Agotamiento nervioso: síntomas, diagnóstico y tratamiento

El término "agotamiento nervioso" (neurastenia o neuroastenia) fue introducido en el siglo XIX por un neuropsiquiatra estadounidense, George Miller Beard, quien lo usó para referirse a una condición generalizada caracterizada por fatiga crónica y discapacidad.

Hoy en día, en el lenguaje común, 'agotamiento nervioso' se usa para referirse a un estado general de fatiga y debilidad física y mental que puede incluir una amplia variedad de síntomas tales como una sensación excesiva de fatiga después de un esfuerzo mental y dificultad para concentrarse (lo que resulta en una reducción eficiencia tanto en el trabajo como en otras tareas de la vida diaria), debilidad física, fatiga crónica, dolor, dificultad para relajarse, mareos, extrasístole, dolores de cabeza, dificultad para dormir, capacidad reducida para sentir emociones agradables (anhedonia), estado de ánimo irritable ('nerviosismo ').

En la práctica, el término 'ataque de nervios' ha sido, y sigue siendo, ampliamente utilizado para referirse a un período difícil que provoca síntomas atribuibles a estados depresivos y trastornos de ansiedad.

Específicamente, es una condición que surge de manera aguda después de un período particularmente estresante.

Puede causar estados mentales problemáticos "mixtos" atribuibles tanto a un trastorno del estado de ánimo como a un trastorno de ansiedad.

Síntomas de agotamiento nervioso

El llamado "agotamiento nervioso" tiene muchos de los síntomas de los trastornos de ansiedad y la depresión.

La apatía, la apatía, la falta de energía, la debilidad muscular, la falta de ganas de vivir, la tristeza y la melancolía son síntomas típicos de la depresión.

También puede ocurrir que quienes padecen depresión también tengan ataques de pánico, un trastorno de ansiedad, o viceversa.

El llamado agotamiento nervioso a menudo se asocia con somatización y síntomas de estrés.

A menudo es precisamente la sobrecarga de estos últimos la que puede ser la principal culpable del estado de agotamiento nervioso.

Pero, ¿qué significa estar estresado? ¿Cómo puede el estrés conducir a tal deterioro en una persona?

En los humanos, la inestabilidad afectiva y situacional son las principales fuentes de estrés.

Ejercen una influencia de bloqueo considerable sobre todos los patrones de adaptabilidad, que son así aniquilados.

Esto favorece la acumulación de una gran cantidad de tensión en el sistema.

Cuando esta tensión es excesiva, la reacción de estrés puede volverse letal y selectiva.

Si no está mediado por el eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal (el sistema involucrado en el manejo de las reacciones de respuesta al estrés), puede conducir al agotamiento nervioso.

Cuando el organismo ya no es capaz de responder a los estresores y adaptarse, pueden presentarse síntomas muy similares a los de la ansiedad y la depresión.

Por ejemplo, inicialmente, puede haber una etapa de hiperexcitabilidad o debilidad, irritabilidad, hipersensibilidad y rendimiento funcional reducido.

Posteriormente, puede haber síntomas psicosomáticos, particularmente vegetativos, como signos marcados de fatiga y debilitamiento.

Posteriormente, pueden aparecer más síntomas depresivos, como falta de placer, agotamiento, fatigabilidad extrema y estado de ánimo depresivo.

Factores de mantenimiento

Si esta condición persiste en el tiempo, lleva a una evaluación secundaria negativa por parte de la persona, quien se evaluará a sí misma como débil, incapaz de reaccionar y equivocada.

Estas consideraciones aumentan aún más los síntomas descritos anteriormente, lo que lleva a un círculo vicioso que es la autoalimentación.

El contexto ambiental y familiar también puede influir en el sujeto en este momento de extrema dificultad.

Familiares, amigos, compañeros, pueden acusar a su ser querido de no poder hacer frente a la vida.

De ser incapaces e incapaces de afrontar el estrés, enfadándose y criticándolos.

Esto a su vez se convierte en un factor estresante, empeorando una condición psicofísica ya comprometida.

Cómo lidiar con el agotamiento nervioso

¿Qué hacer entonces cuando se presenta una situación así? En primer lugar, aunque los eventos estresantes han sido la causa de tal 'agotamiento', para salir de él no basta con eliminar los estresores.

Hay que empezar con una modificación conductual inicial y una acción sobre el cuerpo, para luego abordar aspectos psicológicos y cognitivos más complejos.

Modificaciones de comportamiento

De hecho, para retomar lentamente el funcionamiento normal, generalmente es necesario comenzar con acciones simples y mínimas que pueden promover la recuperación y contrarrestar la inercia de la depresión.

Por ejemplo, el seguimiento de las actividades diarias.

Te permite reconocer qué y cuántas actividades haces durante un día y así aumentar solo las actividades placenteras.

Tomar espacio para uno mismo, hacer cosas que uno disfruta, ayuda a promover la liberación apática del estado de ánimo depresivo.

En segundo lugar, se ha reconocido que la actividad física constante, preferiblemente al aire libre (como caminar unos 20 minutos al día) promueve la liberación de endorfinas reguladoras del estado de ánimo.

Esto es crucial durante períodos particularmente estresantes.

Además, si nuestro agotamiento nervioso tiene una buena cuota de ansiedad, es posible realizar ejercicios de relajación y meditaciones que estimulen el sistema parasimpático.

Este último tiene un efecto calmante en nuestro organismo.

Las técnicas de meditación de atención plena en particular pueden activar este sistema y alentar el regreso a un nivel óptimo de activación.

Obviamente, tales técnicas deben aprenderse correctamente y practicarse diariamente para que surtan efecto.

Como si fuera un ejercicio que primero hay que aprender y luego dominar.

Intervenciones cognitivas

Cuando hay una reanudación de las actividades y la estabilidad desde el punto de vista emocional y fisiológico, sería útil comprender qué pensamientos llevaron a la crisis nerviosa y cuáles mantienen la carga de estrés.

Es necesario reconocer los errores de razonamiento, el deber, la autoinculpación y la sobre/infraresponsabilidad.

Esto ayuda a comprender las distorsiones cognitivas que propician los estados de ánimo deprimidos o ansiosos, para poder modificarlos.

Reconocer e interrumpir la rumiación o cavilación, que son modos de pensar que primero mantienen el círculo vicioso, es crucial para liberarse de ellos.

Para ello, sin embargo, es recomendable buscar la ayuda de un buen psicoterapeuta cognitivo-conductual.

De hecho, no siempre somos capaces de observar nuestros propios pensamientos o los procesos que ponemos en marcha a nivel cognitivo.

Resolución de problemas

Finalmente, aprender un método estructurado de resolución de problemas ayuda a reducir, en lo posible, los síntomas que se agravan por la presencia de problemas no resueltos.

De hecho, este método ayuda a comprender el vínculo entre los síntomas y los problemas que aquejan a la persona, porque si se resuelven los problemas, también mejorarán los síntomas.

Las personas que han tenido un ataque de nervios se sienten abrumadas por los problemas, por lo que es necesario 'desglosar' los problemas más grandes en subproblemas más pequeños y manejables y encontrar soluciones alternativas para enfrentarlos.

Cuándo pedir ayuda para superar el agotamiento nervioso

Todos estos consejos son en parte autoaplicables, a través de herramientas de autoayuda, según el nivel de gravedad de los síntomas descritos anteriormente.

Sin embargo, siempre es recomendable buscar la ayuda de un profesional con experiencia para aprender correctamente estas estrategias, que se oriente sobre cuáles son las más útiles para ese tipo de persona en particular y trabajar junto a alguien que conozca el problema.

Usando una metáfora, después de una operación de rodilla, tendremos una recuperación completa cuando seamos seguidos en fisioterapia por un profesional serio y competente.

Mucho mejor que arriesgarnos a hacer ejercicios nosotros mismos que nos traerán aún más problemas en el futuro.

En cualquier caso, es necesario, por tanto, abordar el problema desde un punto de vista psicológico, evaluando cuidadosamente el diagnóstico y estructurando una intervención psicoterapéutica y, en su caso, psicofarmacológica, que tenga como objetivo restablecer las condiciones que precedieron a la crisis nerviosa.

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IPSICO

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