Trastornos del sueño: los signos que no deben subestimarse

La calidad de vida está íntimamente relacionada con la calidad del sueño, siendo el sueño uno de los actos que mayor influencia tiene en nuestra vida diaria

Un buen sueño nocturno, entre siete y nueve horas, ayuda al individuo adulto a afrontar adecuadamente el día que tiene por delante, tanto desde el punto de vista de la productividad y concentración en las tareas laborales, como en lo que se refiere al estado de ánimo y la reducción de la ansiedad y el estrés.

Cuando dormimos, el cuerpo descansa y el cerebro, que permanece activo, tiene la oportunidad de 'recargarse'.

Durante el sueño solemos pasar por dos estados principales: el sueño REM, caracterizado por la aparición de movimientos oculares rápidos y ausencia de actividad muscular, que se produce aproximadamente cinco ciclos por noche, y el sueño no REM, que es más profundo.

Los sueños en fase REM, que son más frecuentes, suelen contener emociones fuertes, peligros y personajes amenazantes.

Los sueños en el sueño no REM contienen con mayor frecuencia personajes amistosos y familiares.

Respetar los ciclos de sueño contribuye al correcto funcionamiento cognitivo y a la consolidación de la memoria.

Del corazón al apetito: cómo afecta el sueño a nuestra vida

Un descanso bajo o insuficiente puede estar relacionado con diversas enfermedades, como la diabetes o la hipertensión.

Esto se debe a que la presión arterial varía durante el ciclo del sueño y, en consecuencia, el descanso que continúa interrumpido influirá negativamente en estas variaciones.

Las consecuencias pueden ser hipertensión o problemas cardiovasculares.

El sueño insuficiente y fragmentado también puede tener un impacto en el metabolismo.

Por ejemplo, al afectar los niveles de insulina y así facilitar la aparición de diabetes.

O aumentando los niveles de cortisol, la llamada 'hormona del estrés', que estimulará un aumento del apetito una vez que esté despierto.

Insomnio y apnea: dos trastornos del sueño

Pero, ¿qué perturba nuestro descanso? Dos de las patologías más comunes son la apnea y el insomnio.

La apnea se caracteriza por una disminución del flujo de aire en los pulmones durante la noche, llegando incluso a episodios de falta de aire total.

Por lo tanto, el paciente que sufre de apnea del sueño será propenso a despertarse con frecuencia, jadeando debido a la falta de aire.

Estas 'pausas en la respiración', relacionadas con la reducción de oxígeno en la sangre, pueden forzar el corazón, aumentando el riesgo de enfermedad cardiovascular con el tiempo.

¿Cuáles pueden ser los signos de la apnea del sueño?

Predisposición a roncar muy fuerte, por ejemplo, o fatiga continua y somnolencia diurna con ataques de sueño ocasionales.

Pero también, como hemos dicho, una tendencia a despertarse varias veces durante la noche con sensación de ahogo y falta de aire.

Los ataques de sueño son responsables del 7% de los accidentes de tráfico y del 20% de los accidentes laborales.

Con respecto al insomnio, sin embargo, los pacientes suelen cometer el error de pensar que se trata de una patología caracterizada simplemente por la dificultad para conciliar el sueño.

De hecho, existen tres tipos de insomnio: insomnio inicial caracterizado por dificultad para conciliar el sueño, insomnio central con despertares durante la noche e insomnio terminal con despertares tempranos.

Las tres formas de insomnio a veces pueden coexistir y dar como resultado un sueño insuficiente.

Si estos síntomas se presentan de forma constante, es decir, más de unas pocas veces a la semana, es recomendable consultar a un especialista.

De hecho, el insomnio, que es un trastorno tratable, puede ser un síntoma de otras condiciones médicas o psicológicas como ansiedad, depresión, enfermedades neurológicas o metabólicas, hipertensión o enfermedades cardíacas y dolor.

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Fuente:

Humanitas

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