Apendicitis: causas, síntomas y tratamiento

La apendicitis es una inflamación del apéndice, un túbulo delgado que comienza en el ciego y se ubica en el cuadrante inferior derecho del abdomen.

El apéndice forma parte del sistema inmunitario y desempeña una función protectora importante durante el primer año de vida, pero luego se convierte en un “órgano diana” para la infección.

La infección apendicular puede ocurrir en forma aguda o crónica:

  • La apendicitis aguda se presenta principalmente entre los 6 y los 20 años, aunque puede presentarse a cualquier edad. Se produce cuando el apéndice se llena de un cuerpo extraño que hace que se hinche (como mocos, heces o parásitos) y provoca una multiplicación virulenta de la flora bacteriana intestinal.
  • La apendicitis crónica es una inflamación crónica del apéndice que ocurre con mayor frecuencia como resultado de una apendicitis aguda que no ha sido diagnosticada ni operada. Se manifiesta con dolor, falta de apetito, náuseas, y en las mujeres -debido a las extensas conexiones linfáticas entre los genitales internos y el apéndice- suele asociarse a problemas ginecológicos.

Causas de apendicitis.

Dentro del apéndice se encuentra la flora bacteriana intestinal: bacterias Escherichia coli, Estreptococos y Estafilococos, que normalmente son inofensivas, en condiciones particulares pueden multiplicarse de manera anormal y causar inflamación del órgano.

La condición desencadenante generalmente es una oclusión de la luz del apéndice que hace que las bacterias se estanquen y causen una infección.

La oclusión puede tener varias causas: mucosidad coagulada, cálculos, parásitos, una posición anormal del apéndice provocada por su excesiva longitud.

Otras condiciones desencadenantes incluyen la ingestión de alimentos muy grasos o ricos en colorantes y, especialmente, el tabaquismo.

Signos y síntomas de la apendicitis

La apendicitis se manifiesta, en casos típicos, con dolor abdominal intenso y repentino, acompañado de punzadas.

El área dolorosa varía, extendiéndose a todo el abdomen o desde el ombligo hacia abajo, localizándose principalmente en el lado inferior derecho.

En casos más raros puede afectar el muslo.

El dolor puede empeorar con el movimiento, respiraciones profundas, palpación, tos o estornudos.

Otros síntomas son náuseas, vómitos, fiebre, estreñimiento o diarrea.

En un buen porcentaje de casos, la sintomatología puede ser borrosa o presentarse con síntomas y signos atípicos, especialmente en la edad adulta, dificultando en ocasiones el diagnóstico.

Diagnóstico de apendicitis

El diagnóstico de apendicitis se realiza principalmente sobre la base del examen clínico, pero algunos análisis de sangre (valor de Las células blancas de la sangre, tasa de sedimentación – VSG, proteína C reactiva), ultrasonografía y, en casos seleccionados, tomografía computarizada que posiblemente puede ayudar a distinguir un dolor de origen apendicular de un dolor que tiene otras causas, o resaltar la presencia de abscesos o patología que comienza en otros órganos.

Complicaciones de la apendicitis

El apéndice inflamado puede romperse o perforarse, provocando la contaminación de la cavidad abdominal por material infectado y la posterior producción de pus: hablamos en estos casos de peritonitis.

También es posible la evolución a absceso apendicular.

Terapia de apendicitis

El tratamiento de la apendicitis consiste en la extirpación quirúrgica del apéndice (apendicectomía).

El tratamiento médico por sí solo ('enfriar' la apendicitis con antibióticos y bolsas de hielo) expone el riesgo de recaída, en una forma a menudo incluso más virulenta, y de cronicidad.

La cirugía se realiza bajo anestesia general y se puede realizar a través de una incisión de unos pocos centímetros, o por vía laparoscópica, es decir, normalmente con tres accesos de aproximadamente 1 cm cada uno.

En casos especiales puede ser necesario hacer incisiones algo más grandes

La técnica laparoscópica está indicada principalmente en mujeres, especialmente cuando existe incertidumbre sobre el diagnóstico de enfermedades del área genital y en pacientes obesas, en quienes la incisión quirúrgica debe ser de mayor tamaño.

En otros casos, sin embargo, la laparoscopia encuentra indicación por las ventajas que puede aportar, tanto más evidentes cuanto mayor es el grado de inflamación del apéndice.

Ahora es evidente que la tasa de infecciones de heridas, adherencias posoperatorias y hernias en la incisión (laparoceles) es significativamente menor.

Si la causa de los síntomas, además, fuera distinta a la inflamación del apéndice, la laparoscopia ofrece la ventaja del diagnóstico y eventual tratamiento a través de las mismas incisiones, haciendo innecesaria la ampliación de cualquier incisión abdominal.

Sin embargo, no hay evidencia definitiva en la literatura médica de ventajas significativas sobre la incisión tradicional en términos de dolor posoperatorio, duración de la estancia hospitalaria y reanudación de las actividades físicas habituales.

Si el apéndice se ha roto, provocando peritonitis, se requiere una cirugía de urgencia, al final de la cual generalmente se deja un drenaje, introduciendo un pequeño tubo en la cavidad abdominal para permitir la eliminación externa del pus; el tubo de drenaje se retira después de unos días, cuando ya no hay peligro de infección abdominal.

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