¿Sufres de retinopatía diabética? Esto es lo que le está sucediendo y los tratamientos disponibles
Hablemos de la retinopatía diabética: la diabetes que no se trata como se debe puede, a la larga, desencadenar secuelas en diversas zonas del cuerpo
Este es el caso de la retinopatía diabética, en la que la hiperglucemia daña los capilares oculares, que se vuelven débiles y permeables.
La retinopatía diabética es asintomática en su inicio, pero puede degenerar por visión borrosa, al principio levemente, y luego evolucionar a la ceguera.
Afecta a ambos ojos y es más probable que se desarrolle en pacientes diabéticos a largo plazo.
Varios pacientes se quejan de los primeros síntomas unos diez años después del primer diagnóstico de diabetes.
Hasta la fecha, las estimaciones italianas indican que hay aproximadamente 3 millones de pacientes diabéticos, de los cuales hasta 2 millones han desarrollado complicaciones en la retina.
La retinopatía diabética es una de las principales causas de ceguera en la edad adulta
Precisamente por estas razones, se recomienda a todos los pacientes diabéticos someterse a un examen ocular anual para evitar que la progresión de la enfermedad afecte de forma permanente a los órganos visuales.
Efectos de la hiperglucemia en la retina
El ojo es un órgano muy delicado y complejo que, para su correcto funcionamiento, utiliza diversas membranas y corpúsculos anatómicos, cada uno con su función específica.
La retina es su área más funcional y delicada, ya que es la única capaz de recoger estímulos luminosos del mundo exterior y convertirlos en impulsos eléctricos para enviarlos al cerebro (a través de los canales ópticos) para su procesamiento en imágenes tridimensionales. .
Para funcionar correctamente, la retina también necesita sangre y oxígeno, transportados por los pequeños capilares ubicados cerca de su superficie. Eso hace que sea más fácil entender por qué la hiperglucemia, al dañar los vasos sanguíneos de todo el cuerpo, también puede debilitar los vasos de la retina y provocar problemas de visión.
Es típico que los diabéticos se quejen de visión borrosa, causada directamente por capilares dañados.
Los altos niveles de glucosa en la sangre hacen que los vasos sanguíneos pequeños sean más débiles y más permeables, lo que hace que los líquidos y los lípidos se filtren y se depositen en el fondo del ojo.
Estos depósitos eventualmente conducen a edema y, posteriormente, a isquemia retiniana que compromete permanentemente el visus.
La primera etapa de la retinopatía diabética, la más leve, se denomina retinopatía diabética no proliferativa (NPDR).
Si esta se vuelve crónica, la Retinopatía Diabética se vuelve Proliferativa (PDR): para compensar los capilares que están fuera de servicio, el cuerpo genera otros nuevos, en un lento proceso de neovascularización.
Tipos de retinopatía diabética
La comunidad médica ha elaborado dos clasificaciones diferentes de la retinopatía diabética, que corresponden a la intensidad con la que se presentan los síntomas.
Hablamos de Retinopatía Diabética No Proliferativa (RDNP) cuando la enfermedad se encuentra en estadios iniciales y los síntomas son leves.
Los capilares oculares comienzan a aparecer como debilitados, debido a los altos niveles de glucosa en sangre, que alteran la permeabilidad de sus paredes.
Esto allana el camino para la formación de trastornos sanguíneos como pequeños aneurismas, edemas y trombosis que generan hemorragias en el ojo, perjudicando la visión.
También se pueden crear los primeros depósitos de lípidos de la sangre, conocidos como exudados.
Cuando la NPDR evoluciona a un estadio crónico, nos encontramos ante la denominada Retinopatía Diabética Proliferativa (PDR), una condición más avanzada de la enfermedad, en la que los capilares sanguíneos se encuentran casi o completamente ocluidos, debido al alto depósito de lípidos.
El sujeto desarrolla una isquemia retiniana muy preocupante, que empeora aún más la imagen visual.
Dado que sigue siendo necesario el aporte de sangre oxigenada a la retina ya los ojos en general, el organismo se predispone a la neovascularización, es decir, a la formación de nuevos vasos sanguíneos en la retina.
Sin embargo, los nuevos vasos sanguíneos son anormales y frágiles y pueden conducir rápidamente a un desprendimiento de retina con hemovascularización oa una liberación elevada de líquido que provoca glaucoma.
Finalmente, hay un tercer pequeño caso clínico.
Cuando los cambios visuales son tan pequeños que son casi imperceptibles y tranquilamente resolubles, hablamos de una retinopatía simple o de fondo.
Síntomas
No siempre es posible identificar y tratar la retinopatía diabética en una etapa temprana porque, en muchos casos, la condición es asintomática.
El paciente puede no darse cuenta de la situación real en la que se encuentra hasta que los síntomas ya están avanzados y la visión comienza a ser borrosa.
Los síntomas más frecuentes en casos de diabetes retiniana son los siguientes (la lista no es exhaustiva y se refiere tanto a casos de NPDR como de PDR):
- Visión borrosa y pérdida de agudeza visual. Las oclusiones y las hemorragias que se producen en los capilares oculares oscurecen literalmente la retina.
- Campo visual con áreas oscurecidas. Esto también es consecuencia de la oclusión de los capilares retinianos.
- Miodesopías. Es común que, además de la visión borrosa, el paciente se queje de la visión de puntos negros e hilos flotando frente a los ojos.
- Hipovisión. En general, el sujeto se queja de un déficit visual (es decir, ve menos que antes).
- Disminución de la capacidad de ver en la oscuridad.
- Dificultad para percibir y distinguir los colores.
- Ceguera. Esta es la situación más grave, asociada a una diabetes retiniana ya avanzada. La pérdida de la vista es un problema psicológico importante para los afectados, no sólo porque se pierde uno de los cinco sentidos sino también porque, cuando llega, la pérdida es repentina e inmediatamente grave.
Los síntomas de la retinopatía diabética suelen aparecer unos diez años después del diagnóstico de diabetes y aumentan con la progresión natural de la enfermedad.
Su intensidad es más grave en individuos que no han tratado correctamente su diabetes durante mucho tiempo.
Causas y factores de riesgo
La causa principal del deterioro de los capilares retinianos son los niveles elevados de glucosa en sangre, que debilitan y hacen más permeables sus paredes, permitiendo que líquidos y lípidos pasen libremente y se depositen en el fondo de ojo.
Generalmente, esto sucede cuando la diabetes ha estado presente durante muchos años y no se han tomado las medidas adecuadas para tratarla.
Después de 15 a 20 años de tal condición, el 80 por ciento de las personas desarrollan complicaciones diabéticas en ambos ojos.
Intervenir activamente en el contraste de glucosa en sangre significa ralentizar la tasa de aparición y progresión de cualquier complicación diabética, incluidas las complicaciones de la retina.
Controlar la presión arterial es crucial. Si una persona es hipertensa, sus vasos sanguíneos ya están estresados y comprometidos. El control constante de la presión arterial también tiene un efecto beneficioso sobre la progresión de la retinopatía diabética.
Los niveles elevados de lípidos en sangre, como el colesterol y los triglicéridos, provocan una acumulación de exudados en la retina. Se forman depósitos que obstruyen los pequeños vasos sanguíneos de la retina, afectando la visión.
El embarazo también puede ser una causa importante de retinopatía diabética, debido a los importantes cambios hormonales que se producen y que pueden afectar los niveles de azúcar en la sangre. Sin embargo, la progresión de la enfermedad a menudo se detiene después del parto.
Diagnóstico de la retinopatía dibética
El camino hacia el diagnóstico de la retinopatía diabética pasa por un examen especializado realizado por un oftalmólogo.
Durante la fase de anamnesis, será su tarea recoger los síntomas y la historia clínica del paciente, con el fin de preparar las pruebas y tratamientos posteriores más adecuados.
La prueba objetiva, destinada a investigar el verdadero estadio de gravedad de la enfermedad, se realiza mediante un instrumento especial llamado retinógrafo, que, como su nombre indica, observa detenidamente el fondo de ojo, mostrando el estado de salud de la retina.
También es útil para ver cuánto tiempo la enfermedad ha estado afectando la salud de la retina.
La fluorangiografía es otra técnica utilizada cuando el objetivo es detectar microaneurismas e isquemias retinianas. Evalúa la extensión de la enfermedad inyectando un tinte llamado fluoresceína en los vasos sanguíneos, lo que resalta los cambios en los capilares.
Finalmente, el TAC ocular, conocido como Tomografía de Coherencia Óptica, observa en detalle la mácula y el nervio óptico, es decir, las dos partes de la retina indispensables para recoger los estímulos y generar imágenes tridimensionales. El haz de luz típico de la tomografía computarizada resalta cualquier lesión retiniana y derrames de líquidos y lípidos en esta área.
En el caso de la retinopatía diabética, el diagnóstico precoz es fundamental para poder intervenir de forma inmediata.
Es por esto que los pacientes diabéticos deben someterse a una revisión oftalmológica anual.
Las pacientes diabéticas embarazadas deben mantenerse en observación, ya que aumenta la posibilidad de desarrollar retinopatía.
Tratamiento y prevención efectivos.
Existen varios tipos de tratamiento que son más o menos efectivos según el tipo de retinopatía diabética en curso (NPDR o PDR).
A veces se pueden utilizar combinados entre sí.
Terapias para NPDR (Retinopatía Diabética No Proliferativa)
La retinopatía diabética no proliferativa puede aliviarse mediante la fotocoagulación con láser de la retina, una técnica especialmente innovadora que utiliza la potencia del láser para reducir la inflamación de la retina y la mácula.
Aunque no elimina la condición, ciertamente disminuye la tasa de progresión de la enfermedad y restaura el alivio y la agudeza visual. También previene complicaciones graves como el hemovítreo y el glaucoma.
Los ojos con retinopatía diabética se pueden tratar con inyecciones intravítreas.
De nuevo, los fármacos inyectados, que son completamente seguros, actúan eliminando el edema macular y disminuyendo el umbral de neovascularización, restaurando la visión normal del individuo.
La NPDR también se puede tratar con la técnica de fotoablación, es decir, la eliminación con láser de la pequeña parte dañada de la córnea y la retina.
Terapias para la RDP
Cuando la retinopatía diabética ha alcanzado su etapa avanzada y proliferativa, los dos métodos más efectivos para mantener una condición visual óptima son las inyecciones de corticoides intraoculares y la vitrectomía.
Mientras que el primero, gracias a la acción de la cortisona, reduce significativamente el dolor y el edema retiniano, el segundo es una cirugía especial que se realiza cuando existe un desprendimiento de retina y consecuente hemovítreo.
Sirve para restaurar la función vítrea normal sin que los depósitos de sangre y otras sustancias lo obstaculicen.
Generalmente, tras esta operación, la visión mejora mucho respecto a la situación inicial.
Implementar estrategias de prevención para la retinopatía diabética no es fácil porque la enfermedad suele ser asintomática en sus primeras etapas.
No hace falta decir que es importante someterse a revisiones oftalmológicas constantes, especialmente en diabéticos de larga evolución.
Las mediciones continuas de los valores de glucosa en sangre y presión arterial no deben faltar en el tratamiento preventivo.
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