Cáncer de útero: causas, síntomas, diagnóstico y tratamiento

El tumor del útero (cáncer uterino), el órgano femenino invertido en forma de embudo que se usa para recibir al feto durante el embarazo, puede afectar tanto el cuerpo, es decir, la parte superior más ancha, como el cuello o el cuello uterino, es decir, la parte inferior conectada a la vagina

Cada una de estas dos partes se compone de diferentes tipos de tejido, con células que se utilizan para realizar diferentes funciones.

El cuerpo uterino está formado por una capa de revestimiento interior, llamada endometrio.

El endometrio está formado por células conocidas como epiteliales y glandulares, y una capa externa más gruesa llamada miometrio, que está formada por células musculares.

El cuello uterino, en conexión directa con la vagina, se compone en cambio de dos porciones llamadas endocérvix (la más cercana al cuerpo del útero) y ectocérvix o exocérvix (la más cercana a la vagina).

Útero, los tipos de cáncer

Las células que recubren estas dos áreas son de dos tipos diferentes: las escamosas se encuentran en el exocérvix y las glandulares en el endocérvix.

Los dos tipos de células se encuentran en la llamada zona de transición.

Casi todos los tumores del útero se originan a partir de las células endometriales y se denominan adenocarcinomas endometriales (ya que afectan tanto a las células epiteliales como a las glándulas que forman este tejido).

Sin embargo, cuando el tumor se desarrolla en el miometrio, es en presencia de sarcomas uterinos.

En cuanto a los adenocarcinomas, existen diferentes tipos y la mayoría (80%) están representados por los denominados adenocarcinomas endometrioides.

Otras formas más raras y agresivas son: el carcinoma seroso, el carcinoma de células claras, el adenocarcinoma mucinoso, el carcinoma indiferenciado y el carcinosarcoma, que tienen diferentes factores de riesgo.

Sin embargo, en lo que respecta a los tumores de la cuello o cérvix, se clasifican según las células de las que proceden y son principalmente de dos tipos:

  • carcinoma de células escamosas (alrededor del 80% de los cánceres de cuello uterino)
  • adenocarcinoma (alrededor del 15%).

Hablamos de carcinoma de células escamosas cuando el tumor surge de las células que recubren la superficie del exocérvix y de adenocarcinoma cuando el cáncer surge de las células glandulares del endocérvix.

Finalmente, aunque menos frecuentes (3-5% de los tumores de cérvix), existen tumores de cérvix que presentan una matriz mixta y por tanto se definen como carcinomas adenoescamosos.

¿Qué tan común es el cáncer de útero? En lo que se refiere al cuerpo uterino, las neoplasias endometriales concentran la práctica totalidad de los casos: ocupan el quinto lugar por frecuencia entre los tumores más diagnosticados en mujeres.

Son cánceres que afectan principalmente a adultos después de la menopausia, con un pico de incidencia a partir de los 50 años.

Sin embargo, con referencia al cuello uterino, se puede afirmar que durante mucho tiempo esta forma de cáncer ha sido la más frecuente en todo el mundo para las mujeres, pero recientemente la situación ha cambiado significativamente.

En los países desarrollados el número de casos y el de muertes siguen disminuyendo gracias sobre todo a las pruebas de cribado -Papanicolau y VPH- que son sumamente eficaces para el diagnóstico precoz del cáncer.

Útero, síntomas de un tumor del cuerpo

En el caso del cáncer del cuerpo del útero, un síntoma característico es el sangrado vaginal, que puede ser:

  • después de la relación sexual
  • intermenstrual
  • después de la menopausia

Si la enfermedad se encuentra en un estadio avanzado, el sangrado puede asociarse a dolor pélvico, que también puede afectar a los miembros inferiores, ya pérdida de peso (sin motivo aparente, por tanto básicamente en ausencia de dieta).

Otra manifestación de la presencia de cáncer de cuello uterino puede ser el aumento de secreciones vaginales anormales.

El caso del cáncer de cérvix es algo diferente

En este caso, de hecho, las primeras etapas del cáncer suelen ser asintomáticas y, a menudo, las manifestaciones eventuales pueden estar relacionadas con otras patologías no tumorales.

En caso de síntomas, presenciamos:

  • sangrado anormal (después del coito, entre períodos o durante la menopausia)
  • Flujo vaginal sin sangre o dispareunia (dolor durante el coito).

Cáncer de útero: las causas

En lo que respecta al cáncer de endometrio, el estrógeno parece ser la causa principal.

Ya está casi establecido que una actividad estrogénica no equilibrada adecuadamente por la progesterona (una hormona sexual que realiza una actividad opuesta a la del estrógeno) aumenta el riesgo de desarrollar este tipo de tumor.

En el pasado, de hecho, el uso de terapias hormonales, dirigidas a contrarrestar los trastornos de la menopausia y basadas exclusivamente en estrógenos, provocó un pico en la incidencia del cáncer de endometrio.

Partiendo de este supuesto, todas aquellas condiciones que aumentan la exposición a los estrógenos, como el inicio temprano del ciclo menstrual, la menopausia tardía y la ausencia de embarazos, son potencialmente factores de riesgo para la aparición de cáncer de endometrio.

Desde este punto de vista, el uso de la píldora anticonceptiva, que consiste en una dosis equilibrada de estrógenos y progesterona, representa un factor protector.

Otros factores predisponentes son la edad (incidencia máxima después de los 50 años), la obesidad, la diabetes mellitus y la hipertensión, que aumentan el riesgo de desarrollar cáncer unas 3-4 veces en comparación con la población general.

Si en cambio hablamos de cáncer de cuello uterino, el principal factor de riesgo lo representa la infección por el Virus del Papiloma Humano (VPH), que se transmite principalmente por vía sexual.

El condón, en este caso, no protege completamente contra la infección, ya que el virus también puede transmitirse a través del contacto con regiones de la piel no cubiertas por el condón.

Un inicio temprano de la actividad sexual, múltiples parejas sexuales o una pareja promiscua pueden aumentar el riesgo de infección, así como una condición de inmunodeficiencia que puede estar asociada a varias causas (por ejemplo, una infección por VIH, el virus del SIDA o un órgano anterior). trasplante).

En cualquier caso, es fundamental recordar que solo algunas de las más de 100 cepas de VPH tienen potencial oncogénico y que la mayoría de las mujeres que entran en contacto con el Papiloma son capaces de erradicar la infección gracias únicamente a su propio sistema inmunológico sin consecuencias futuras para salud.

Finalmente, otros factores capaces de aumentar el riesgo de cáncer de cérvix parecerían ser el tabaquismo, la presencia de familiares cercanos con este tumor en la familia, una dieta baja en frutas y verduras, la obesidad y, según algunos estudios, incluso la infección por clamidia. infecciones

Diagnóstico de cáncer uterino.

En cuanto al tumor del cuerpo uterino, desde el punto de vista diagnóstico, la ecografía transvaginal es el primer examen al que se somete a la paciente, con el fin de comprobar un posible engrosamiento de la mucosa endometrial.

Aquí, si procede, también se realizará una biopsia para su posterior análisis de laboratorio de una muestra de tejido epitelial.

El procedimiento más utilizado para este fin es la histeroscopia, que permite al ginecólogo visualizar la cavidad del útero -a través del histeroscopio equipado con una pequeña cámara de video en la parte superior- y posiblemente proceder a la biopsia.

Cáncer de útero, ¿qué exámenes hacer?

Una vez realizado el diagnóstico in situ, es necesario el uso de diagnóstico por la imagen (Tac, MRI, Pet) para evaluar la posible extensión de la enfermedad a los ganglios linfáticos u otros órganos.

El cáncer de cuello uterino, por otro lado, puede diagnosticarse en una etapa muy temprana o incluso precancerosa si se realizan pruebas de detección con el Papanicolaou o la prueba del VPH con regularidad.

En base a los resultados de las pruebas, el ginecólogo evaluará qué intervención adoptar, en función del riesgo de la alteración precancerosa.

En caso de anomalías, se puede proceder a la colposcopia, un examen ambulatorio que permite identificar cualquier alteración a nivel del cuello uterino a través de la vista ampliada de los tejidos.

Si es necesario, también se realizan biopsias específicas en esta etapa para obtener investigaciones más profundas.

Cuando se diagnostica cáncer de cuello uterino, es posible que se soliciten pruebas como la tomografía computarizada (TC), la resonancia magnética o la tomografía por emisión de positrones (PET) para evaluar con mayor precisión la extensión del tumor.

Evolución

Según el sistema de clasificación de la FIGO (Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia), el cáncer del cuerpo uterino, así como el de cuello uterino, se pueden dividir en cuatro estadios, del I al IV, según su extensión en el organismo. .

Al igual que otros cánceres, cuanto más bajo sea el estadio (y, en consecuencia, menos común sea el cáncer) y mayores serán las posibilidades de curación.

Tratamiento del cáncer de útero

El tratamiento del cáncer de útero está influenciado por la etapa en la que se diagnostica.

Básicamente, existen tres enfoques posibles: cirugía, quimioterapia y radioterapia (a veces en combinación).

La histerectomía radical, es decir, la extirpación de todo el órgano, es la opción de tratamiento que se aplica con mayor frecuencia.

En los casos en que la enfermedad se encuentre en un estadio más avanzado, considerando además que la neoplasia casi siempre se presenta en mujeres menopáusicas (la histerectomía implica la pérdida de la fertilidad), también se puede optar por la extirpación de los ovarios y las trompas de Falopio.

La cirugía puede ir seguida de radioterapia, que en este caso también puede ser interna. La braquiterapia es posible mediante la inserción de pequeños óvulos a través de la vagina capaces de emitir radiación una vez que llegan al cuello uterino.

En cualquier caso, la radioterapia no excluye la posibilidad de quedarse embarazada después de la enfermedad (siempre y cuando se haya realizado un tratamiento de preservación de la fertilidad).

La quimioterapia, por otro lado, es un procedimiento reservado para las formas más avanzadas de cáncer del cuerpo del útero.

Desde el punto de vista farmacológico, donde el tumor tiene receptores particulares para estrógenos o progestágenos, también se puede confiar la terapia hormonal, mediante la administración de sustancias capaces de bloquear la actividad hormonal, considerada uno de los factores de crecimiento de la enfermedad.

Actualmente, si pensamos en la profilaxis, no existen medidas específicas para el cáncer de endometrio sino solo pequeños trucos que pueden ayudar a reducir el riesgo.

Buenos hábitos

La nutrición y las terapias hormonales, por ejemplo, juegan un papel importante y por ello será deseable seguir una dieta saludable y mantener un peso corporal normal.

Realice también ejercicio físico regular y, si es necesario utilizar terapia de reemplazo hormonal, evalúe los riesgos y beneficios junto con el ginecólogo, eligiendo el tratamiento que mejor se adapte a sus necesidades.

En el caso del cáncer de cuello uterino, la elección del enfoque terapéutico está ligada principalmente al estadio de la enfermedad (pero también a principios más generales como el estado de salud, la edad y las necesidades de la persona).

En las primeras etapas, cuando el tumor se encuentra en una etapa preinvasiva y las lesiones son de bajo grado, se puede utilizar la criocirugía o la cirugía láser, que utilizan frío o un rayo láser, respectivamente, para congelar o quemar las células enfermas.

Estas técnicas se definen como destructivas, ya que la muestra histológica se destruye y, por lo tanto, no está disponible para un análisis más profundo.

En los casos, en lugar de displasias moderadas o severas, la elección puede recaer en la llamada conización, operación en la que se extrae un cono de tejido en correspondencia con la lesión sin comprometer la función del órgano y la posibilidad de tener hijos.

Las técnicas más invasivas

Si por el contrario el tumor es más extenso se realiza una histerectomía, operación que consiste en la extirpación del útero en su totalidad.

La radioterapia, que se dirige a las células cancerosas con radiación, es un tratamiento válido para la enfermedad localmente avanzada, generalmente en combinación con quimioterapia (radioquimioterapia).

A la radioterapia tradicional en la que la fuente de radiación es externa, hay que añadirle la braquiterapia, es decir, la inserción en el útero de pequeños óvulos que emiten radiación.

Tanto la terapia externa como la braquiterapia mantienen intacto el sistema reproductivo y, en muchos casos, no alteran la capacidad de llevar una vida sexual normal.

Una tercera vía para el tratamiento del cáncer de cuello uterino, reservada sin embargo para los tipos avanzados o invasivos, es la quimioterapia: administración intravenosa de varios fármacos contra el tumor, a menudo combinados entre sí, incluidos cisplatino, paclitaxel y l antiangiogénico bevacizumab.

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