Baja visión: ¿qué es y qué síntomas debes tener en cuenta?

La baja visión es una condición particular causada por una deficiencia visual central, periférica o mixta que resulta en la incapacidad de una persona para realizar las actividades normales de la vida diaria, limitando su esfera social, privada y laboral.

La baja visión se define como una discapacidad visual bilateral irreversible que no se puede resolver con terapia quirúrgica y/o corrección óptica.

Quién tiene problemas de visión

Las personas con discapacidad visual son aquellas que tienen

  • agudeza visual de no más de 3/10 en ambos ojos o en el mejor ojo a pesar de la mejor corrección óptica
  • residual perimétrico binocular de menos del 60 por ciento.

Los datos de 2016 hablan de aproximadamente 246 millones de personas con discapacidad visual en todo el mundo y más de 1.2 millones solo en Italia (fuente: IAPB).

Las causas de la baja visión

Cuando se trata de una baja visión, desde el punto de vista médico, es necesario ir directamente a identificar las causas, es decir, qué llevó a la persona a perder progresivamente parte de la vista.

La baja visión ocupa el tercer lugar, después de la artritis y las enfermedades cardiovasculares, entre las causas de pérdida de autonomía y necesidad de ayuda en las actividades diarias.

Las causas varían de un país a otro y dependen de las condiciones económicas y la eficiencia del servicio de salud.

Las principales causas en el mundo occidental se dividen en:

  • degeneración macular relacionada con la edad (AMD);
  • retinopatía diabética (RD);
  • retinosis pigmentaria (RP);
  • glaucoma

En los países subdesarrollados, además de los mencionados anteriormente, la principal causa de baja visión son las cataratas, las cuales han sido tratadas con éxito durante años en el mundo occidental, seguidas por

  • defectos de refracción no corregidos;
  • tracoma: infección sufrida por el microorganismo Chlamydia Trachomatis;
  • oncocercosis: también llamada 'ceguera de los ríos', causada por un pequeño insecto;
  • xeroftalmía: avitaminosis A).

Las personas mayores de 65 años, que constituyen aproximadamente el 80% de estos pacientes, son las más afectadas por la baja visión; en Italia, la incidencia de baja visión es cercana al 2-3%.

Síntomas

Según la clasificación GISI (Gruppo Italiano Studio Ipovisione), la baja visión se puede relacionar con la pérdida de 2 tipos de visión

  • Visión central: la reducción de la visión se produce en la parte central de la visión y se basa en la valoración de la agudeza visual con la mejor corrección óptica (MAVC). Los pacientes informan que ya no pueden distinguir los rostros de las personas, leer o realizar las acciones cotidianas más simples. Las causas están relacionadas con enfermedades de la retina, como la degeneración macular, la retinopatía diabética;
  • visión periférica: la reducción de la visión se produce en la parte periférica de la visión, que se valora mediante el examen del campo visual (porcentaje Esterman o Zingirian-Gandolfo). Los pacientes informan que no pueden ver objetos o personas de lado, dificultad para caminar de forma independiente. Las causas están relacionadas con enfermedades del nervio óptico, como el glaucoma, el síndrome de Leber.

Varias figuras están involucradas en el diagnóstico y rehabilitación del paciente con discapacidad visual, entre ellas:

  • oftalmólogo;
  • ortopedista;
  • psicólogo;
  • educador;
  • Instructor de orientación y movilidad.

Específicamente, el oftalmólogo se ocupa de la causa de la condición; el ortoptista con la rehabilitación del paciente.

Diagnóstico de baja visión 

Para realizar un diagnóstico correcto de la baja visión, según el tipo de deficiencia visual, es necesario someterse a exploraciones instrumentales específicas:

  • OCT (Tomografía Óptica Computarizada), útil en el diagnóstico de enfermedades de la retina central y del nervio óptico;
  • fluorangiografía (FAG), útil en la evaluación y diagnóstico de enfermedades inflamatorias y vasculares de la retina;
  • microperimetría, define el daño anatómico e identifica el mejor punto de fijación retiniana;
  • campo visual, calcula el residual visual periférico;
  • VEP (Potenciales Evocados Visuales), útil para evaluar la integridad funcional de las vías visuales.

Cómo se trata la baja visión 

En cuanto al tratamiento, desde el punto de vista médico, es necesario identificar y tratar la causa, es decir, la patología.

En el caso de maculopatía miópica o relacionada con la edad, a menudo se utilizan inyecciones intravítreas (IVT).

En el caso de desprendimiento de retina se utiliza tratamiento con láser de argón o vitrectomía.

Ante la presencia de glaucoma, es posible intervenir ya sea con medicación o cirugía para controlar y bajar la presión en el ojo.

Además, nuevamente por indicación del oftalmólogo, se brinda una gran ayuda por parte de los ortoptistas quienes juegan un papel muy importante en la rehabilitación visual, realizando exámenes diagnóstico-instrumentales y enseñando al paciente a explotar su residual visual mediante el uso de ayudas ópticas y entrenamiento visual.

En efecto, mientras que en el paciente invidente ya no es posible la recuperación de la función visual, en el deficiente visual es posible explotar zonas de la retina aún sanas para mejorar la calidad de vida del paciente en la medida de lo posible.

En este sentido, el oftalmólogo puede prescribir ayudas visuales:

  • ayudas ópticas para la visión de cerca: videolupa, ayudas ópticas hipercorrectoras;
  • ayudas ópticas para la distancia: telescopio galileano, filtros selectivos.

Cómo prevenir la baja visión 

Desde el punto de vista de la prevención, ciertamente es posible hacer algo.

Ya es necesario intervenir sobre la población joven mediante la ingesta de suplementos antioxidantes específicos a base de vitamina A, vitamina E, selenio, zinc, cobre, capaces de salvaguardar aquellos oligoelementos y vitaminas que se vuelven deficitarios con el avance de la edad, como la Zeaxantina o Luteína.

Muy importante, finalmente, es también:

  • corrección de factores de riesgo, por ejemplo:
  • siguiendo una dieta saludable;
  • practicar actividad física;
  • no fumar;
  • protección fototóxica frente a los rayos ultravioleta, es decir, protección frente a las reacciones cutáneas provocadas por la exposición solar, que debe cuidarse siempre mediante el uso de gafas de sol.

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Fuente:

GSD

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