Fractura vertebral: causas, clasificación, riesgos, tratamiento, parálisis

Fractura vertebral: en medicina, el término 'fractura' se utiliza para referirse a la ruptura continua de un hueso, generalmente como resultado de un evento traumático cuya fuerza supera la resistencia del hueso y por lo tanto se 'rompe'.

Ejemplos típicos de una fractura frecuente son el fémur o el húmero.

Cuando una fractura afecta a una o varias vértebras, es decir, a los huesos que forman nuestro columna vertebral, se llama una 'fractura vertebral'.

Todas las vértebras pueden verse afectadas por una fractura, por lo que -dependiendo de la zona afectada- tendremos una fractura en las vértebras cervicales, torácicas, lumbares, sacras y coccígeas.

Una fractura vertebral es un evento extremadamente variable en términos de gravedad

Según la causa, las vértebras pueden fracturarse de forma más o menos grave y, sobre todo, pueden socavar la integridad de los nervios espinales y de la médula espinal: en este último caso, la fractura vertebral se convierte en un evento extremadamente aterrador, ya que puede conducir a déficits neurológicos motores y/o sensoriales permanentes (por ejemplo, parálisis) y, en los casos más graves, incluso la muerte del paciente.

Una fractura vertebral puede estar relacionada con mielopatía (enfermedad de la médula ósea), radiculopatía (enfermedad de la raíz del nervio espinal) y/o discopatía (enfermedad del disco intervertebral).

Clasificación de fracturas vertebrales

Las fracturas vertebrales son objeto de numerosas clasificaciones, aunque actualmente se utilizan principalmente las clasificaciones de Denis y AO.

Clasificación de Denis

Denis dividió la vértebra en tres columnas: anterior (cuerpo vertebral), media (pedículos) y posterior (láminas, apófisis articulares y espinosas) con sus ligamentos.

Según la clasificación de Denis existen fracturas menores, que afectan a las apófisis transversa y espinosa, a las láminas y al istmo articular, y mayores:

  • fracturas por luxación: se acompañan de un deslizamiento de una vértebra con respecto a la otra, con frecuente afectación de las estructuras nerviosas alojadas en el canal raquídeo y, en consecuencia, déficits neurológicos. Estas fracturas son inestables y siempre deben ser tratadas quirúrgicamente, con el objetivo de descomprimir las estructuras nerviosas y estabilizar el tramo fracturado de la columna utilizando medios de síntesis metálica, generalmente en aleación de titanio (tornillos pediculares, sustitutos de cuerpo vertebral);
  • Fracturas por compresión: son fracturas que se producen en base a fuerzas de compresión que tienden a provocar pequeñas grietas dentro de los cuerpos vertebrales, dando como resultado hundimiento y pérdida de altura de los cuerpos vertebrales. Si la pérdida de altura provocada por la deformación supera el 50%, lo mejor es proceder al tratamiento quirúrgico con sistemas de estabilización similares a los descritos para las fracturas por luxación, o con dispositivos mínimamente invasivos que permitan remodelar y fortalecer el cuerpo vertebral mediante el uso de de resinas acrílicas o sustitutos óseos sintéticos (hidroxiapatita). Si la pérdida de altura es inferior al 50%, se pueden tratar de forma conservadora con aparatos ortopédicos o técnicas de consolidación mediante vertebroplastia percutánea. Si provocan compresión de las estructuras nerviosas, lo que es muy raro, a las técnicas anteriores se añade la descompresión quirúrgica del canal raquídeo;
  • fracturas por estallido: consisten en una fractura de múltiples fragmentos de todo el cuerpo vertebral con un mecanismo de carga axial que conduce a la divergencia de los pedículos y la retropulsión de un fragmento óseo hacia el canal espinal. Son potencialmente inestables y deben ser tratados quirúrgicamente. Si se requiere descompresión, se realiza una laminectomía para liberar las estructuras nerviosas o, si es necesario, se reemplaza todo el cuerpo vertebral con prótesis metálicas que se insertan por abordajes anteriores a través del tórax o el abdomen. Si no es necesaria la sustitución del cuerpo vertebral, generalmente cuando el estrechamiento del canal debido a la retropulsión del fragmento del cuerpo es inferior al 50% del diámetro anteroposterior normal, se pueden utilizar abordajes posteriores mediante tornillos pediculares en la técnica abierta tradicional. , o técnicas percutáneas mínimamente invasivas si la situación no requiere descompresión quirúrgica de las estructuras nerviosas;
  • fractura por flexión/distracción (o fractura de Chance): se caracterizan por una lesión que con mayor frecuencia se extiende a los compartimentos anterior, medio y posterior de una vértebra; de hecho, por tanto, en las fracturas vertebrales por flexión/distracción hay una afectación total de la vértebra. Las fracturas vertebrales por flexión/distracción ocurren en accidentes automovilísticos frontales en los que la persona involucrada llevaba un cinturón de seguridad en el regazo. Esto conduce a un desplazamiento anómalo hacia adelante de la parte superior del cuerpo, mientras que la pelvis permanece estacionaria en el asiento del automóvil, porque está bloqueada en su lugar por el cinturón de regazo. Una fractura por distracción de flexión vertebral casi nunca afecta a tramos de la columna que no sean la columna torácica o lumbar;
  • Fractura de apófisis transversa: se caracterizan por la lesión de una o varias de las apófisis transversas presentes en una vértebra. Una fractura vertebral del proceso transverso es una fractura estable y, por lo tanto, no particularmente grave. Normalmente, los episodios de fractura vertebral del proceso transverso son el resultado de una rotación anormal o una flexión lateral anormal de la columna vertebral.

Clasificación OA de fractura vertebral

La clasificación OA divide las fracturas toracolumbar en tipo A (compresión), tipo B (flexión-distracción) y tipo C (tipo B + componente rotacional).

Esta clasificación tiene categorías adicionales basadas en varios parámetros, pero se aplican básicamente las mismas consideraciones que las discutidas en el sistema de Denis.

Causas de las fracturas vertebrales

Las fracturas vertebrales pueden ser de dos tipos principales:

  • fracturas vertebrales traumáticas: son causadas por un traumatismo, que es tan grave que rompe una vértebra sana (alrededor del 95% de todos los casos de fractura vertebral);
  • fracturas vertebrales patológicas: la fractura se produce sin traumatismo o en presencia de un traumatismo leve que no sería capaz de romper una vértebra sana; en este caso, la vértebra está 'enferma' y tiene pérdida de fuerza (alrededor del 5% del total de casos de fracturas vertebrales).

Las principales causas de fractura vertebral por traumatismo son:

  • accidentes de tránsito (casi la mitad del total de casos);
  • caídas desde alturas;
  • lesiones deportivas, especialmente las que implican contacto físico, como el rugby, el fútbol americano y el fútbol, ​​pero también las que implican montar a caballo;
  • actos de violencia (palizas, disparos, etc.).

Las enfermedades que pueden afectar a una vértebra y dar lugar a una fractura patológica son generalmente de tipo metabólico:

  • metabólicas: como osteopenia u osteoporosis;
  • neoplásicas: como tumores o metástasis óseas.

Los factores de riesgo

Los siguientes tienen mayor riesgo de fractura vertebral

  • hombres (la proporción hombre/mujer es de 4:1);
  • jóvenes de 18 a 25 años
  • ancianos > 70 años;
  • mujeres después de la menopausia (un período en el que aumenta el riesgo de osteoporosis);
  • atletas profesionales en deportes de contacto;
  • los que montan a caballo o en moto;
  • los que padecen osteopenia u osteoporosis;
  • los que realizan trabajos en los que existe riesgo de caída (por ejemplo, trabajadores de la construcción);
  • los que tienen un tumor vertebral primario;
  • aquellos con cáncer terminal con metástasis óseas en las vértebras.

Las fracturas vertebrales debidas a la osteoporosis suelen reaparecer, especialmente si el paciente no controla la afección que debilita los huesos.

Síntomas y signos de fractura vertebral.

Una fractura vertebral es responsable del dolor de espalda.

A veces moderado, a veces intenso (dependiendo de la extensión de la fractura), este dolor tiene la particularidad de empeorar con el movimiento.

Si la fractura vertebral se acompaña de una lesión de la médula espinal y/o de los nervios espinales, el cuadro sintomático se verá enriquecido por trastornos neurológicos, como

  • pérdida de control del esfínter anal y/o vesical;
  • sensación de entumecimiento a lo largo de las extremidades;
  • hormigueo a lo largo de las extremidades;
  • Sensación de debilidad muscular a lo largo de las extremidades.

También se debe tener en cuenta que, en el caso de fracturas vertebrales cercanas a la cabeza, la energía de la lesión puede extenderse al cerebro y causar pérdida de conciencia.

Parálisis

Uno de los mayores riesgos de una fractura vertebral es el daño a los nervios espinales y la médula ósea, lo que puede llevar a una parálisis parcial o total, temporal o permanente de diferentes partes del cuerpo dependiendo del sitio de la lesión.

A continuación se muestra un esquema de la posible extensión de la parálisis (en azul) según el sitio específico de la lesión.

En términos generales, podemos decir que cuanto "mayor" es el daño de la médula espinal, más extensa es la posible parálisis.

Diagnóstico

En términos generales, los siguientes son esenciales para formular el diagnóstico de una fractura vertebral

  • anamnesis: consiste en recoger, mediante preguntas específicas, todos los datos de interés médico útiles para identificar la causa y los factores predisponentes de una determinada afección. En el caso de fracturas vertebrales tras traumatismos graves de la columna vertebral, la anamnesis es difícil de realizar porque el paciente no está en condiciones de responder. En tales casos, la ayuda importante puede provenir de la persona que presenció el accidente. Cuando, por el contrario, la fractura vertebral es consecuencia del no debilitamiento de los huesos, la evaluación de la historia clínica constituye un paso fundamental en la vía diagnóstica;
  • examen físico: consiste en una inspección cuidadosa del área dolorida, combinada con un examen de la cabeza, el tórax, el abdomen, la pelvis y las extremidades. Es poco probable que un examen objetivo determine el tipo de fractura vertebral presente;
  • diagnóstico por imágenes: rayos X, tomografía computarizada y resonancia magnética de la columna vertebral;
  • examen neurológico: permite al médico establecer si la fractura vertebral ha afectado de alguna manera a la médula espinal oa los nervios espinales vecinos.

Cabe señalar que, cuando la fractura vertebral es el resultado de un trauma que puede haber dañado la médula espinal, el médico tiene el deber de establecer los signos vitales del paciente antes de cualquier evaluación adicional de la extensión de la lesión; realizado en caso de emergencia, este abordaje protege al paciente de cualquier maniobra que pueda empeorar la situación.

Terapias

El tratamiento de una fractura vertebral depende esencialmente del tipo de fractura.

En general, el abordaje del tratamiento es conservador en casos de fracturas vertebrales leves y estables, y quirúrgico en casos de fracturas vertebrales severas e inestables.

Al final de la terapia destinada a reparar una fractura vertebral, siempre sigue un ciclo de tratamiento de rehabilitación (fisioterapia).

Terapia conservadora

El tratamiento conservador de las fracturas vertebrales implica el uso de un aparato ortopédico para la espalda (órtesis) para mantener la columna vertebral inmóvil y alineada durante el proceso de curación del hueso, y luego, una vez que se completa el proceso de reparación del hueso, incluye un curso de tratamiento de rehabilitación (fisioterapia).

El tratamiento conservador suele utilizarse en el caso de:

  • fracturas vertebrales por compresión;
  • fracturas vertebrales del proceso transverso.

Sin embargo, debe tenerse en cuenta que la terapia conservadora también puede usarse en el caso de fracturas vertebrales leves por flexión/distracción (fracturas en las que la lesión se limita al cuerpo vertebral).

Terapia quirurgica

El tratamiento quirúrgico de las fracturas vertebrales incluye delicadas operaciones de fusión vertebral (en las que el médico utiliza tornillos, ganchos, etc.), vertebroplastia o cifoplastia, cuyo objetivo es restaurar la anatomía de la vértebra o vértebras dañadas y aliviar cualquier presión sobre la médula espinal o nervios espinales vecinos; al igual que con la terapia conservadora, el tratamiento quirúrgico de las fracturas vertebrales también incluye un curso de rehabilitación.

Como regla general, el tratamiento quirúrgico se utiliza en el caso de:

  • Fracturas por estallido vertebral;
  • fracturas vertebrales por flexión/distracción con afectación vertebral total;
  • Fracturas vertebrales con luxación.

Se recuerda a los lectores que, lamentablemente, las lesiones de la médula espinal son permanentes, lo que significa que no existe un tratamiento médico o quirúrgico para repararlas.

Fisioterapia

Después de una fractura de columna, la rehabilitación física (o fisioterapia) se utiliza para restaurar la elasticidad y el tono muscular de la espalda que existía antes de la lesión.

La duración de la fisioterapia varía según el tipo de fractura vertebral.

Complicaciones de la terapia de fractura vertebral

El tratamiento de las fracturas vertebrales obliga al paciente a permanecer en cama; la inmovilidad resultante es un factor peligroso para promover el fenómeno de la trombosis venosa a lo largo de las extremidades, especialmente las inferiores.

Además de esta peligrosa complicación, existen también las posibles complicaciones que pueden derivarse del uso de la cirugía y que caracterizan esta opción terapéutica, independientemente del campo de aplicación (dichas complicaciones consisten en infecciones, hemorragias, etc.).

Pronóstico

En términos generales, cuanto más grave es una fractura vertebral, menos posibilidades hay de una recuperación completa; incluso, en el caso de fracturas vertebrales asociadas a lesión medular, la restauración de ciertas funciones motoras (entre ellas el control de los esfínteres renales y vesicales) es imposible.

Tiempos de reparación ósea

En el caso de una fractura vertebral, los tiempos de reparación ósea oscilan entre 6 y 12 semanas.

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