Inflamaciones del músculo cardíaco: miocarditis

La miocarditis es una inflamación que afecta al músculo cardíaco. El nombre proviene del miocardio, el componente muscular del corazón que forma sus paredes y le permite realizar su función de bombeo.

Puede ocurrir, por diversas causas -disfunción inmunitaria, acción de virus, bacterias y hongos- que las células miocárdicas, llamadas miocitos, dejen de funcionar correctamente debido a un proceso inflamatorio.

Una condición grave pero con buenas posibilidades de recuperación total, especialmente si no hay otra patología cardíaca presente, con la terapia adecuada puede resolverse sin consecuencias particulares.

Cuando el músculo cardíaco ya está debilitado porque está afectado por otras patologías, la situación puede evolucionar desfavorablemente, comprometiendo la función cardíaca para siempre y poniendo al paciente en el camino de la insuficiencia cardíaca.

La miocarditis puede afectar a personas de todas las edades y de ambos sexos por igual.

Entre las enfermedades cardíacas adquiridas, es, de hecho, la que afecta con mayor frecuencia a los jóvenes.

Los síntomas característicos de la miocarditis pueden ocurrir después de un episodio de fiebre y pueden incluir palpitaciones, disnea, dolor torácico y fatiga.

Miocarditis, las causas

Una inflamación cardiaca como la miocarditis puede tener varias causas, algunas más frecuentes que otras.

Miocarditis por infecciones o enfermedades sistémicas y metabólicas

Cuando el músculo cardíaco entra en contacto con virus, hongos y bacterias, se genera una respuesta inflamatoria que puede inducir daño estructural.

Los pacientes con enfermedades que provocan inmunodepresión son más propensos a desarrollar este tipo de infección.

Cuando se produce una infección vírica, el sistema inmunitario responde lo suficiente como para intervenir y resolver la situación, pero si este no funciona correctamente, el organismo no percibe el patógeno y la situación empeora.

Algunas bacterias pueden atacar el miocardio haciéndolo edematoso, hinchado y débil, impidiendo que el corazón bombee una cantidad adecuada de sangre.

La consecuencia puede ser insuficiencia cardíaca.

La miocarditis puede ser causada por enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso sistémico (LES) o enfermedades infecciosas como la enfermedad de Chagas, una infección causada por la picadura de un insecto que conduce a la atrofia progresiva y destrucción del músculo cardíaco.

Miocarditis por exposición a sustancias tóxicas

La miocarditis puede ser causada por exposición y/o ingesta de sustancias tóxicas.

Estos incluyen abuso de alcohol, exposición a metales pesados ​​(como arsénico y plomo), sustancias como hidrocarburos y monóxido de carbono, o radiación.

De igual forma, otra causa que frecuentemente provoca miocarditis es la hipersensibilidad a cierto tipo de fármacos.

Por último, la miocarditis puede ser la consecuencia de un rechazo tras un trasplante de corazón.

¿Cuándo se define la miocarditis fulminante?

La miocarditis se llama fulminante si aparece repentinamente con una inflamación severa del miocardio.

Los síntomas típicos son disfunción ventricular, shock cardiovascular e insuficiencia cardíaca.

Afortunadamente, es muy rara y, si el paciente es tratado a tiempo, el pronóstico es positivo con una buena recuperación y sin daños graves a largo plazo.

Miocarditis: los síntomas

La miocarditis es, en la mayoría de los casos, una enfermedad furtiva, que se presenta como asintomática o con molestias menores que no sugieren un problema de salud grave.

Especialmente en los jóvenes, no es raro que se diagnostique solo después de una muerte prematura por un infarto, como les ha sucedido a algunos atletas.

Los pacientes refieren una sintomatología inespecífica con malestar general muchas veces no atribuible a problemas de origen cardíaco.

En estos casos, la única investigación que puede ayudar a levantar la sospecha de miocarditis es una tendencia anormal en la curva de ECG.

Entre los síntomas más frecuentes de la presencia de la enfermedad, además de una sensación de malestar, se encuentran

  • Fiebre de origen infeccioso y cansancio frecuente. Todos los síntomas gripales como malestar general, dolor de cabeza, dolor articular y muscular, fiebre, dolor de garganta y problemas gastrointestinales podrían estar relacionados con la presencia de miocarditis.
  • Dolor torácico asociado a arritmias cardíacas, palpitaciones y dificultad para respirar, tanto durante la actividad como en reposo.
  • Síncopes frecuentes y desmayos repentinos, porque el flujo sanguíneo se reduce repentinamente y no puede transportar la sangre por todo el cuerpo.
  • Retención de líquidos que deja los miembros inferiores hinchados, doloridos y con hormigueo.

Esta sintomatología se presenta con frecuencia en pacientes con cardiopatía previa u otras afecciones cardíacas concomitantes.

Uno de ellos es la pericarditis, la inflamación de la membrana que recubre el corazón.

Cuando la miocarditis está en su última etapa, los síntomas son insuficiencia cardíaca, es decir, una disfunción del músculo que conduce a una lenta degeneración del miocardio, cuya manifestación final puede ser un paro cardíaco repentino.

La miocarditis puede aparecer a todas las edades y es una de las enfermedades cardíacas más comunes entre los jóvenes, adolescentes y niños.

En todas estas categorías, los síntomas típicos son malestar general con manifestaciones muy similares a las de una gripe trivial, es decir, tos, fiebre, falta de apetito y dolor abdominal que puede evolucionar a dificultad para respirar y cianosis.

El pronóstico de la miocarditis puede ser muy positivo y el trastorno se resuelve por completo.

Sin embargo, hay casos más graves en los que la enfermedad se agrava hasta que el corazón se daña de forma irreparable hasta el punto de requerir un trasplante.

Diagnóstico

La miocarditis no siempre se puede diagnosticar solo con un examen médico porque a menudo se requieren investigaciones más profundas para estar seguros de su presencia.

Tras recoger la historia clínica del paciente, gracias a la cual se reconstruye la historia clínica y se investigan los síntomas, se realiza una prueba objetiva durante la cual el médico de cabecera o cardiólogo realiza una auscultación que, sin embargo, suele ser normal.

Dado que la miocarditis no es detectable a simple vista, el diagnóstico incluye la prescripción de determinadas pruebas diagnósticas.

Un electrocardiograma (ECG) y un ecocardiograma son el primer paso y permiten evaluar la salud del corazón y detectar cualquier anomalía del ritmo cardíaco.

Las técnicas de imagen, como una radiografía de tórax, pueden seguir para evaluar la gravedad del problema.

También se pueden prescribir análisis de sangre.

Un hemograma es útil para mostrar cualquier aumento en Las células blancas de la sangre, un indicador de un proceso infeccioso en curso.

En casos más graves, para comprender la causa y evaluar la extensión de la miocarditis, el cardiólogo puede optar por realizar una biopsia de miocardio, durante la cual se toma una pequeña muestra de tejido miocárdico para su estudio.

Estas pruebas permiten detectar la presencia de edema o inflamación, así como la presencia de posibles células de inmunidad.

La biopsia sigue siendo una técnica diagnóstica infrautilizada porque es muy invasiva.

Miocarditis, tratamientos

Los tratamientos para la miocarditis varían de un paciente a otro después de una cuidadosa consideración de las causas subyacentes, el grado de inflamación, la edad y el resultado de las investigaciones diagnósticas.

Si la miocarditis es causada por una infección

Este tipo de miocarditis se trata, en primera instancia, con un tratamiento antibiótico encaminado a eliminar la bacteria que la provocó.

Además, se pueden recetar medicamentos para reducir la inflamación y mejorar la actividad cardíaca.

Los más utilizados son los analgésicos, los antiinflamatorios y los diuréticos.

Otra opción de tratamiento implica el uso de medicamentos que aumentan la fuerza de contracción del miocardio, que se ve afectado por la inflamación, lo que reduce el riesgo de desarrollar insuficiencia cardíaca.

Los diuréticos reducen la retención de agua que provoca la hinchazón de piernas, tobillos y pies, haciendo que el trabajo del músculo cardíaco sea menos agotador.

Si la miocarditis es causada por sustancias tóxicas

En este contexto, las sustancias tóxicas no solo se refieren al alcohol, los metales pesados ​​o los productos químicos, sino también a ciertas drogas que pueden crear incluso efectos adversos graves.

El tratamiento consiste en suspender su ingesta o eliminar la causa subyacente.

Qué sucede cuando la miocarditis se vuelve crónica

Si la miocarditis se vuelve crónica, se administran terapias con medicamentos para ayudar a que el corazón funcione correctamente, como inhibidores de la ECA y bloqueadores beta.

Aquellos que no responden a la terapia pueden ser sometidos a tratamientos inmunosupresores (que limitan la respuesta inmune), vasopresores (que actúan sobre la actividad de los vasos sanguíneos) o cirugía cardiaca (dispositivos de asistencia ventricular).

Para todas aquellas situaciones que no se resuelven con ningún tipo de terapia, se contempla el trasplante cardíaco.

¿Se puede prevenir la miocarditis?

La miocarditis es una enfermedad para la que no existe una prevención real.

A menudo es causada por una infección por virus, bacterias y hongos, que no se pueden detectar de antemano hasta que la enfermedad realmente se presenta.

Por ello, si tienes una infección en curso, es fundamental acudir inmediatamente al médico para recibir el tratamiento más adecuado.

Se recomienda la vacunación anual contra la gripe porque reduce el riesgo de contraer la gripe, que puede complicarse en miocarditis.

Particularmente en los ancianos y los que padecen enfermedades crónicas, la vacuna previene la aparición de complicaciones peligrosas.

Como ocurre con todas las demás enfermedades, la miocarditis tiene un pronóstico que también varía según el estado general de salud y la edad del paciente.

Si la enfermedad se reconoce a tiempo y se trata de inmediato, es más probable que se cure por completo en unas pocas semanas.

En los casos más graves, en los que se cronifica o se presenta de manera abrupta, las lesiones de la pared cardíaca y la insuficiencia cardíaca pueden persistir incluso una vez resuelta la inflamación aguda.

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