Cáncer de ovario: síntomas, causas y tratamiento

¿Qué es el cáncer de ovario? Los tumores de ovario son causados ​​por la multiplicación descontrolada de sus células. Se dividen en tumores benignos y malignos.

Entre los tumores benignos, los más frecuentes son los quistes de ovario, que muy a menudo son funcionales y desaparecen sin tratamiento.

Los tumores malignos son de tres tipos: tumores epiteliales, tumores de células germinales y tumores estromales.

Los tumores epiteliales se originan a partir de las células epiteliales que recubren superficialmente los ovarios.

Son los más frecuentes, constituyendo más del 90% de los tumores malignos de ovario.

Los tumores de células germinales se originan a partir de las células germinales de los ovarios; representan alrededor del 5% de los tumores malignos y ocurren casi exclusivamente en los jóvenes.

Los tumores del estroma se originan en el estroma del ovario, a menudo se caracterizan por una baja malignidad y representan alrededor del 4% de los tumores malignos de ovario.

Síntomas del cáncer de ovario.

El cáncer de ovario no da síntomas en las primeras etapas, por lo que es difícil identificarlo temprano.

Los síntomas iniciales son bastante inespecíficos y, a menudo, las mujeres los subestiman.

Ellos son:

  • falta de apetito
  • abdomen hinchado
  • aerofagia
  • necesidad de orinar con frecuencia
  • sentirse lleno incluso con el estómago vacío

Cuando aparecen estas verdaderas alarmas, es una buena idea pedirle a su ginecólogo una simple ecografía pélvica, que puede dar una importante primera indicación de diagnóstico.

Cáncer de ovario: ¿qué lo causa?

El cáncer de ovario está muy relacionado con la edad: la mayoría de los casos se identifican después de entrar en la menopausia, entre los 50 y los 69 años.

Además, cuanto más largo sea el período fértil de la mujer, mayor será la probabilidad de que se presente este cáncer.

Se ha pensado que cada ovulación representa un pequeño trauma en la superficie del ovario de donde surge el tumor; por esta razón, todos los eventos que reducen el número de ovulaciones son causas potenciales.

Los embarazos, el uso de anticonceptivos hormonales y la lactancia materna se consideran factores protectores capaces de reducir el riesgo de aparición de cáncer de ovario.

El factor genético también juega un papel importante; Según una estimación del Instituto Nacional del Cáncer, entre el 7% y el 10% de todos los casos son el resultado de una alteración genética transmitida de generación en generación que consiste en la mutación de los genes BRCA1 y BRCA2 que pueden causar cáncer de ovario y cáncer de mama. simultáneamente o en diferentes momentos.

La tasa de riesgo de cáncer de ovario es del 39 al 46 por ciento si está presente una mutación del gen BRCA1 y del 10 al 27 por ciento si está presente una mutación del gen BRCA2.

Ser portador de una mutación en estos genes implica una mayor probabilidad, pero no certeza, de enfermar.

En este caso, sin embargo, es importante seguir un programa de controles periódicos y exhaustivos, así como informar a los familiares mayores de edad que puedan ser portadores de la mutación.

La anexiectomía bilateral (la extirpación quirúrgica de los ovarios) ahora se recomienda en mujeres con la mutación del gen BRCA1 y BRCA2 que ya han tenido embarazos o que han pasado la edad fértil.

¿Qué tan extendido está el cáncer de ovario?

El cáncer de ovario ocupa el noveno lugar entre los cánceres en Italia y afecta a unas 4,490 mujeres cada año, según estimaciones de 2012 del Tumor Registry, y representa el 2.9 % de todos los diagnósticos de cáncer.

Es poco común en los países asiáticos, africanos y sudamericanos, mientras que en Europa representa el 5% de todos los cánceres femeninos.

Prevención del cáncer de ovario

Se han propuesto varios programas de cribado que implican la realización anual de una ecografía transvaginal asociada o no al examen de un marcador tumoral: CA125; sin embargo, los resultados han sido decepcionantes ya que CA125 actualmente no es confiable ya que es demasiado inespecífico.

Más confiable parece ser otro marcador tumoral recientemente introducido: HE4, que tiene mayor sensibilidad y especificidad.

Sin embargo, estudios han demostrado que una visita anual al ginecólogo que realiza palpación bimanual del ovario y control ecográfico transvaginal puede facilitar el diagnóstico precoz.

Diagnóstico de cáncer de ovario.

El diagnóstico suele ser tardío.

Un examen ginecológico con ecografía transvaginal es fundamental; estos se combinan con pruebas de laboratorio para detectar marcadores tumorales como CA125, CA19/9, HE4, CEA, alfa-fetoproteína.

Una tomografía computarizada pélvica con medio de contraste y una tomografía por emisión de positrones para identificar regiones de alta actividad metabólica pueden ser útiles.

El carcinoma de ovario se puede diagnosticar en diferentes etapas:

I, limitado a los ovarios;

II, en uno o ambos ovarios y extendiéndose a los órganos pélvicos;

III, en uno o ambos ovarios, con extensión a los órganos pélvicos y/o con metástasis a los ganglios linfáticos de la misma zona;

IV, con metástasis también a distancia del área del ovario, generalmente al hígado y los pulmones.

Un buen o mal pronóstico depende del estadio del tumor en el momento del diagnóstico, que debe ser lo más precoz posible.

El tratamiento se basa en cirugía, quimioterapia y el uso de anticuerpos monoclonales

Cirugía: la cirugía es fundamental en el tratamiento del cáncer de ovario. Además de extirpar el tumor, permite una estadificación precisa de la neoplasia. En pacientes con enfermedad avanzada, la cirugía, además de evaluar la extensión de la enfermedad, tiene como objetivo extirpar todo el tumor visible (cirugía citorreductora).

Quimioterapia: la quimioterapia sigue siendo, después de la cirugía, el tratamiento fundamental del carcinoma de ovario. Se utilizan paclitaxel y carboplatino.

Anticuerpos monoclonales: el tumor está íntimamente ligado a la neoformación de vasos sanguíneos que nutren y permiten el crecimiento de la neoplasia. Recientemente se han utilizado fármacos como bevacizumab, un anticuerpo monoclonal que se une y bloquea específicamente la proteína VEGF (factor de crecimiento endotelial vascular), que desempeña un papel clave en la angiogénesis.

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