Baja visión: ¿qué es y cuándo actuar?

La baja visión se refiere a una condición de capacidad visual muy limitada, una condición tremendamente incapacitante para quienes la padecen. Los afectados por la baja visión son generalmente personas mayores entre 65 y 84 años.

Si no se trata con eficacia, la baja visión puede degenerar en ceguera parcial permanente o incluso total.

La baja visión -junto con la ceguera funcional, la ceguera legal y la ceguera- es una de esas enfermedades consideradas como 'deficiencia visual' y, por tanto, puede clasificarse como grave (con un residuo visual no superior a 1/10 en ambos ojos o en el mejor ojo incluso con corrección – residuo perimétrico binocular inferior al 30 %) medio-grave (con residuo visual no superior a 2/10 en ambos ojos o en el mejor ojo incluso con corrección – residuo perimétrico binocular inferior al 50 %), leve (residuo visual de no más de 3/10 en ambos ojos o en el mejor ojo incluso con corrección - residuo perimétrico binocular de menos del 60%).

¿Cuáles son las causas y los factores de riesgo de la baja visión?

La baja visión puede ser causada por una amplia variedad de factores.

Esta patología, que, como hemos visto, afecta generalmente a pacientes de edad avanzada, ve en el envejecimiento su principal factor de riesgo: con el aumento de la edad, se está predispuesto biológicamente a sufrir enfermedades que dañan (especialmente) la retina, lo que reduce drásticamente la agudeza visual.

Por tanto, en general, la baja visión como 'estado y no patología' nunca es un fin en sí mismo, siempre se encuentra como un efecto secundario o relacionado con patologías que, por sí mismas, reducen drásticamente la cantidad y calidad de la visión:

Diabetes: una enfermedad sistémica caracterizada por niveles altos de azúcar en la sangre que, si no se trata, puede conducir a una reducción de la visión central.

Albinismo: condición genética causada por la ausencia de melanocitos que puede conducir a una visión central reducida.

Glaucoma: enfermedad ocular generalmente causada por presión ocular alta que eventualmente daña el nervio óptico. En estadios avanzados puede generar serios problemas de discapacidad visual.

Retinitis pigmentosa: enfermedad genética que provoca atrofia de los receptores retinianos.

Anomalías corneales: cataratas, queratocono, etc.

Degeneración macular juvenil o asociada a la edad: enfermedad que afecta al centro de la retina, provocando la muerte progresiva de las células que la componen. Si se subestima conduce a una grave disminución de la visión, hasta el punto de impedir la realización de las actividades básicas de la vida diaria.

Envejecimiento y senescencia de las estructuras oculares.

Baja visión: cómo reconocer los síntomas

Los principales síntomas que experimentará una persona con discapacidad visual durante la progresión de su condición son una disminución de la agudeza visual, que se extenderá a la vida diaria con visión borrosa y la consiguiente dificultad para reconocer cosas o personas, dificultad o incapacidad para leer, incapacidad para ver la televisión, problemas de conducción o incapacidad total para conducir un vehículo en movimiento.

La condición de baja visión conduce a graves trastornos psicológicos. angustia para quien lo padece debido a la incapacidad de realizar toda una serie de acciones cotidianas normales (incluso mundanas) que antes se daban por supuestas.

Diagnóstico de baja visión

El especialista encargado de tratar la baja visión es el oftalmólogo, quien evaluará al paciente la agudeza visual de cerca y de lejos, el error de refracción, la sensibilidad al contraste, la velocidad de lectura, la amplitud del campo visual, la visión del color y la sensibilidad al deslumbramiento repentino.

Baja visión: la terapia más adecuada

En el caso de que las pruebas previas a las que el oftalmólogo haya sometido al paciente hayan llevado al especialista a un diagnóstico de baja visión, se deberá informar al paciente de la leve posibilidad de recuperación aunque sea parcial de su capacidad visual original.

Los métodos correctores propuestos por el oftalmólogo dependerán esencialmente de dos criterios principales: si el paciente tiene una agudeza visual reducida, se utilizarán ayudas, ópticas o no, para la ampliación de la imagen; si el paciente tiene una reducción en el campo visual, se utilizarán ayudas ópticas para una aparente ampliación del ángulo.

Reducción de la agudeza visual

Cuando el paciente presente una disminución apreciable de la agudeza visual, generalmente se utilizarán ayudas ópticas capaces de ampliar las imágenes, como lentes positivas.

Reducción del campo visual

Cuando, por el contrario, el paciente presenta una reducción apreciable del campo visual, se le deben proporcionar instrumentos ópticos capaces de ampliarlo, teniendo en cuenta que, en general, dichos instrumentos tienden a reducir la agudeza visual conjuntamente.

Entre los instrumentos a considerar están el telescopio invertido, los prismas, los espejos de reflexión total o semitransparentes y las lentes anamórficas.

Baja visión: rehabilitación visual

En Italia, hasta hace no muchos años, no existía una cultura de rehabilitación visual.

Esta cultura fue un desarrollo necesario luego de que la OMS –en el año 2010- declarara públicamente el crecimiento continuo y progresivo de los casos de baja visión no solo en nuestro país, sino a nivel mundial, llegando a más de 246 millones de casos a nivel global.

Esta declaración ha obligado a los sistemas de salud de todos los países a dar un verdadero salto de fe: no solo se requiere profilaxis y terapia, sino también y sobre todo la rehabilitación de la persona con discapacidad visual.

Una persona que ha desarrollado una condición de baja visión se ve catapultada a un mundo que no le pertenece, lleno de dificultades y peligros que antes no debía considerar; un mundo en el que incluso las acciones cotidianas más simples ahora parecen imposibles de realizar.

Por este motivo, la rehabilitación visual debe actuar como complemento de la terapia visual, de modo de apoyar, también psicológicamente, al paciente con discapacidad visual, ayudándolo con métodos personalizados para adaptarse y orientarse en el mundo como persona con discapacidad visual.

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