Sinovitis: definición, causas, síntomas y diagnóstico de la inflamación de la membrana sinovial

Puede suceder que la membrana sinovial, el tejido que recubre la superficie interna de la cápsula articular, se inflame.

Los motivos que dan lugar a este proceso pueden ser diferentes, en cada caso hablamos de sinovitis.

Existen formas agudas como consecuencia de traumatismos, infecciones, alergias o intoxicaciones, pero también formas crónicas, que surgen como consecuencia de la degeneración del cartílago articular.

En ocasiones, la sinovitis es consecuencia de ciertas enfermedades dismetabólicas o reumáticas, como la gota y la artritis reumatoide, o tumores de la membrana sinovial.

Veamos más de cerca todo lo que hay que saber sobre esta patología, para reconocerla y tratarla de la mejor manera posible.

que es la sinovitis

Como ya se mencionó, la sinovitis es la inflamación, aguda o crónica, que involucra la membrana sinovial, la porción de tejido que recubre el interior de las articulaciones.

Cuando la membrana se inflama, produce más líquido sinovial, lo que provoca inflamación en la articulación.

Puede ocurrir que la sinovitis se extienda también a cartílagos y tendones, en cuyo caso hablamos de tenosinovitis, o puede afectar a otras estructuras adyacentes a la sinovial, en cuyo caso hablamos de artrosinovitis.

Qué se entiende por membrana sinovial y cómo funciona la articulación

  • Como hemos mencionado, la membrana sinovial se refiere a una porción delgada de tejido conectivo en las articulaciones que recubre internamente la cápsula articular, la porción articular del hueso y todas las estructuras que forman parte de la articulación, como tendones y ligamentos.
  • Su función especializada es producir líquido sinovial, un líquido con función protectora y eliminar todos los desechos causados ​​por el desgaste.

El término fue acuñado por el mismo Paracelso, proviene del latín y significa huevo: de hecho, el líquido sinovial se parece mucho a la clara de huevo en color y consistencia.

El líquido sinovial está contenido dentro

  • Sacos sinoviales: tienen la particularidad de amortiguar cualquier movimiento en la articulación y reducir la fricción entre los huesos para que el movimiento sea más suave.
  • Vainas sinoviales: estas estructuras recubren los tendones y reducen la fricción por frotamiento.
  • Los síntomas comunes a todas las formas de sinovitis son
  • Hinchazón e hinchazón de la articulación.
  • Dolor local que se intensifica a medida que avanza la inflamación. Si se actúa tarde y la sinovitis se ha vuelto muy severa, la membrana sinovial puede engrosarse hasta el punto de erosionar el hueso, aumentando mucho el dolor.
  • Derrame articular: debido a la inflamación, la membrana produce más líquido sinovial de lo normal.
  • Limitación de movimientos o incluso incapacidad para realizar alguno de ellos (p. ej. extender la pierna si la articulación afectada es la rodilla).
  • Calor localizado, provocado por la inflamación, que puede provocar eritema (enrojecimiento de la piel).

En formas más graves, pueden aparecer nódulos inflamatorios que sobresalen en la cavidad articular.

La articulación más afectada suele ser la rodilla debido al mayor estrés al que está sometida, pero es posible que cualquier otra articulación se vea afectada.

Sin embargo, algunos de estos síntomas, la mayoría, son comunes a otras afecciones de la rodilla: si se sospecha sinovitis, siempre es una buena idea consultar a su médico para un diagnóstico correcto.

Las causas

Como hemos visto, el origen de la sinovitis puede atribuirse a varios factores, y entre estos se encuentran las infecciones, los traumatismos, las alergias y las intoxicaciones.

En particular, las formas agudas de sinovitis están causadas por traumatismos o son sinovitis secundarias debidas a enfermedades infecciosas como la meningitis cerebroespinal, la escarlatina o el tifus.

Las formas agudas pueden ser exudativas, es decir, el líquido inflamatorio se infiltra en la cavidad articular y se mezcla con el líquido sinovial.

Diferentes son la sinovitis crónica, que puede ser

  • De naturaleza bacteriana, siguiendo enfermedades particulares como la sífilis y la tuberculosis.
  • Como consecuencia de condiciones particulares de degeneración o sufrimiento de la articulación, como en pacientes que sufren de artrosis.

Diagnóstico

Dado que los mismos síntomas pueden presentarse en diferentes patologías, es imposible autodiagnosticarse esta condición.

Es importante, cuando experimente los síntomas descritos anteriormente, consultar a su médico, quien podrá derivarlo al especialista más adecuado, si es necesario.

El diagnóstico médico de la sinovitis comenzará con una anamnesis, en la que se recogerán todos los datos generales necesarios para comprender el problema.

A esto le sigue una prueba objetiva, en la que el médico puede detectar las manifestaciones clínicas del problema.

Por lo general, se pueden prescribir pruebas de diagnóstico por imágenes como radiografías, resonancias magnéticas, tomografías computarizadas o artroscopia para confirmar el diagnóstico.

A menudo, también se recomienda el análisis del líquido sinovial para descartar o confirmar la presencia de otras patologías que pueden causar sinovitis, como la artritis traumática o reumatoide, la artrosis o la gota.

Tratamientos: conservador, infiltrativo local y quirúrgico

Dependiendo de la gravedad y la causa de la sinovitis, el médico podrá recomendar el mejor tratamiento para resolver el problema.

Probablemente, el primer tratamiento recomendado será el tratamiento conservador, que consiste en:

  • Descanso.
  • Bolsas de hielo, aplicadas regularmente a lo largo del día.
  • Uso de una venda elástica, según se indica.
  • Administración de medicamentos antiinflamatorios para aliviar los síntomas dolorosos.
  • Tomar ciertos suplementos, que pueden apoyar las terapias convencionales para contrarrestar los síntomas del trastorno.

Si el tratamiento conservador no tiene el efecto deseado, se utilizan tratamientos infiltrativos locales: mediante inyecciones de un determinado fármaco o sustancia en la articulación, se puede potenciar la acción farmacológica concentrando el preparado localmente.

A través de las inyecciones es posible, desde la primera sesión, reducir la inflamación, retardar el empeoramiento de la condición que estaban experimentando los tejidos y permitir que el paciente experimente una reducción del dolor.

Los fármacos más utilizados para realizar lo que comúnmente se denominan infiltraciones son los corticoides, que son capaces de reducir la respuesta inflamatoria en la zona afectada.

Otras sustancias que se pueden utilizar son: ácido hialurónico, radioisótopos (capaces de penetrar en el tejido sinovial sin dañar cartílagos, huesos y otros tejidos), orgoteína, algunos AINE o glicosaminoglicanos.

Cuando incluso el tratamiento infiltrativo no es suficiente o en condiciones crónicas particulares, puede ser necesaria la cirugía.

La operación consiste en la extirpación total o parcial de la membrana sinovial inflamada o dañada de forma irreversible: el procedimiento no es nada invasivo y en los días siguientes a la operación el paciente recupera rápidamente la movilidad normal.

Generalmente, la operación se realiza por vía artroscópica: aunque no permite una sinovectomía completa, es decididamente no invasiva y permite tiempos de recuperación postoperatorios muy rápidos.

Esta es una de las técnicas más modernas y permite operar articulaciones y órganos con mínima invasividad: a través de pequeños orificios en la piel, el cirujano accede al espacio articular con un artroscopio, una especie de cámara en miniatura del tamaño de un bolígrafo que permite al médico observar el área afectada en una pantalla conectada.

De esta forma, el cirujano ortopédico sabrá cómo intervenir mejor: este procedimiento es, por tanto, tanto diagnóstico (permitirá evaluar claramente el derrame articular y su naturaleza) como terapéutico, ya que en el momento de la artroscopia se puede actuar para aliviar los síntomas o limitar el daño observado.

Aunque, como hemos visto, no es una operación larga ni invasiva, habrá un tiempo de recuperación y convalecencia, en el que será recomendable seguir algunos consejos útiles y emprender una rehabilitación adecuada.

En primer lugar, es conveniente no apoyar inmediatamente el peso del cuerpo sobre el miembro operado y, durante unos días, según las indicaciones del médico, puede ser necesario el uso de muletas para caminar.

Sin duda, será bueno mantener el hábito de las bolsas de hielo dos o tres veces al día.

Fundamentales, como para muchas otras operaciones sobre huesos, músculos y articulaciones, son las sesiones de fisioterapia, que suelen durar entre 2 y 3 meses, necesarias tanto para ayudar a recuperar los movimientos correctos como para fortalecer la musculatura del miembro afectado.

En cualquier caso, tras la cirugía, el cirujano realizará visitas de seguimiento, durante las cuales podrá realizar infiltraciones de ácido hialurónico para mejorar el resultado final.

En el caso de que una prueba de líquido sinovial haya revelado la presencia de ácido úrico, puede ser necesario seguir una dieta especial, y en el caso de una enfermedad reumática establecida, habrá que seguir terapias dirigidas, recomendadas cada cierto tiempo por el especialista.

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