Vulvodinia: ¿qué es?
Excluida durante mucho tiempo de la investigación médica por ser clasificada como un trastorno meramente “psicosomático” o incluso “psicogénico” – por lo tanto erróneamente clasificada como un problema femenino esencialmente trivial e insignificante – la vulvodinia es la manifestación de un estado doloroso crónico que afecta la zona vulvar , provocando en el paciente que se queja del trastorno una intensa sensación de ardor, irritación, hinchazón y enrojecimiento
Estos síntomas rara vez se han observado junto con un trauma físico evidente.
A pesar del creciente interés por esta patología, su origen aún desconocido provoca noches de insomnio a médicos, sexólogos y ginecólogos de todo el mundo, que se devanan los sesos sin descanso para encontrar una explicación -y una solución- inequívoca al problema.
Trastorno problemático a partir de la nomenclatura
No es ningún secreto que durante mucho tiempo se pensó que la vulvodinia era “un capricho femenino”.
Tampoco es un secreto que los estudios sobre esta patología han sido durante mucho tiempo escasos, superficiales y fragmentarios.
Testigo de ello, también la dificultad de dar a la patología una nomenclatura definitiva.
Vulvodinia, vestibulitis vulvar y vestibulodinia se han utilizado durante mucho tiempo como sinónimos, cuando en cambio los tres términos médicos difieren entre sí en facetas mínimas pero fundamentales.
La vestibulitis vulvar indica, como sugiere el sufijo -itis, una condición inflamatoria del área vulvar, no desencadenada por causas definidas y no acompañada de dolor.
Vulvodynia indica, como sugiere el sufijo -dynia, un estado doloroso
Estado físico en el que un probable estado inflamatorio se acompaña de dolor y/o ardor.
Lo mismo ocurre con la vestibulodinia, que también identifica un probable estado inflamatorio acompañado de dolor y/o ardor.
Sin embargo, existe una profunda diferencia entre los dos términos: vestibulodinia indica dolor que permanece confinado a un área muy específica, la del vestíbulo vulvar, mientras que vulvodinia indica inflamación y dolor que no se puede localizar pero que está más extendido.
Para identificar con precisión un estado de trastorno o patología, el primer paso debe ser darle un nombre correcto y específico.
Síntomas por los que se manifiesta la vulvodinia
Los síntomas con los que se manifiesta la vulvodinia -vulvodinia, vestibulitis vulvar y vestibulodinia- no son los mismos para todas las pacientes.
Esto ayuda a complicar aún más no sólo el diagnóstico, que muchas veces permanece inadvertido durante mucho tiempo, sino también el estudio de una patología tan compleja y llena de facetas cambiantes.
En general, los síntomas que más frecuentemente presentan las mujeres declaradas clínicamente afectadas por vulvodinia son:
- Dolor y ardor vulvar, espontáneo o resultante del contacto con la ropa (slips, pantalones).
- Hipersensibilización del tejido vestibular.
- Posible dispareunia (dolor durante las relaciones sexuales). Queremos subrayar la palabra posible porque, en mujeres que padecen vulvodinia, algunas refieren la imposibilidad absoluta de tener relaciones sexuales, mientras que otras no encuentran ningún problema en el acto.
- Entumecimiento e hinchazón de la zona anatómica afectada.
- Sensación de pinchazos con agujas, escozor, descargas eléctricas en el pubis, vulva o cerca de la zona perineal.
- Sintomatología típica de cistitis o vaginitis a pesar de que el hisopado vaginal y el urocultivo sean negativos.
- Sensación de abrasión sin abrasiones físicas evidentes.
- Dificultad para orinar o ardor al orinar.
Esta sintomatología, evidentemente muy compleja, suele asociarse a ansiedad, depresión y una sensación de malestar muy fuerte, provocada principalmente por no poder hacer una vida normal, pues la mayoría de las veces está condicionada por una sensación dolorosa constante que también impide gestos cotidianos, como caminar, sentarse, cruzar las piernas.
Vulvodinia: ¿cuáles son las causas?
Al ser una enfermedad todavía muy enigmática y compleja, durante mucho tiempo se ha considerado que las causas que conducen al desarrollo de la vulvodinia son de “origen psicológico”, por lo que las pacientes que se quejan de estos síntomas en la visita ginecológica, sin sin embargo, al tener hallazgos físicos objetivos, a menudo se recomendaba una visita psicológica.
Afortunadamente, este enfoque engañoso ahora se considera obsoleto a favor de un enfoque más consciente del problema.
Los estudios, aún en construcción, han identificado por ahora las causas de la vulvodinia en una serie de factores y eventos que actúan en simbiosis entre sí.
Entre las principales causas se encuentran las infecciones bacterianas vaginales y vesicales, muchas veces acompañadas de una predisposición genética a contraer la inflamación.
Incluso la hipercontractilidad de los músculos de la zona vulvar y perineal parece desempeñar un papel importante en el desarrollo de la vulvodinia.
Junto a estas causas específicamente físicas, los aspectos psicológicos y sexuales también juegan un papel muy importante: muchas mujeres con vulvodinia tienen antecedentes de acoso, trauma, abuso y dificultades de relación en el pasado, factores que corren el riesgo de empeorar las causas de naturaleza física, lo que lleva a el desarrollo de una enfermedad psicobiológica.
Vulvodinia: un diagnóstico difícil
Dada la extrema variabilidad y los - lamentablemente aún escasos - estudios sobre el tema, hacer un diagnóstico correcto de vulvodinia es bastante complicado.
Generalmente, a este diagnóstico se llega por exclusión, después de haber recorrido todos los caminos posibles, con la consiguiente frustración de médico y paciente.
Afortunadamente, el conocimiento de esta patología avanza cada día más, lo que facilita su identificación y, en consecuencia, su curación.
Para hacer un diagnóstico de vulvodinia nos basamos en pruebas específicas.
Prueba de hisopo
La prueba del hisopado se realiza con la ayuda de un bastoncillo de algodón con el que el especialista ginecólogo aplica una ligera presión en algunos puntos concretos de la zona vestibular.
Si la paciente reacciona de forma exagerada incluso a un simple toque, es probable que se trate de vulvodinia y se invitará a la paciente a realizar más controles e investigaciones.
Exploración con el vulvagesiómetro
El vulvagesiómetro es un instrumento que se utiliza para evaluar el dolor en la zona vulvar.
Electromiografía
La electromiografía se utiliza para verificar la reactividad, que en el caso de la vulvodinia sería excesiva, del músculo elevador.
Mapeo del dolor
El mapeo del dolor, asociado a la investigación sobre la cuantificación de la intensidad del dolor experimentado, son los principales factores diagnósticos útiles para la identificación de la patología en cuestión.
Estas pruebas se realizan a través de un cuestionario entregado al paciente, quien deberá asociar valores a unos parámetros.
Cómo curar la vulvodinia: la terapia más adecuada
Habiéndose clasificado finalmente como un trastorno psicobiológico –es decir, que involucra tanto la esfera física como la psíquica del paciente–, los tratamientos que han encontrado mayor efectividad son los que abordan ambos frentes de interés.
La psicoterapia siempre brinda una ayuda valiosa en el tratamiento de la vulvodinia, ayudando a la paciente a superar cualquier trauma pasado y a aceptar con conciencia incluso los aspectos más incapacitantes de su enfermedad actual, y con suerte pasajera.
Si bien contribuye a la mejora del cuadro clínico, la psicoterapia por sí sola no es suficiente.
Esto debe ir acompañado de terapias farmacológicas, que generalmente implican el uso de analgésicos por vía oral o de aplicación tópica; el uso de anestésicos locales en formulaciones tópicas; en casos seleccionados, el uso de antidepresivos y anticonvulsivos para cursos cortos.
Se han encontrado resultados importantes que contribuyen, si no a la curación, al menos al alivio de los síntomas, en el tratamiento de la nutrición: los alimentos ricos en oxalatos (espinacas, ruibarbo, cereales integrales, col, etc.) corren el riesgo de agravar el cuadro clínico de el paciente; evitarlos reduce significativamente los síntomas.
La terapia quirúrgica es el último recurso de tratamiento y, en general, debe evitarse en la práctica clínica.
La cirugía consiste en cortar una parte de la mucosa vulvar, eliminando físicamente las terminaciones nerviosas responsables del dolor, pero, lamentablemente, también de la sensibilidad de la zona, con el riesgo de crear déficits de sensibilidad a largo plazo.
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