Hiperemia conjuntival: ¿qué es?
La hiperemia conjuntival -término médico para el estado de 'enrojecimiento del ojo'- consiste precisamente en un enrojecimiento frecuente, que afecta a uno o ambos ojos, debido a la vasodilatación y al consiguiente aumento de la cantidad de sangre circulante.
Este enrojecimiento suele ser un síntoma de inflamación y, como se verá a continuación, las causas desencadenantes de la hiperemia conjuntival pueden ser muchas.
El enrojecimiento puede aparecer solo o puede estar acompañado de una variedad de síntomas que afectan la conjuntiva.
Esta última es la fina membrana que recubre la superficie anterior del globo ocular -a excepción de la córnea- y la superficie interna de los párpados con la función principal de proteger todo el ojo de la intrusión de cuerpos extraños que pudieran alterar su equilibrio.
También facilita el mantenimiento del estado de humedad en el interior del ojo -la película lagrimal- para que el párpado pueda deslizarse fácilmente sin dañarse por el roce.
¿Cuáles son las causas de la hiperemia conjuntival?
Como se mencionó, la hiperemia conjuntival consiste en un enrojecimiento visible del ojo, síntoma de vasodilatación de los vasos oculares superficiales.
Esta vasodilatación y el enrojecimiento resultante pueden ser causados por:
- Ojo seco, falta de lubricación adecuada, roce del párpado, que, insuficientemente lubricado, provoca irritación a nivel de la conjuntiva.
- Infecciones oculares debidas a bacterias, hongos, virus o parásitos.
- Alergias, que pueden ser estacionales (polen y flores) o perennes (ácaros, mohos, pelos de mascotas).
- Irritación por contacto con cuerpos extraños (polvo, arena).
- Irritación causada por agentes físico-químicos (contaminantes del aire, jabón, radiación, maquillaje, cosméticos).
- Abrasiones de la propia córnea.
- Uso incorrecto o excesivamente prolongado de lentes de contacto.
- Consumo excesivo de alcohol, que contribuye a la dilatación excesiva de los vasos sanguíneos superficiales.
- Fatiga ocular provocada por el uso excesivo de dispositivos electrónicos (teléfono móvil, ordenador, televisión).
- Falta de protección ocular en entornos de trabajo peligrosos.
- Efecto secundario de ciertos medicamentos (anticoagulantes).
- Alteración de la eficacia de la película lagrimal por el avance de la edad.
- Acné rosácea.
- Patologías reumatológicas (ej. Síndrome de Sjogren…).
Si el estado de hiperemia conjuntival está relacionado con el dolor, es necesario valorar la presencia de
- Uveítis, inflamación que afecta al tracto uveal, situado entre la esclerótica y la retina.
- Iritis, la inflamación del iris.
- Blefaritis, la inflamación de los párpados.
- Queratitis, la inflamación de la córnea.
- Escleritis, la inflamación de la esclerótica.
- Glaucoma agudo o glaucoma de ángulo cerrado.
- Trauma que ha causado hemorragia en los vasos sanguíneos superficiales.
- Exposición a la luz solar intensa sin la protección de filtros adecuados (gafas de sol).
Recuerde, la causa principal de la hiperemia conjuntival es, trivialmente, el llanto, ya sea de naturaleza irritativa o emocional: los vasos sanguíneos conjuntivales se dilatan, el flujo sanguíneo aumenta y el ojo se enrojece.
Hiperemia conjuntival: síntomas y posibles complicaciones
Desde el punto de vista médico, la hiperemia ocular puede presentarse -por todos los factores enumerados anteriormente- como síntoma autónomo, o en combinación con otros síntomas, que varían según la condición médica que presente el paciente.
Los síntomas asociados con la hiperemia conjuntival incluyen visión borrosa, fotofobia, lagrimeo excesivo, sensación de cuerpo extraño dentro del ojo y dolor de leve a intenso.
Si esta sintomatología asociada dura solo uno o dos días y luego se resuelve por sí sola sin consecuencias significativas, se trata de una hiperemia conjuntival transitoria.
Si, por el contrario, el trastorno no se resuelve por sí solo sino que, por el contrario, empeora hasta presentar secreción mucosa o acuosa, disminución de la agudeza visual, visión borrosa y dolor intenso en los ojos, entonces podría tratarse de hiperemia conjuntival. ser un marcador de una enfermedad más grave.
Conjuntivitis
La conjuntivitis consiste en la inflamación de la conjuntiva, que da lugar a la aparición de hiperemia conjuntival, es decir, enrojecimiento generalizado de todo el ojo, excluyendo la parte del iris.
La hiperemia en este caso puede ir acompañada de síntomas como picor, ardor, visión borrosa e hipersensibilidad a la luz; así como secreciones y costras a lo largo del borde de las pestañas por lo que el ojo tiende a 'pegarse'.
Cuerpo extraño dentro del ojo
La presencia de un cuerpo extraño en el interior del ojo provoca -previsiblemente- síntomas únicamente en el ojo afectado, que cursa con hiperemia conjuntival difusa, dolor, dificultad para mantener el ojo abierto, lagrimeo, hipersensibilidad a la luz.
El cuerpo extraño debe retirarse rápidamente para evitar que dañe la superficie corneal.
Alergia
Las alergias incluyen la hiperemia conjuntival entre sus síntomas más comunes.
Esto puede ser causado por agentes ambientales como el polen, los ácaros del polvo, el moho, el pelo de las mascotas; o puede ser una alergia local de contacto provocada por jabones, cosméticos, maquillajes que entran en contacto directo con la conjuntiva.
Glaucoma
Si la hiperemia conjuntival se acompaña de prurito intenso, podría ser un síntoma de un aumento repentino de la presión intraocular que conduce al desarrollo de glaucoma.
Si este fuera el caso, sería una condición muy grave que debe ser remitida de inmediato a un oftalmólogo especialista.
Cómo diagnosticar la hiperemia conjuntival
Si, como se esperaba, la hiperemia conjuntival retrocede espontáneamente, no es necesario contactar rápidamente a un especialista.
Por el contrario, si la hiperemia conjuntival no retrocede sino que incluso parece empeorar, sin duda es recomendable contactar al oftalmólogo para una revisión urgente.
El oftalmólogo, tras realizar una anamnesis precisa, examinará al paciente para identificar la causa de la hiperemia conjuntival, realizar un diagnóstico correcto y prescribir la terapia más adecuada.
Hiperemia conjuntival: la terapia más correcta y cómo prevenir su recurrencia
Dado que la hiperemia conjuntival es un síntoma común a muchas patologías, incluso profundamente diferentes, la terapia no es única, sino que se dirige a la patología en curso, resolviendo así también la hiperemia.
En general, el oftalmólogo puede utilizar una terapia farmacológica a base de antibióticos o antiinflamatorios y antihistamínicos en forma de colirio o pomada, lágrimas artificiales y soluciones desinfectantes para la superficie ocular y anexos.
Para evitar que se repita la hiperemia conjuntival, el oftalmólogo aconsejará al paciente que evite frecuentar lugares caracterizados por la contaminación ambiental, que utilice siempre un humidificador si el ambiente es excesivamente seco y que se lave siempre las manos concienzudamente, que, como es bien sabido, son el primer vehículo de gérmenes y bacterias que podría encontrar un caldo de cultivo en el ojo.
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