Oncología pediátrica: fibroma no osificante en niños y adolescentes

El fibroma no osificante es el tumor óseo más común en los niños, generalmente no causa síntomas y no requiere tratamiento. Es benigno y cura espontáneamente.

El fibroma no osificante es el tumor óseo benigno (o neoplasia) más frecuente

También se denomina defecto fibroso, defecto metafisario fibroso, defecto cortical fibroso, fibroma no osteogénico.

Ocurre en niños y adolescentes de 2 a 18 años de edad.

Su aparición es muy frecuente (aproximadamente el 30% de la población menor de 20 años es portadora) y casi nunca presenta síntomas.

Se presenta principalmente en las metáfisis de fémur y tibia con mayor incidencia en varones que en mujeres.

La metáfisis es la región de los huesos largos que conecta la extremidad o epífisis con la parte central o diáfisis.

En un pequeño porcentaje de casos puede presentarse con múltiples localizaciones.

Es una colección de células anormales que permanece en el hueso del que se originó y no hace metástasis.

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Se desconoce la causa del fibroma no osificante en niños y adolescentes

Por lo general, los afectados no tienen molestias, excepto en casos raros en los que, debido a que la masa es particularmente grande, puede haber dolor en el área afectada.

Es raro que un fibroma no osificante cause dolor.

Cuando lo causa, la causa son fracturas diminutas del hueso que pueden ocurrir cuando el fibroma es grande y puede debilitar el hueso.

La evolución a lesiones agresivas es muy poco probable, ¡prácticamente nunca ocurre!

El diagnóstico de fibroma no osificante casi siempre ocurre ocasionalmente cuando dicha lesión se encuentra durante un examen de rayos X (Rx) realizado por otras razones (generalmente un trauma).

Una radiografía convencional suele ser suficiente para hacer el diagnóstico de un fibroma no osificante.

En la radiografía, la lesión se describirá como una burbuja clara (una laguna).

La burbuja adquiere un aspecto multilocular característico, estando formada por muchas pequeñas cámaras que se comunican entre sí, y se localiza en la periferia del hueso.

La burbuja suele tener un diámetro pequeño (menos de 6 centímetros) y está rodeada por un borde engrosado.

Puede informarse en el informe radiológico como defecto fibroso, defecto cortical fibroso o fibroma no osteogénico.

El diagnóstico también puede requerir otras investigaciones instrumentales como tomografía computarizada (TC), resonancia magnética nuclear (RMN) y/o gammagrafía para excluir otros tipos de lesiones óseas.

La biopsia ósea no está indicada a menos que permanezcan dudas sobre la naturaleza de la lesión a pesar de todos los exámenes de radiodiagnóstico.

No requiere tratamiento, pero sí un seguimiento periódico para evaluar cualquier tendencia de la lesión a agrandarse.

Como regla general, el fibroma no osificante sufre una regresión progresiva durante el crecimiento hasta la resolución completa, que generalmente ocurre a la edad de 30 años.

Existe la posibilidad de fracturas o microfracturas asociadas al fibroma no osificante

Estas fracturas pueden causar dolor a la palpación o después de la actividad física.

En los casos muy raros en los que la lesión provoque dolor persistente, se puede considerar un tratamiento quirúrgico consistente en vaciar la lesión (legrado), que luego se rellena (bordea) con injertos óseos.

En estos casos, la recuperación postoperatoria es rápida con un riesgo de recurrencia casi nulo.

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Fuente:

el niño Jesús

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