Osteoartrosis: definición, causas, síntomas, diagnóstico y tratamiento

La osteoartrosis es una enfermedad degenerativa y crónica que afecta el lento proceso de erosión y adelgazamiento del cartílago articular, provocando alteraciones anatómicas también en los tejidos y músculos circundantes, con efectos negativos en el movimiento articular normal del paciente.

Según la literatura científica, los más afectados por la artrosis son los mayores de 70 años, debido al proceso de envejecimiento fisiológico que afecta a músculos y huesos.

Sin embargo, cada vez es menos raro que el diagnóstico se realice también en pacientes de 40 a 50 años.

El sexo más afectado parece ser el femenino, por motivos relacionados con la menopausia y los cambios hormonales resultantes.

Entre los jóvenes, la enfermedad afecta principalmente a los niños, ya que son más propensos a sufrir tensiones y traumas relacionados con el trabajo y/o el deporte.

El cartílago articular es un tejido muy importante para nuestro organismo

Duro, pero extremadamente elástico, cubre los huesos y tiene la función de actuar como un cojín protector para ellos.

Una especie de 'amortiguador' contra los roces, impactos y roces a los que se someten constantemente los huesos durante el movimiento.

De hecho, la resistencia cartilaginosa normal puede verse comprometida por la tensión continua, la postura incorrecta y toda una serie de condiciones que la conducen a una erosión lenta: este es el origen de la artrosis.

Las articulaciones más afectadas por la osteoartrosis son las que soportan la mayor parte del peso corporal, es decir, principalmente las caderas, las rodillas, las vértebras cervicales y lumbares, pero también las pequeñas articulaciones de las manos y los pies.

Osteoartrosis, ¿qué es?

El cartílago juega un papel muy importante, debido a su capacidad para amortiguar los microtraumatismos y tensiones a las que se someten repetidamente las articulaciones.

Sin embargo, con el avance de la edad, el cartílago se adelgaza progresivamente y no se regenera, dejando las superficies articulares sin la capacidad de deslizamiento y movimiento que tienen en un individuo más joven.

Por tanto, podemos definir al cartílago como un tejido fundamental, ya que protege a los huesos a lo largo del tiempo.

Cuando un hueso se somete a un trauma o tensión, el cuerpo, en un intento por reparar el tejido cartilaginoso dañado, estimula la producción de condrocitos (células cartilaginosas).

Este proceso de regeneración, sin embargo, también puede ocurrir de manera anormal en el tejido óseo ubicado debajo del cartílago, conocido como hueso subcondral, generando picos de tejido óseo llamados osteofitos, que al tocarse o comprimir estructuras nerviosas adyacentes pueden ser responsables de la aparición de dolor y hormigueo.

La osteoartrosis también puede afectar con frecuencia al columna vertebral: en este caso, el síntoma más típico es el lumbago.

En el individuo diagnosticado de osteoartrosis, todos los componentes de las articulaciones (hueso, cápsula articular y tejido sinovial, tendones, ligamentos y cartílagos) tienden a fallar, alterando la normal estabilidad y, en el caso de las articulaciones de los miembros inferiores, la marcha.

Es importante no subestimar los síntomas dolorosos que son un signo de osteoartritis y visitar a su médico de inmediato, incluso cuando los síntomas son leves.

Si se detecta a tiempo, se puede ralentizar la progresión de la artrosis, evitando en lo posible sus complicaciones y la necesidad de cirugía.

Osteoartrosis: las causas

Las principales causas reconocidas hasta la fecha son sin duda la vejez y el haber realizado trabajos pesados ​​o actividades deportivas intensas durante un tiempo prolongado.

Se han descrito factores de riesgo adicionales que pueden hacer que algunas personas sean más propensas a la osteoartritis.

Veamos cuales:

  • Peso corporal alto: una persona con sobrepeso u obesidad somete sus huesos y cartílagos a una mayor tensión y fricción, lo que puede conducir al desarrollo de artrosis incluso a una edad temprana. En consecuencia, las articulaciones más afectadas son las de las caderas, las rodillas y los pies, debido a la carga corporal a la que están sometidas incluso para los movimientos cotidianos.
  • Herencia y genética: las personas con padres que padecen osteoartritis tienen más probabilidades de desarrollarla.
  • Las fracturas, las lesiones articulares profundas y la cirugía previa son factores de riesgo, ya que pueden alterar la anatomía normal de la articulación.
  • Las alteraciones de los músculos de la rodilla o la hiperlaxitud ligamentosa son condiciones que favorecen la deformidad articular progresiva.
  • Osteoartrosis provocada por el mantenimiento continuo de posiciones forzadas y posturas incorrectas.
  • Género: como ya se ha comentado, la artrosis afecta principalmente a mujeres, por lo que se cree que interviene un factor hormonal. Sin embargo, los hombres se ven más afectados a una edad más temprana debido al alto esfuerzo físico que provoca la actividad laboral o deportiva.

Clasificación de la osteoartrosis

La osteoartrosis primaria u osteoartrosis idiopática (la comentada hasta ahora, cuyas causas no se conocen con exactitud, sino sólo factores de riesgo para su desarrollo) se caracteriza por lesiones o traumatismos generalmente pequeños, únicos y frecuentemente repetidos debido a movimientos anormales y bruscos que el el sujeto hace involuntariamente.

Puede afectar una o más articulaciones.

  • La osteoartrosis, en cambio, se denomina secundaria cuando se desarrolla como consecuencia, generalmente tardía, de otra patología articular: en la mayoría de los casos, la osteoartrosis es secundaria a una infección ósea (osteomielitis) o articular (artritis séptica) o a una enfermedad congénita o anormalidad ósea/articular adquirida (defectos de desarrollo, osteomalacia, raquitismo, artritis inflamatoria).
  • Un estado patológico de hiperlaxitud ligamentosa también puede ser causa de osteoartrosis, ya que genera una condición anatómica en la que las articulaciones no se mueven como deberían en su ubicación natural.

Síntomas de la osteoartrosis

Aunque la osteoartrosis es bastante dolorosa e incapacitante en sus estadios más avanzados, al principio es casi totalmente asintomática, lo que dificulta el diagnóstico precoz, y los pacientes se dan cuenta de la afección cuando está muy avanzada.

Aunque, por tanto, la aparición de la enfermedad no está asociada a síntomas específicos, es bueno enumerar algunas quejas que, si se sienten, pueden actuar como señales de alarma y convencer al paciente de visitar a su médico o reumatólogo para una prueba clínica.

Veámoslos a continuación:

  • Dolor e hinchazón de las articulaciones, especialmente al final de un esfuerzo intenso debido, por ejemplo, a la práctica deportiva prolongada.
  • Rigidez articular después de descansar (por la mañana nada más despertarse o después de estar mucho tiempo sentado/acostado). Un síntoma bastante sutil que tiende a desaparecer por completo en cuanto se mueve la articulación afectada.
  • Crujidos y sacudidas de las articulaciones al realizar ciertos movimientos.
  • Articulaciones que ceden sin causa aparente al realizar determinados movimientos.
  • Cuando la osteoartritis afecta la columna cervical, se pueden experimentar síntomas como mareos, dolor de cabeza, dolor y hormigueo en la columna cervical. cuello, hombros y brazos. La artrosis lumbar, por otro lado, puede estar asociada con dolor y problemas en el nervio ciático.
  • Pérdida de sensibilidad y función articular, con marcada limitación funcional (déficit de extensión o flexión)
  • En las primeras etapas de la enfermedad, el dolor articular puede ser frecuente en algunos momentos y desaparecer por completo en otros.

Sin embargo, si el paciente ha llegado a un estado avanzado de artrosis, el cartílago habrá desaparecido casi por completo y los síntomas suelen ser más intensos y constantes.

Se sienten deformidad y rigidez articular, con episodios frecuentes de dolor e hinchazón incluso intensos.

El curso clínico de la patología puede ser muy variable

Por regla general, la osteoartrosis es una enfermedad que puede permanecer estable durante años, pero que también puede progresar rápida y repentinamente.

Por eso, ante los primeros signos, siempre es bueno acudir a consulta inmediata.

Diagnóstico de la osteoartritis: ¿cómo sucede?

El proceso de diagnóstico de la osteoartrosis implica inicialmente una cuidadosa recopilación anamnésica y una prueba objetiva durante un examen médico, en el que se investigan cuidadosamente el historial médico del paciente, los síntomas y las manifestaciones más obvias que pueden atribuirse a la enfermedad.

El médico que la trata suele ser un reumatólogo, ya que la artrosis es una de las enfermedades óseas y reumáticas.

Posteriormente, el especialista puede decidir someter al paciente a algunas pruebas hematoquímicas (principalmente dirigidas a evaluar la presencia de inflamación sistémica) o puede requerir más investigaciones con técnicas de imagen como radiografía, resonancia magnética, gammagrafía ósea y artroscopia.

Este último, aunque más invasivo, proporciona la mejor información sobre el tamaño de la erosión del cartílago, pero rara vez se utiliza en la práctica clínica, ya que puede estar plagado de complicaciones.

Evidentemente, no se puede hacer un diagnóstico basado únicamente en el dolor que se siente, en primer lugar porque el umbral del dolor varía mucho según el paciente al que se le realice la prueba (es subjetivo), y en segundo lugar porque puede haber lesiones pequeñas muy dolorosas y, por el contrario, de gran tamaño. degeneración tisular que no es especialmente molesta.

Es por esto que las técnicas de imagen son un valioso aliado para definir el daño y la extensión de la patología.

Entre las técnicas que se pueden utilizar, la resonancia magnética sigue siendo la favorita entre los reumatólogos porque, a diferencia de los rayos X, es capaz de mostrar incluso las primeras etapas del trastorno.

La realización de investigaciones diagnósticas es muy importante porque permite descartar otro tipo de patología articular distinta de la artrosis.

Recuerda que, para evitar complicaciones, es buena idea visitar a tu médico para una prueba objetiva tan pronto como notes articulaciones enrojecidas, adoloridas, hinchadas o crujidos por fricción.

Osteoartrosis: Tratamiento y Prevención

Desafortunadamente, hasta la fecha, la osteoartrosis sigue siendo una condición crónica.

Sin embargo, aunque todavía no existe una terapia que lo cure todo, algunos tratamientos de probada eficacia pueden actuar directamente sobre el dolor y el mantenimiento de la movilidad y flexibilidad articular, facilitando así la vida del paciente examinado.

La denominada 'terapia del dolor' comprende una serie de tratamientos que, combinados con la administración de determinados fármacos, actúan sobre la reducción del dolor.

Este es el primer paso para retrasar al máximo la cirugía de implantación de prótesis artificiales para sustituir la articulación afectada por la artrosis.

Aquí hay una breve lista de los tratamientos y medicamentos más utilizados.

  • Administración de analgésicos (paracetamol) y AINE (ibuprofeno). Estos fármacos tienen una buena función analgésica, permitiendo al paciente recuperar las funciones que le quita el dolor intenso. Se pueden tomar por vía oral, pero cada vez es más popular el uso de ungüentos y cremas para aplicar cerca de la articulación afectada (aplicación tópica).
  • Tratamientos infiltrativos locales con ácido hialurónico o cortisona. Estos son ampliamente utilizados cuando las articulaciones se inflaman repentinamente, causando dolor e hinchazón.
  • El exceso de líquido articular se extrae de la articulación mediante una aguja de aspiración (un procedimiento conocido como artrocentesis) y se inyecta el fármaco que proporciona un alivio temporal. Estas inyecciones pueden reducir el dolor, pero no detienen la progresión de la enfermedad (por lo tanto, es solo una terapia sintomática).
  • Tratamientos de ingeniería de tejidos. Estos son tratamientos mini-invasivos recientes que involucran la recolección de células de cartílago (condrocitos) de otras áreas del cuerpo. Hablamos de terapias todavía en fase experimental y reservadas para cierto tipo de pacientes (jóvenes, con pocas lesiones articulares, y con cartílagos y huesos circundantes en buen estado).
  • Termoterapia. Compresas frías o calientes que actúan sobre las articulaciones aliviando temporalmente el dolor.
  • Técnicas de electroestimulación y acupuntura. Estos son analgésicos naturales, porque estimulan un área apropiada del cerebro que actúa contra el dolor. Lo mismo ocurre con el masaje y la ecografía.

Si estos tratamientos no invasivos no dan los resultados deseados –y el dolor, la hinchazón y la falta de movilidad persisten–, el ortopedista puede decidir realizar una artroplastia con un implante artificial (normalmente de titanio) de la articulación dañada.

Este implante puede ser total, si se reemplaza toda la articulación, o parcial si solo se modifican determinadas zonas de la articulación.

La cirugía mejora la calidad del movimiento y detiene el dolor, pero debe verse como un último recurso cuando el dolor se vuelve inmanejable y se sufre al caminar.

Es importante tener en cuenta que incluso la articulación artificial no dura indefinidamente (alrededor de 20 años); por ello, existe una tendencia a retrasar la cirugía en los jóvenes, porque de lo contrario se corre el riesgo de tener que cambiar la prótesis varias veces a lo largo de la vida del paciente.

Prevenir el empeoramiento de la artrosis, tanto en jóvenes como en adultos, es posible adoptando un estilo de vida saludable

Es importante no llevar una vida demasiado sedentaria. Las articulaciones deben mantenerse en movimiento.

Sin embargo, si padece osteoartritis, se recomienda que evite todos los deportes con un alto impacto y carga en las articulaciones, como el entrenamiento con pesas, pero también correr, saltar y actividades atléticas.

Prefiere deportes de bajo impacto pero completos como la natación y el ciclismo, que también ayudan a fortalecer los músculos y ligamentos alrededor de las diferentes áreas de las articulaciones.

Mantener los músculos sanos significa no olvidar una buena cantidad de estiramientos diarios, que por supuesto solo deben hacerse después de un calentamiento aeróbico adecuado.

Si tiene sobrepeso u obesidad, es importante cambiar sus hábitos alimenticios.

Junto con el ejercicio constante, una dieta correcta te permite adelgazar y así reducir el peso sobre tus articulaciones.

Para todos, es fundamental utilizar las articulaciones correctamente.

No al mantenimiento de posturas forzadas e incorrectas.

En todos los casos, el médico tratante podrá decidir recomendar al paciente cursos de gimnasia postural, fisioterapia u osteopatía para mejorar las desalineaciones óseas y la postura.

El uso de aparatos ortopédicos también ayuda a mantener una postura correcta al caminar.

Cuando la osteoartritis está avanzada, se recomienda el uso de muletas y otros suplementos para reducir la tensión en las rodillas y las caderas.

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