Todo lo que necesita saber sobre los cálculos, y lo más importante: esto es lo que debe hacer

Los cálculos renales, también denominados en la jerga médica como “nefrolitiasis” o “litiasis renal”, son similares a los guijarros que se forman en el interior de los riñones cuando las sustancias normalmente presentes en la orina se concentran demasiado y se agregan en forma de material sólido

¿Qué son los cálculos renales?

Los cálculos renales son guijarros que pueden permanecer en el riñón o, con el tiempo.

Tienden a pasar de este último al tracto urinario inferior, el uréter, para llegar a la vejiga y, finalmente, a ser expulsados ​​a través del proceso de micción.

Los cálculos renales son un problema bastante extendido en occidente y en nuestro país en particular.

Se estima que afecta a alrededor del 5% de la población femenina y al 10% de la población masculina.

¿Cuándo pueden aparecer?

La edad de mayor incidencia es entre los 30 y 50 años, rara vez aparecen cálculos en sujetos menores de 20 años.

La recurrencia es un fenómeno que ocurre con mucha frecuencia: según los estudios de referencia, del 25 al 50% de los casos después de 5 años.

La tendencia creciente de este trastorno en las últimas décadas se atribuye en ocasiones a un mayor consumo de proteína animal que en el pasado.

Generalmente la manifestación de los cálculos urinarios está asociada a una dieta desequilibrada, una predisposición genética y una escasa ingesta de líquidos.

La formación de cálculos renales también se ve facilitada por algunos procesos inflamatorios.

Los cálculos renales pueden ser de diferentes tipos y tamaños.

Cuando son de volúmenes contenidos, pueden ser asintomáticos y eliminarse de forma completamente espontánea sin que el paciente experimente ninguna molestia.

Sin embargo, en muchos casos los cálculos renales terminan generando un dolor agudo y violento en la región lumbar.

Este síntoma es propio de los cálculos y por sus características se encuadra dentro del cuadro más general de lo que se denomina “cólico renal”.

Para evitar la formación de cálculos renales es necesario mantener la orina en estado de insaturación, es decir bien diluida, mediante una hidratación constante encaminada a generar una diuresis superior a 2 litros.

Los cálculos más frecuentes están formados por sales de calcio, pero también los hay de ácido úrico y de estruvita, derivados de una determinada infección urinaria.

También están los compuestos por cistina, generados por una rara enfermedad hereditaria.

Para diagnosticar correctamente el tipo, es fundamental analizar la composición del cálculo una vez expulsado, mediante un examen químico o cristalográfico.

Síntomas de cálculos renales.

Como ya se mencionó, cuando son de tamaño pequeño, los cálculos renales pueden ser expulsados ​​a través de la orina sin causar ningún dolor.

En algunos casos, sin embargo, los cálculos renales pueden dar lugar a la aparición de una sensación de dolor agudo y repentino, que se extiende a la zona abdominal y lumbar y se conoce como cólico nefrítico.

Cuando se da la circunstancia de que la “piedra” característica queda atrapada en el riñón o no puede pasar con facilidad por las vías urinarias, pueden presentarse diversos síntomas como:

  • dolor persistente y severo en la parte inferior de la espalda y el abdomen; a veces puede irradiarse a la ingle y puede durar unos minutos u horas (cólico renal).
  • A menudo se describe como sentirse como un "cuchillo en el costado"
  • náusea
  • inquietud e incapacidad para quedarse quieto
  • estranguria, es decir, la necesidad de orinar más de lo normal
  • disuria, es decir, dolor al orinar
  • hematuria, es decir, rastros de sangre en la orina, causada por los traumatismos causados ​​por el paso del cálculo en la pared del tracto urinario.

Si la presencia de un cálculo obstruye completamente el uréter, puede ocurrir acumulación y estancamiento de orina dentro del riñón (hidronefrosis), proliferación bacteriana e infección del riñón ipsilateral (llamada pielonefritis).

Las molestias que genera la infección renal son similares a las que provocan los cálculos y se suman

  • fiebre alta (38°C y más)
  • escalofríos
  • cansancio y debilidad
  • orina turbia y maloliente
  • diarrea

Curas y remedios

Los cálculos renales pueden variar en tamaño desde el tamaño de un grano de arena hasta el tamaño de una pelota de golf.

Evidentemente, a medida que aumenta el tamaño, el proceso de expulsión será menos fácil, si no imposible de forma espontánea e indolora.

Un cálculo en torno a los 4 milímetros, por ejemplo, tiene una alta probabilidad de expulsión espontánea.

Las dimensiones más grandes, por otro lado, harán necesaria la intervención terapéutica.

Hasta hace unos años la única vía practicable era la quirúrgica que, mediante el uso de diferentes metodologías, llegaba a la resolución de la situación con la extracción o fragmentación de los cálculos.

Hoy se ha afianzado una técnica innovadora, llamada litotricia, que permite tratar los cálculos sin hacer cortes.

Se basa en la producción de ondas de choque enviadas con precisión, con la ayuda de rayos X o ultrasonidos, para impactar en las propias piedras.

Estas ondas atraviesan los tejidos blandos del cuerpo y vierten su energía sobre las piedras para generar su fragmentación (y por tanto su posterior expulsión).

El tratamiento de cada piedra también prevé la dilución de la orina: tomar muchos líquidos, especialmente agua (también se recomienda agua del grifo).

Varias investigaciones afirman que una hidratación diaria igual o superior a 2 litros limita las recurrencias, que son frecuentes en este tipo de trastornos.

Además, es deseable reducir significativamente el consumo de sal y la ingesta de proteínas animales como la carne, los huevos y el pescado.

A diferencia de lo que se ha afirmado en tiempos relativamente recientes, no es necesario eliminar los lácteos de la dieta, pero se puede optar fácilmente por una dieta normal en calcio.

En algunos casos, la eliminación de alimentos como la leche o el queso podría generar problemas importantes a nivel esquelético, sobre todo si el paciente presentaba niveles elevados de dispersión de calcio en la orina.

A veces, de hecho, los cálculos y la osteoporosis pueden tener correlaciones.

Como se ve, cuando los cálculos renales son lo suficientemente pequeños, pueden expulsarse fácilmente al orinar. Sin embargo, aunque no sean muy grandes, en ocasiones pueden generar dolores que duran un par de días y desaparecen cuando se eliminan.

En caso de dolor agudo, el médico puede prescribir analgésicos para tomar incluso varias veces durante el día, en función de la intensidad de las molestias.

Si las náuseas y vómitos ocurren, se pueden tomar medicamentos antieméticos para aliviarlos. Los antibióticos, por otro lado, se administran en caso de infección del tracto urinario.

Finalmente, se puede recomendar la hospitalización en algunos casos particulares:

  • dolor que no desaparece dentro de una hora de tomar analgésicos y medicamentos antieméticos
  • deshidratación y la presencia de vómitos imparables
  • enfermedad renal preexistente (por ejemplo, si solo tiene un riñón)
  • el embarazo
  • otras enfermedades presentes al mismo tiempo.

Cuando los cálculos son demasiado grandes para ser expulsados ​​de forma natural, se pueden utilizar diferentes técnicas, según el caso concreto.

Sin embargo, es bueno saber que dichos tratamientos pueden causar complicaciones como:

  • obstrucción del uréter, causada por fragmentos de piedra
  • dolor
  • infección del tracto urinario
  • sangrado durante la cirugía

Por ello, antes de proceder a cualquier intervención, el médico deberá informar adecuadamente al paciente sobre los riesgos a los que se enfrenta.

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