Prolapso vesical: ¿lo padeces? Esto es lo que tienes que hacer

Las mujeres que sufren prolapso de vejiga pueden quejarse de varios síntomas que van desde una sensación de incomodidad en el área pélvica después de estar mucho tiempo de pie, hasta disfunción de la vejiga, como incontinencia urinaria o dificultad para vaciar completamente la vejiga al orinar.

Para un correcto diagnóstico es necesario consultar a su ginecólogo.

Evidentemente no todos los casos de cistocele son de la misma gravedad, por lo que incluso la resolución del problema puede requerir desde sencillos ejercicios de fortalecimiento muscular hasta llegar a la cirugía.

Qué se entiende por prolapso de vejiga

El prolapso vesical consiste en la dislocación (deslizamiento) de la vejiga hacia la vagina debido a un debilitamiento de las estructuras de la pared pélvica y en particular de la banda entre la vejiga y la vagina (banda vesico-vaginal).

Este debilitamiento se produce tras traumas importantes, como el del parto; o por variaciones hormonales, como las que se dan en la menopausia; o después de una cirugía (p. ej., histerectomía). Las mujeres son, por tanto, los sujetos más afectados.

El cistocele, dependiendo de su gravedad, se puede clasificar en tres grados diferentes (también existen otras clasificaciones):

  • Cistocele leve o de primer grado. En este caso, solo una pequeña parte de la vejiga se prolapsa hacia la vagina, por lo que las pacientes en su mayoría son asintomáticas o se quejan de síntomas leves.
  • Cistocele moderado o de segundo grado. En este caso la vejiga se desliza hacia el fondo de la vagina. Los síntomas en este caso son más comunes y podrían afectar la calidad de vida del paciente.
  • Cistocele severo o de tercer grado. Es la forma más grave de prolapso y es sintomática; en este caso, el daño a la banda vesicovaginal es tal que permite que la vejiga sobresalga completamente dentro de la vagina y sobresalga externamente a través de los labios genitales.

Cuales son las causas

El prolapso vesical, como ya se mencionó, tiene como principal causa el debilitamiento del piso pélvico; por suelo pélvico entendemos el conjunto de músculos, ligamentos y tejido conjuntivo que se encuentran en la cavidad pélvica, debajo de la cavidad abdominal.

Estas estructuras juegan un papel fundamental, ya que soportan los órganos presentes en este sitio anatómico: no solo la vejiga sino también el útero, la uretra y el recto.

Puede haber una cierta predisposición genética al cistocele, por lo que es más fácil padecerlo si existen determinados antecedentes familiares.

Sin embargo, los traumatismos son los principales responsables del deterioro de las estructuras del suelo pélvico, hasta su ruptura.

Entre las causas de trauma encontramos principalmente:

  • Parto natural: los músculos de la zona pélvica, de hecho, después del parto deben recuperar tono y elasticidad. Por lo tanto, las mujeres que han dado a luz varias veces corren mayor riesgo.
  • Embarazo: el peso del bebé y el aumento de tamaño del útero ejercen presión sobre las estructuras del suelo pélvico provocando su debilitamiento.
  • Levantamiento pesado: especialmente cuando se hace incorrectamente, puede ejercer cierta presión sobre el suelo pélvico y predisponer al cistocele.
  • Envejecimiento y menopausia: la menor producción de estrógenos que se produce durante esta fase de la vida está asociada a una menor resistencia del tejido conectivo del suelo pélvico.
  • Estreñimiento crónico: El esfuerzo excesivo durante las defecaciones debilita los músculos y el tejido conectivo del piso pélvico.
  • Histerectomía: la cirugía puede hacer que el piso pélvico sea más frágil, lo que contribuye a un mayor riesgo de prolapso de la vejiga.
  • Obesidad o sobrepeso.
  • Tos en la bronquitis crónica.

Síntomas del prolapso vesical y enfermedades asociadas

Los síntomas son diferentes según la gravedad del prolapso.

Especialmente las formas leves, a veces las moderadas, no se asocian con ningún síntoma, tanto que muchas mujeres ni siquiera saben que las padecen.

Otras formas moderadas, y siempre las graves, se asocian en cambio a trastornos incapacitantes y que afectan la calidad de vida, entre ellos:

  • Dolor o sensación de presión en la zona pélvica, especialmente al estar muchas horas de pie.
  • Vaciado vesical difícil o incompleto, con aumento del número de micciones al día.
  • Incontinencia urinaria
  • Urgencia urinaria continua.
  • Dificultad para tener relaciones sexuales y dolor durante las relaciones sexuales.
  • Reducción de la sensibilidad vaginal, que muchas veces puede conducir a la imposibilidad de alcanzar el orgasmo.

Infecciones recurrentes del tracto urinario

En cualquier caso, incluso ante la presencia de síntomas leves, se recomienda consultar a su ginecólogo.

Además, la presencia de un suelo pélvico más débil podría estar asociada con un mayor riesgo de prolapso uterino.

Diagnóstico

Siempre se recomienda consultar a un ginecólogo (o un urólogo) en caso de sospecha de prolapso vesical; ningún síntoma debe ser subestimado.

Tras una cuidadosa anamnesis, el ginecólogo pasará a la exploración objetiva con exploración vaginal, comprobando el estado de la vejiga de la mujer tanto en decúbito supino como en bipedestación.

Durante la visita, el médico puede pedirle al paciente que contraiga los músculos pélvicos para controlar la fuerza de los músculos mismos.

Además, en ocasiones se pueden recomendar pruebas de laboratorio y radiológicas, que son útiles para estadificar la enfermedad y descartar cualquier complicación.

Entre estos:

  • Cistouretrografía urinaria: este es un examen radiográfico que utiliza un medio de contraste; le permite observar la forma de la vejiga y posiblemente el vaciado incompleto de la vejiga durante la micción. El procedimiento puede ser un poco molesto debido a la necesidad de introducir el medio de contraste directamente en la vejiga.
  • Otras técnicas de imagen: por ejemplo ecografía y resonancia, que permiten realizar un estudio anatómico más completo de la zona de interés.
  • Análisis de orina: requerido en los casos en que el paciente refiera síntomas sospechosos de infección del tracto urinario; el médico también puede solicitar un urocultivo en asociación con la prueba de orina para evaluar la prescripción de antibióticos adecuados.
  • Cuestionarios específicos: las preguntas se centrarán en la sensación de dolor y en qué medida los síntomas afectan a la vida diaria del paciente.

Los riesgos

Los pacientes con cistocele no ponen en peligro la vida en absoluto, sin embargo, su calidad de vida se reduce.

Además, en ausencia de un tratamiento correcto, el prolapso vesical está destinado a empeorar significativamente y, por lo tanto, los síntomas relacionados también serán más graves, frecuentes e incapacitantes.

Prevención del prolapso vesical

Aunque en algunos casos, como el parto natural, no es posible eliminar los factores de riesgo del prolapso vesical, un correcto entrenamiento del suelo pélvico y unos hábitos diarios saludables pueden ayudar a prevenirlo.

Se pueden realizar ejercicios de Kegel para fortalecer los músculos de la zona.

En lo que respecta a la vida cotidiana, es bueno seguir una dieta rica en fibra para evitar el estreñimiento, levantar pesas correctamente, evitar fumar para prevenir la tos crónica y la bronquitis y adelgazar en casos de sobrepeso u obesidad.

Cómo tratar el prolapso de vejiga

El tratamiento del cistocele depende de su gravedad y de si existen afecciones asociadas, por ejemplo, prolapso uterino.

En caso de un cistocele leve, bastará con utilizar las medidas preventivas descritas: de esta manera, se evitará que el prolapso aumente y afecte la calidad de vida.

Si la situación empeora, es recomendable recurrir a los tratamientos específicos indicados por su ginecólogo o urólogo.

Los tratamientos no quirúrgicos, como la terapia de estrógeno o un pesario, tienden a usarse inicialmente.

Este último es un anillo de material flexible como goma o silicona que debe introducirse profundamente en la vagina, a la altura del fórnix posterior, de forma que sostenga mecánicamente la vejiga y evite su prolapso.

Obviamente, el médico le indicará al paciente la forma correcta de insertarlo y la mejor manera de limpiarlo.

Sin embargo, estos tratamientos pueden fallar. En este caso, o si el cistocele ya era severo o estaba asociado a un prolapso uterino, el médico especialista podría indicar la cirugía.

La operación consiste en devolver la vejiga a su ubicación anatómica normal y luego “reparar” la porción de tejido lacerado utilizando varias estrategias.

La operación no está exenta de complicaciones y lamentablemente el cistocele podría reaparecer después de años.

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