Dolor torácico: ¿qué nos dice, cuándo preocuparnos?

El dolor de pecho es una condición muy común y puede ser un síntoma de una serie de enfermedades más o menos graves.

Dependiendo de la causa, el dolor de pecho puede ser sordo, ardiente o agudo.

Muchos pacientes la describen como similar a una herida de arma blanca, otros a una fuerte presión.

Las enfermedades que pueden causar este trastorno incluyen enfermedad pulmonar, enfermedad cardíaca, enfermedades digestivas, fracturas de costillas, síndrome de Tietze, infecciones por herpes zóster, lesiones de los músculos pectorales o intercostales.

El tratamiento varía según las causas y los síntomas.

Dolor torácico: ¿qué es?

El dolor de pecho es un síntoma de varias enfermedades.

El dolor puede afectar un área bastante grande desde la base de la cuello a la parte superior del abdomen.

Dependiendo de la causa, el dolor de pecho puede ser sordo, agudo, ardiente, punzante, opresivo (sensación como si algo estuviera comprimiendo el pecho).

Puede estar concentrado a la izquierda, a la derecha o al centro, según los factores causales.

Dolor de pecho: causas

Las causas del dolor de pecho incluyen enfermedades del corazón, enfermedades pulmonares y enfermedades que afectan el esófago y el estómago.

Este trastorno también está relacionado con episodios de pancreatitis, fracturas de costillas, lesiones de los músculos pectorales e intercostales, enfermedades del tracto biliar y de la vesícula biliar, síndrome de Tietze y costocondritis.

En algunos casos, el dolor de pecho puede ser causado por infecciones de herpes zoster o episodios de mastitis.

Por último, no deben excluirse las causas psicológicas como los ataques de pánico y la ansiedad.

Dolor torácico: diagnóstico

El diagnóstico tiene como objetivo identificar la causa del trastorno.

Primero, el médico realiza una anamnesis cuidadosa y una prueba objetiva.

Dependiendo de los resultados, se puede realizar un ecocardiograma, un electrocardiograma (ECG), una coronariografía o una gammagrafía miocárdica.

Otras pruebas útiles son la radiografía de tórax (radiografía de tórax), la resonancia magnética nuclear (RMN), la tomografía computarizada de tórax, la endoscopia y los análisis de sangre.

Reconocer la causa del dolor torácico es crucial para un tratamiento adecuado.

Dolor torácico: tratamiento

El tratamiento del dolor torácico está directamente relacionado con sus causas y varía según ellas.

Si el trastorno es causado por cardiopatía, pleuresía, enfermedad por reflujo gastroesofágico, embolismo pulmonar, hipertensión pulmonar, pancreatitis, hernia de hiato, costocondritis o síndrome de Tietze, se prescribe tratamiento farmacológico y se recomienda un cambio radical en el estilo de vida.

En caso de cardiopatía grave, hipertensión pulmonar avanzada, hernia hiatal y embolismo pulmonar grave, se requiere cirugía.

Si la enfermedad que provoca el dolor torácico es de origen bacteriano, el tratamiento consistirá en la administración de antibióticos.

Cuando la afección es, en cambio, un síntoma de una fractura de costilla o una lesión del músculo pectoral, el único tratamiento posible es el reposo acompañado de analgésicos.

Dolor de pecho y enfermedades del corazón

El dolor de pecho puede estar asociado con enfermedades del corazón.

Los principales incluyen infarto de miocardio, miocarditis, pericarditis, angina de pecho, miocardiopatías y valvulopatías.

El infarto de miocardio, comúnmente conocido como ataque cardíaco, implica la necrosis de una parte del tejido del músculo cardíaco (el miocardio).

Esto provoca una interrupción del flujo sanguíneo en una arteria coronaria (enfermedad de la arteria coronaria).

Esta condición a menudo es causada por aterosclerosis y fenómenos tromboembólicos, más raramente por el uso de drogas.

Los afectados requieren atención médica inmediata o pueden sufrir consecuencias fatales.

En los pacientes con infarto de miocardio, el dolor torácico es irradiado y afecta también a los brazos, los hombros y, a menudo, a la mandíbula, y se acompaña de otros síntomas como sudoración, vómitos, mareos, debilidad, náuseas y disnea.

La enfermedad de las arterias coronarias implica una interrupción del flujo sanguíneo en las arterias coronarias debido a la aterosclerosis, mientras que la angina de pecho indica insuficiencia cardíaca. angustia causado por la reducción del flujo de sangre oxigenada en las arterias coronarias.

Menos grave que el infarto de miocardio, esta condición presenta síntomas similares, como dolor en el pecho, sudoración, fatiga y náuseas.

La miocarditis es una inflamación del músculo cardíaco, llamado miocardio.

Es causada por infecciones virales o bacterianas, enfermedades autoinmunes, abuso de alcohol o exposición a metales pesados.

Además del dolor torácico, el paciente experimenta palpitaciones, dificultad para respirar y fiebre.

La pericarditis está relacionada con la inflamación del pericardio, la membrana que rodea y protege el corazón.

Puede ocurrir en casos de neumonía, enfermedades autoinmunes, infecciones virales, parasitarias o bacterianas.

Esta condición provoca un dolor intenso y constante en el pecho que también se extiende a los músculos de los hombros y el cuello.

Los síntomas son aún más agudos cuando se está acostado boca arriba, al tragar y al respirar profundamente.

Las miocardiopatías son enfermedades que provocan una alteración anatómica del miocardio, dando lugar a un mal funcionamiento del corazón.

Existen diferentes tipos de miocardiopatías: dilatada, hipertrófica o restrictiva son las más comunes.

Esta patología también puede ser hereditaria o adquirida y, además del dolor torácico, cursa con arritmias cardíacas, disnea, síncope, fatiga y edemas en los miembros inferiores.

Finalmente, las valvulopatías son enfermedades que afectan a las válvulas cardíacas que se encargan de regular el tránsito de la sangre por el corazón.

La enfermedad puede ser de naturaleza congénita u ocurrir más tarde en la vida cuando una válvula cardíaca adquiere una forma alterada o no funciona correctamente.

Dolor torácico y enfermedades pulmonares

El dolor torácico puede ser causado por ciertas enfermedades pulmonares como la pleuresía, la embolia pulmonar, la neumonía, el neumotórax, la hipertensión pulmonar y el asma.

La pleuresía es una inflamación de la pleura, la membrana delgada que rodea y protege los pulmones.

El dolor torácico asociado a la pleuresía suele ser agudo y empeora al respirar profundamente o al toser.

Además de este síntoma, también se experimenta disnea, tos y fiebre.

La neumonía, por otro lado, es causada por una inflamación de los pulmones y puede ser viral, bacteriana o fúngica.

Por lo general, el dolor torácico es sordo, profundo y continuo, acompañado de fiebre, tos, escalofríos y sibilancias durante la respiración.

La embolia pulmonar se produce por la obstrucción de una arteria de la circulación pulmonar por la presencia de un émbolo, es decir, un coágulo de sangre que suele comenzar en los miembros inferiores.

El dolor torácico en este caso va seguido de aceleración de los latidos del corazón, problemas respiratorios, cianosis, disnea y tos.

El neumotórax, por otro lado, es la infiltración anormal de aire en las cavidades pleurales, con el colapso de los pulmones.

Con mayor frecuencia, es la consecuencia de un traumatismo torácico con dolor que empeora durante las respiraciones profundas.

La hipertensión pulmonar es una enfermedad causada por la presión arterial elevada en las arterias pulmonares y las cavidades del corazón derecho.

La afección provoca dolor torácico, síncope, taquicardia, fatiga, ascitis, cianosis, palpitaciones y edema en los miembros inferiores.

Finalmente, el asma es una condición crónica que afecta los bronquios y bronquiolos, causando problemas respiratorios.

Los síntomas ocurren después de la exposición a alérgenos y drogas o después de emociones fuertes o esfuerzo físico.

El dolor torácico se asocia con disnea, ahogo y tos.

Dolor torácico y enfermedades gastroesofágicas

El dolor torácico puede ser síntoma de una enfermedad gastroesofágica, como úlcera péptica, hernia de hiato o reflujo gastroesofágico.

Este último trastorno se caracteriza por el aumento del ácido contenido en el estómago hacia el esófago.

Implica la inflamación de la pared interna del esófago y puede conducir, si no se trata, a enfermedades más graves como úlcera esofágica, estenosis esofágica o esófago de Barrett.

En este caso, el dolor torácico es quemante y se irradia detrás de los omóplatos, seguido de laringitis, disfagia y faringitis.

Una úlcera péptica, por otro lado, es una lesión de la membrana mucosa del sistema digestivo.

Puede formarse en el estómago (úlcera gástrica), en el duodeno (úlcera duodenal) o en la parte inferior del esófago (úlcera esofágica).

La causa más común es una infección por Helicobacter pylori.

El dolor de pecho se acompaña de dificultades digestivas, vómitos y náuseas.

Una hernia de hiato es una protrusión del estómago a través del hiato diafragmático esofágico, es decir, el orificio del diafragma por el que normalmente pasa el esófago en su paso del tórax al abdomen.

Las causas aún no están claras, mientras que los síntomas incluyen, además de dolor torácico ardiente, aerofagia, boca amarga y eructos frecuentes.

El dolor de pecho puede estar asociado con pancreatitis, es decir, una inflamación del páncreas.

Esta condición se caracteriza por un dolor repentino y violento que se irradia hacia la espalda, seguido de vómitos, fiebre y shock.

Finalmente, esta condición puede ser un síntoma de problemas de la vesícula biliar y del tracto biliar (cálculos biliares).

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