Psicología del desarrollo: trastorno negativista desafiante

Trastorno de oposición desafiante: el niño es incapaz de controlar las emociones y los comportamientos. Puede ocurrir alrededor de los 6 años, aunque las manifestaciones también son posibles en menores de 5 años y pueden continuar hasta la adolescencia.

El trastorno negativista desafiante (ODD) es un trastorno neuropsiquiátrico caracterizado por dificultades para controlar las emociones y el comportamiento.

Se manifiesta a través de la ira, la irritabilidad y el comportamiento vengativo o de oposición que dura un período de al menos seis meses.

Suele presentarse antes de los cinco años pero puede continuar y empeorar hasta la adolescencia, convirtiéndose en un trastorno de la conducta, un Trastorno de la Conducta.

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No existe una causa única que explique el Trastorno Negativista Desafiante

Sin embargo, la literatura científica actual permite hablar de factores de riesgo y protectores que influyen en la aparición de los síntomas y su desarrollo.

En particular, los factores de riesgo genéticos (p. ej., familiaridad con el trastorno) y ambientales (p. ej., el niño se encuentra en un entorno social, cultural y familiar que no cuida del niño o abusa de él, tanto física como psicológicamente) pueden desempeñar un papel importante. papel en el desencadenamiento del trastorno negativista desafiante.

Otros factores de riesgo son

  • Situaciones de inestabilidad familiar;
  • Educación particularmente estricta o demasiado permisiva;
  • Antecedentes familiares de trastorno del comportamiento;
  • Otro psiquiátrico patologías en los padres.

Por otro lado, se consideran factores protectores una buena calidad de las relaciones afectivas con las figuras que cuidan del niño y una educación familiar constante que transmita confianza.

Los niños y adolescentes con Trastorno Negativista Desafiante a menudo manifiestan

  • Ira o irritabilidad;
  • Comportamientos que cuestionan lo que se les dice y provocan con actitudes desafiantes, especialmente hacia las personas que representan autoridad (padres, maestros);
  • Voluntad de romper las reglas;
  • Actitud de ira hacia alguien y vengativa;
  • Culpar a los demás por su propia mala conducta y querer irritar a los demás.

La presencia de conductas negativistas-desafiantes es frecuente durante el desarrollo del niño, particularmente en la adolescencia, y en la relación con los hermanos.

Sin embargo, es necesario realizar una investigación neuropsicológica y psicopatológica cuando estos síntomas estén presentes durante al menos 6 meses de forma continuada y estén vinculados a un deterioro general del funcionamiento del niño (social, escolar y familiar).

Factores importantes para el diagnóstico del Trastorno Negativista Desafiante son la frecuencia e intensidad con la que se presentan los síntomas y su presencia en múltiples contextos vitales (p. ej., hogar, escuela, deportes) o con múltiples personas, que no son hermanos o familiares.

Si estas características están presentes, se puede hacer un diagnóstico de Trastorno Negativista Desafiante.

La intervención más recomendada para el Trastorno Negativista Desafiante es la multimodal, es decir, un tratamiento tanto para el niño como para la familia y la escuela.

La psicoterapia cognitivo-conductual individual para el niño se basa en la capacidad de comprender los mecanismos que preceden a las respuestas agresivas y en la potenciación de conductas útiles para el manejo de la ira.

En este proceso, es importante incluir al núcleo familiar a través de intervenciones de formación de padres, es decir, un camino real que permita a los padres aprender estrategias útiles para el manejo del comportamiento anómalo del niño.

Esta intervención también se puede proponer para los docentes en términos de formación docente.

En los casos más graves de Trastorno Negativista Desafiante, o tras el fracaso de la terapia psicológica individual, se puede recurrir al uso de psicofármacos para disminuir la agresividad e impulsividad del niño.

Este tratamiento debe ser supervisado por un neuropsiquiatra y debe estar asociado a la intervención psicoterapéutica descrita anteriormente.

La prevención del Trastorno Negativista Desafiante y sus consecuencias psicopatológicas (por ejemplo, el Trastorno Disocial) se realiza mediante la activación temprana de intervenciones que han sido estudiadas y han tenido un efecto positivo.

En particular, el entrenamiento de los padres ya activado en edad preescolar y dirigido al manejo de las conductas “iniciales” que presenta el niño puede conducir a una reducción de los síntomas oposicionales y contrarrestar el empeoramiento del trastorno.

Si no se trata a tiempo, el Trastorno Negativista Desafiante tiene una evolución negativa.

Con frecuencia, este trastorno puede convertirse en un trastorno de conducta en la adolescencia o en un trastorno de personalidad antisocial en la edad adulta.

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Fuente

el niño Jesús

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