarreicos y la adopción de medidas preventivas para reducir el riesgo de úlceras orales y otras molestias.

Una historia de éxito en la investigación del cáncer

La actinomicina D fue la primer antibiótico demostrado tener actividad anticancerígena, aislado por Selman Waksman y su colega H. Boyd Woodruff in 1940. Desde entonces, su recorrido ha marcado un hito en la historia de la quimioterapia, con estudios en curso destinados a optimizar la eficacia y reducir la toxicidad de esta potente droga. Actualmente, la actinomicina D está incluida en el Organización Mundial de la Salud lista de medicamentos esenciales, lo que demuestra su papel insustituible en la terapia oncológica.

Fuentes

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