Brucelosis: qué es y qué hacer

La brucelosis se transmite de animales a humanos y ahora se trata fácilmente con el uso apropiado de antibióticos. La pasteurización de la leche sigue siendo el principal medio de prevención

¿Qué causa la brucelosis?

La brucelosis (fiebre de Brucella, maltesa, mediterránea o de Gibraltar) es una enfermedad animal infecciosa transmisible al hombre (zoonosis) causada por bacterias pertenecientes al género Brucella.

Los humanos son huéspedes accidentales y contraen esta enfermedad por contacto directo con un animal infectado o por el consumo de productos animales infectados.

Aunque la brucelosis es ampliamente conocida como una enfermedad ocupacional para adultos que trabajan con ganado, la mayoría de los casos en niños se deben a la transmisión alimentaria y están asociados con el consumo de productos lácteos no pasteurizados.

Brucella abortus (bovino), Brucella melitensis (ovejas y cabras), Brucella suis (cerdos) y Brucella canis (perros) son los microorganismos más comunes responsables de enfermedades humanas.

Estas bacterias se transmiten principalmente por ingestión de carne o productos lácteos contaminados, inoculación a través de cortes o abrasiones en la piel, contacto con el saco lagrimal o inhalación de aerosoles infecciosos.

El riesgo de infección depende del estado nutricional e inmunológico del huésped, la vía de inoculación y la especie de Brucella (Brucella melitensis y Brucella suis suelen ser las más virulentas).

La brucelosis se manifiesta con síntomas inespecíficos

Puede ser muy difícil de diagnosticar en niños si no se tiene conocimiento de exposición a animales o alimentos contaminados.

Los síntomas pueden ser agudos o, con mayor frecuencia, presentarse de manera insidiosa, después de un período de incubación de 2 a 4 semanas.

Aunque los síntomas son variables, en muchos pacientes se puede demostrar la tríada clásica de fiebre, artralgia/artritis y agrandamiento del hígado y el bazo (hepatoesplenomegalia).

Otros síntomas asociados incluyen dolor abdominal, dolor de cabeza, diarrea, erupción cutánea, sudores nocturnos, debilidad (astenia), vómitos, Tos y dolor de garganta.

El rechazo a la comida, los sentimientos de debilidad y la falta de aumento de peso y altura son particularmente comunes en los niños.

Los análisis de sangre de rutina no son útiles, ya que solo pueden mostrar anomalías inespecíficas como anemia, recuento bajo de plaquetas (plaquetapenia) y recuento bajo de glóbulos blancos (neutropenia) o pancitopenia, es decir, recuento bajo de todas las células sanguíneas.

Las pruebas diagnósticas más utilizadas son las pruebas serológicas, que identifican anticuerpos frente a Brucella abortus, Brucella melitensis y Brucella suis, mientras que para Brucella canis no son fiables, aunque pueden dar falsos negativos en estadios iniciales de infección y reactividad cruzada con otros microorganismos.

La proteína C reactiva (PCR) (prueba de diagnóstico molecular) se puede realizar en sangre u otros tejidos corporales y puede mostrar positividad tan pronto como 10 días después de la inoculación.

Sin embargo, el diagnóstico definitivo sólo se realiza mediante cultivo, es decir, aislando el microorganismo en sangre, fluidos biológicos (orina, LCR, líquido sinovial o pleural) o tejido (biopsia de médula ósea o hígado).

El tratamiento se basa en la antibioterapia combinada prolongada, prescrita por el especialista.

Los antibióticos utilizados en niños a partir de 8 años son Doxiciclina más Rifampicina/Estreptomicina/Gentamicina, a administrar durante un total de 6 semanas.

El tratamiento para niños menores de 8 años consiste en Trimetoprim + Sulfametoxazol (Cotrimoxazol) en combinación con Rifampicina, administrados durante 6 semanas.

En caso de afectación de órganos (corazón, sistema nervioso central, hueso), el tratamiento se intensifica en cuanto a fármacos administrados y duración global.

La pasteurización de la leche y los productos lácteos para consumo humano sigue siendo una herramienta fundamental para la prevención, así como para evitar el contacto con tejidos o líquidos de bovinos, caprinos y porcinos infectados.

Brucelosis: actualmente no existe una vacuna para uso humano

La educación sanitaria sigue desempeñando un papel destacado en la prevención de esta enfermedad.

Antes del uso de antibióticos, el curso de la brucelosis a menudo se prolongaba y podía terminar en la muerte. Tras la introducción de la terapia con antibióticos, el pronóstico es excelente.

Sin embargo, existe la posibilidad de recaída (5-15%), que generalmente ocurre dentro de los primeros seis meses después de finalizar el tratamiento.

Las causas de recaída incluyen un régimen antibiótico inadecuado, una duración insuficiente del tratamiento o la presencia de focos de infección localizados. En raras ocasiones, la resistencia a los antibióticos está presente.

La mortalidad por brucelosis es baja (alrededor del 2%) y se debe en gran medida a la afectación de órganos (p. ej., endocarditis o afectación grave del sistema nervioso central) en los casos complicados.

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Fuente

el niño Jesús

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