Traumatismos óseos: la fractura luxada

Fractura compuesta: ¿qué significa? Una fractura ósea es una lesión de origen traumático o patológico, que puede afectar a cualquier parte del esqueleto

Existen diferentes tipos de fracturas y es posible clasificarlas en función de su etiología o en función de la posición de los muñones tras el evento lesional.

En particular, una fractura desplazada es un tipo de lesión en la que la fractura del hueso da lugar a la formación de dos o más segmentos óseos que migran de su posición fisiológica; es una condición muy delicada que requiere atención especial por parte del personal médico.

Cuando un paciente sufre una fractura desplazada, es extremadamente importante intervenir rápidamente para restaurar completamente la funcionalidad del área afectada: si no se trata adecuadamente, de hecho, una fractura puede conducir a una serie de complicaciones incluso graves.

El tratamiento de una fractura generalmente implica la inmovilización del área lesionada con aparatos ortopédicos externos o dispositivos de contención internos.

En cuanto al tiempo de curación, una fractura compuesta puede tardar entre 2 y 16 semanas en curarse por completo.

Fracturas óseas: qué son y a qué se deben

Una fractura ósea es una lesión esquelética que implica la fractura total o parcial de un hueso.

Cuando el hueso se lesiona, se pueden formar dos o más fragmentos, que se denominan muñones de fractura; el espacio creado entre ellos se llama la rima de fractura.

En el caso de una fractura descompuesta, los muñones de la fractura se desplazan de su posición fisiológica y, por lo tanto, requieren una realineación.

La fractura de un hueso puede ocurrir como consecuencia de diferentes mecanismos lesionales, que pueden ser por flexión, torsión, compresión o avulsión.

En las fracturas por flexión, la fractura se produce por una curvatura no natural del hueso, mientras que en el caso de las fracturas por torsión, el hueso sufre un movimiento de rotación brusco; Las fracturas por compresión se producen cuando el tejido esponjoso de un hueso queda aplastado entre la diáfisis y la cavidad articular.

Las fracturas por desgarro o fracturas por avulsión, por otro lado, son causadas por contracciones musculares violentas que resultan en un desprendimiento óseo en la inserción del tendón del músculo afectado.

Cuáles son las causas: fracturas por trauma y fracturas patológicas

Una fractura luxada puede tener varias causas: fractura traumática, patológica o por estrés.

En detalle:

  • Fracturas traumáticas: una fractura puede ser consecuencia de un evento traumático, como un accidente, golpe, caída, etc. Para que resulte en una fractura, el evento traumático debe tener una fuerza tal que supere los límites de resistencia de la estructura ósea ( traumatismo de alta energía): el traumatismo puede ser de tipo directo, en el caso de que la fractura se produzca en el mismo punto donde se aplica la fuerza, o puede ser de tipo indirecto, en el caso de que la fractura se produzca en un Cierta distancia.
  • Fracturas patológicas: determinados trastornos patológicos pueden debilitar la estructura ósea y mermar su resistencia, como en el caso de tumores óseos, osteomielitis, estados de osteopenia u osteoporosis, u osteogénesis imperfecta (también conocida como enfermedad de Lobstein); en estos casos, la fuerza requerida para originar la fractura se reduce significativamente (traumatismo de baja energía), y en algunos casos también puede ocurrir falla espontánea del hueso enfermo.
  • Fracturas por estrés: también llamadas fracturas de duración, pueden ocurrir cuando una determinada área del cuerpo está sujeta a un estrés continuo, lo que con el tiempo resulta en la reaparición de microtraumatismos y microlesiones en un hueso sano.

Principales síntomas

Los pacientes que sufren una fractura desplazada pueden presentar síntomas de diversa intensidad, dependiendo del tipo de traumatismo, la gravedad del daño sufrido y la zona del cuerpo afectada.

En general, es una condición particularmente dolorosa, ya que implica la estimulación de las terminaciones nerviosas encargadas de recibir el dolor, es decir, las nociceptivas.

En muchos casos, los pacientes pueden verse sometidos a un shock traumático que se traduce en astenia, lipotimia, síncope, hipotensión arterial, taquicardia y disnea precisamente por el intenso dolor.

Los principales síntomas asociados a una fractura descompensada son:

  • Dolor y conmoción;
  • Movilidad reducida del área lesionada;
  • Incapacidad para utilizar la parte afectada por el trauma, es decir, impotencia funcional;
  • Hinchazón y edema, debido a la inflamación de la reacción inflamatoria de los tejidos circundantes;
  • Equimosis y hematomas, por rotura de vasos sanguíneos del tejido subcutáneo;
  • Hemorragia, particularmente en el caso de fracturas descompuestas y expuestas;

Como ya se mencionó, si no se toman las medidas adecuadas rápidamente, las fracturas óseas pueden ser propensas a complicaciones que pueden perjudicar la salud del paciente.

En primer lugar, pueden producirse lesiones nerviosas: si un nervio se comprime bajo un fragmento óseo durante mucho tiempo, o debido a una acumulación de líquido en el tejido que rodea la fractura, el paciente puede experimentar parálisis sensorial y motora, lo que perjudica la función. de la zona afectada.

Además, si la zona fracturada no se inmoviliza a tiempo, existe el riesgo de que el hueso no cicatrice adecuadamente, lo que provocaría deformidad y dolor permanente.

En este sentido, cabe recalcar que es absolutamente desaconsejable intentar maniobras para fijar el miembro lesionado, mover al paciente o masajear la zona afectada, para no agravar el daño.

Finalmente, las fracturas presentan un alto riesgo de provocar fenómenos tromboembólicos que, al ingresar al torrente sanguíneo, pueden afectar las funciones neurológicas, pulmonares y cardíacas del paciente, como es el caso de las embolias grasas, la trombosis venosa y las embolias pulmonares.

Para ello, se toman medidas preventivas prescribiendo al paciente una terapia farmacológica a base de anticoagulantes.

Clasificación de las fracturas

Las fracturas óseas pueden presentar diferentes características según las cuales es posible proponer una distinción en diferentes tipos de fracturas.

Fractura desplazada o fractura compuesta

Una primera distinción se refiere al posible movimiento de los muñones resultante de la lesión: como ya se ha dicho, en las fracturas descompuestas los segmentos óseos sufren un desplazamiento con respecto a su asiento anatómico y, por tanto, los muñones perderán su alineación fisiológica; dependiendo del movimiento que realicen los fragmentos, puede haber fracturas laterales, angulares, longitudinales o rotacionales.

Si, por el contrario, la fractura no provoca ninguna alteración en la posición habitual de los huesos, la fractura se denomina fractura compuesta, y suele tener un curso más rápido y suave.

Fractura expuesta o fractura cerrada

Si la fractura provoca un desgarro en la piel, se denomina fractura expuesta, en la que los muñones óseos y los tejidos subyacentes sobresalen hacia el exterior; una fractura expuesta presenta numerosos riesgos para el paciente, ya que es una lesión muy inestable que aumenta el riesgo de hemorragia y de infección.

Si, por el contrario, la piel que recubre el hueso permanece intacta tras un traumatismo, hablamos de una fractura cerrada; sin embargo, debe tenerse en cuenta que, incluso en el caso de fracturas cerradas, pueden producirse hemorragias internas u otras complicaciones.

Fractura simple o fractura múltiple

Dependiendo del área lesionada, se pueden distinguir entre fracturas completas, en las que se lacera todo el segmento óseo, y fracturas incompletas, que afectan solo a una porción del hueso.

Además, según el tipo de traumatismo, el hueso puede dañarse en diferentes grados: si la lesión provoca un desprendimiento en dos segmentos separados, tenemos una fractura simple; si por el contrario la lesión origina varios fragmentos óseos, estamos ante una lesión multifragmentaria o conminuta, en el caso de varios bordes de fractura.

Diagnóstico y tratamiento de una fractura conminuta

El diagnóstico de una fractura luxada se basa en una serie de pruebas específicas, es decir, rayos X, tomografía computarizada y resonancia magnética: estas pruebas son esenciales para establecer con precisión el tipo de fractura, la ubicación y la extensión de la lesión.

En términos generales, el tratamiento de una fractura implica, en primer lugar, la inmovilización de la zona traumatizada.

En el caso de una fractura desplazada, los extremos del hueso deben realinearse para ayudar al proceso de curación.

Este procedimiento se denomina cirugía de reducción, y puede realizarse mediante manipulación externa, reducción cerrada o cirugía.

Una vez que se han realineado los fragmentos óseos, deben sujetarse en su lugar con aparatos ortopédicos externos, como yeso y férulas, o con restricciones internas, como placas, clavos metálicos y tornillos intramedulares.

La duración de inmovilización depende del hueso fracturado, la presencia de posibles complicaciones, la edad del paciente y el tipo de lesión: en promedio, la fractura se inmoviliza durante al menos 2-8 semanas.

Si un hueso roto se ha alineado correctamente y se mantiene inmóvil, el proceso de curación suele ser sencillo y se produce de forma espontánea, mediante la formación de tejido calloso temporal que se transforma gradualmente en hueso nuevo por la acción de los osteoblastos.

¿Qué hacer si la fractura no cicatriza?

En algunos casos, el hueso puede tener dificultades para curarse o consolidarse por completo, y los fragmentos de la lesión se unen con un tejido blando para la curación: la falla en la curación de una fractura se denomina pseudoartrosis.

Hay varios tratamientos que se pueden utilizar para resolver esta condición, incluyen: terapia de ultrasonido, injerto óseo o tratamiento con células madre.

Después de la consolidación de la fractura, puede ser necesario restaurar la fuerza y ​​la función muscular en el área afectada mediante fisioterapia.

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